Camila Henríquez Ureña, en su libro Las ideas pedagógicas de Hostos, reeditado en 1994 por la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos, se refiere al texto La Moral Social, dividido en: Prolegómenos, Moral individual, Moral natural y Moral social. Este texto empezó a publicarse de manera parcial en 1919, “siguiendo las corrientes experiencialistas y positivistas de su tiempo”. El experiencialismo se refiere a la relación entre el cuerpo (el individuo) y el entorno (la sociedad), generando conocimiento a partir de esa experiencia activa entre sujeto y objeto.
El experiencialismo, manifiesto en la Moral social hostosiana, supone que el hombre social es un ser de necesidades y, por tanto, un ser de gratitud. Además, el hombre social es un ser de utilidad. Esta idea encaja con el espíritu liberal del siglo XIX. Todo esto sujeta al hombre a un fin fundamentado en la experiencia social, que lo hace, por consiguiente, un ser de deber y derecho. Los cinco componentes: necesidad, gratitud, utilidad, derecho y deber, son considerados por la moral de Hostos como la naturaleza del hombre. Esto coloca su discurso en las coordenadas del experiencialismo, que desemboca en una mirada innatista.
La misma autora reseña que Hostos estudió la moral de diversas culturas: India, China, Grecia, Roma, Persia y Judea. De la tradición del Tao chino toma la idea de la verdad como aquello que no daña a una causa justa. Por lo tanto, el objeto de la moral no puede ser otro que aplicar de modo concreto las verdades abstractas de las ciencias en las que fue fundada, vinculándolas a la aplicación del bien social (moral social) y a todas las leyes naturales que han producido el orden moral.
La visión moral de Eugenio María de Hostos es claramente racionalista, en lo más puro del racionalismo cartesiano. Si el conocimiento del deber por la razón es la moral, entonces la razón es la fuente del conocimiento verdadero, elevando a la moral a la misma altura de la verdad. Esto obliga a cumplir con el deber como virtud, poniendo la verdad por encima de las respuestas instintivas. Como decía, “Dadme la verdad y os doy el mundo”. La razón es la fuente del conocimiento verdadero, y la moral es el más verdadero de los conocimientos.
A pesar del determinismo social, el individuo sigue siendo gestor y receptor de la acción moral; pero, paradójicamente, solo es posible como resultado de la vida social.
De esta manera, la enseñanza de la moral hostosiana plantea el triunfo de la razón sobre la respuesta instintiva, el hombre por encima del animal, y la sociedad organizada más allá de la horda. En síntesis, el problema de la vida social es desarrollar toda la fuerza de razón que corresponda a su periodo biológico, lógico y sociológico, para así desarrollar toda la conciencia posible, en paralelo con el desarrollo de la razón, con el fin de conocer cuánto bien ya se ha realizado y cuáles son los medios para realizar más bien. (Ver: EMH. La Moral Social).
Eugenio María de Hostos propone tres estadios de desarrollo de la conciencia: la fase biológica, en la que el sujeto humano se emparenta con la bestia; la fase lógica, que implica el inicio de la razón; y la fase sociológica, que corresponde a la alta civilización, donde las normas de convivencia, en general, se establecen como moral. En este sentido, se aproxima a la perspectiva de los empiristas. Esta demarcación tiene relación con el positivismo lógico y sus distinciones entre ciencia, metafísica y religión en el desarrollo del pensamiento humano.
Así, el racionalismo hostosiano se constituye en una postura positivista: convierte su discurso moral en algo moderno, si aceptamos que la modernidad reivindica la voluntad individual para mejorar en sí misma a la sociedad. Como dice José Luis Méndez, Hostos despoja a la moral de su carácter metafísico y escolástico, haciéndola coincidir con la práctica social cotidiana. De este modo, adopta una perspectiva sociológica y “científica” de la moral. A pesar del determinismo social, el individuo sigue siendo gestor y receptor de la acción moral; pero, paradójicamente, solo es posible como resultado de la vida social.
“El pensamiento hostoniano no ha perdido vigencia; los aspectos que consideraba vitales para el desarrollo de América Latina y las Antillas eran la democracia y la libertad. Estos principios están plasmados en el programa de la Liga de los Independientes. Este documento constituye una de las piezas políticas más importantes para la construcción de un Estado latinoamericano democrático, defensor de las garantías y derechos de los pueblos”.
La moral es un hecho social que nos ha indicado el paso de lo animal a lo humano, y por tanto entraña la educación, la política y la convivencia donde Hostos centró su factum rationis, si seguimos la lectura de Camila Henríquez.
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