Una vez más, el Museo Nacional de Arte Moderno reúne a algunos de los mejores artistas visuales dominicanos en su trigésimo primera entrega de la Bienal Nacional de Artes Visuales. Durante décadas, este evento ha dado visibilidad a cientos de artistas de la República y ha recompensado su esfuerzo con el honor de un lugar en los salones del museo y un jugoso premio monetario. Estos artistas no trabajan solo por el dinero; su arte es un espejo frente al rostro de nuestro país, que desnuda algunas de sus realidades más incómodas y celebra sus mayores virtudes. Al verlas, es inevitable sacar a relucir quiénes somos, a través de nuestros juicios y opiniones. Todas las obras presentadas tienen algo que aportar al análisis de nuestro ecosistema sociocultural. Desde la deconstrucción del género hasta la nostalgia futurista, hay una obra para cada quien.
Ciertamente, hay mucho que se podría decir respecto a la selección de los ganadores o el uso de ciertas herramientas artificiales en las piezas, pero ese no es el objetivo de este artículo. Este año, se presentaron obras que trascienden el momento de observación y que se vuelven una experiencia en sí mismas. Obras que invitan al espectador a ser más que un simple objeto en el museo, y a convertirse en un interlocutor con la pieza, exigiéndole detenerse y preguntar: "¿Entiendes lo que te quiero decir?". En este artículo, quisiera motivarle a experimentar esto en carne propia, enumerando algunas obras que debe vivir en esta 31.ª Bienal de Artes Visuales.
"1937″ y "1961″ de Marcelo Ferder

Estas obras, por sí mismas, son suficientes para asombrar al espectador con su aptitud técnica. El hombre sin cabeza, el obelisco levantándose sobre el horizonte y su reflejo caído, profesando el fin de una era. Vistas en conjunto, nos transportan a una de las épocas más oscuras de la historia dominicana. Las piezas ilustran la dictadura trujillista a través de sus propios símbolos. El obelisco, como representación del Jefe, desde su levantamiento hasta su caída, muestra la inseparable conexión entre la cultura y el poder. Un importante recuerdo de cómo nuestra cultura y nuestros símbolos no se produjeron en un vacío, y deben ser examinados con tal de arribar a una sociedad más justa.
"Más que sol" de Soraya Abu Naba’a
Ganadora de uno de los premios, esta obra es merecedora de atención. No es solo una pieza de arte, es un lugar. Es un espacio con personalidad, sentimientos y actitud propia. Esta obra no debe ser vista, sino habitada. Dentro del espacio, los sonidos se mutean, los colores cobran vida nueva y las trenzas se vuelven lianas y ramas surrealistas. Entrar en este espacio fue como vivir —tan solo un momento— dentro de una pintura. Me sentí como Alicia al caer por el agujero en la base del árbol y llegar a un nuevo mundo, donde los gatos hablan y los conejos tejen trajes.
"El masacre se cruza de día" y "El masacre se cruza de noche" de Genaro Phillips

Todos los días, miles de personas y mercancías —no siempre distintas la una de la otra— cruzan la frontera en búsqueda de una vida mejor. A veces, en esa búsqueda, la pierden. Nada me recuerda esto mejor que "El masacre se cruza de día". Con amarillos y rojos que podrían apelar a una nostalgia generacional, blancos y negros que estallan la percepción, demandando la vista del espectador, una sensación que puede ser fácilmente reproducida al intentar cruzar el muro entre dos naciones. Por otro lado, "El masacre se cruza de noche" muestra una realidad más cruda y sanguinaria, con negros y rojos que aluden a los peligros de adentrarse en un país extranjero. Estas pinturas son dos caras de una misma moneda, con la cual cientos de personas pagan por sus vidas todos los días.
"Flores que no se marchitan, en el jardín de concreto, donde aún florecen nombres, narra lo que fue perdido y crece lo que sobreviven" de Evelin Lima
Dolor. Duelo. Pérdida. Esta obra parte el alma. Lágrimas se formaron en mis ojos al ver las fotos que acompañaban cada flor. Decir más que esto sería revelar los aspectos más conmovedores de esta obra. Lo único que puedo exhortar al lector es que se pare en medio del rosal de hierro y recuerde que es capaz de amar y ser amado.
"En cuidado intensivo" de Pedro Ortegarias
La pintura abstracta no tiene reglas, pero como guía general, al ver una pintura abstracta, es bueno pensar: "¿En qué mundo me sumerge esta pieza?". Es por eso que tantas son de tamaños inmensos, con tal de tragarse al espectador y hacerlo vivir un instante dentro de este nuevo universo. "En cuidado intensivo", con sus cambios de saturación y brillo, volviéndose más luminosa en su doloroso detalle mientras más se acerca al centro, me devoró. El lienzo se volvió un mundo en el cual mientras más miras, más descubres, como un libro que no puedes parar de leer; esta pintura es egoísta, te toma para sí y no deja nada para ninguna otra.
"Educación líquida" de Eliu Almonte
Mi favorita para el final. Esta obra suplica ser analizada. Los libros sobre las mesas, el color de los lápices, la posición de los soldados. Pocas veces he visto una obra tan cargada de significado. Cada detalle cuenta. La obra se vuelve una etimología que destripa el género como construcción social. Claramente, el lápiz azul representa la masculinidad y el rosado, la feminidad. No voy a decir nada más. Si pudiera hacer que todo el mundo se sentara a analizar una obra, sería esta. No solo por su significado, sino por lo satisfactorio que se vuelve realizar ese proceso: llegar a ese momento de eureka.
No todas estas obras fueron galardonadas, pero todas tienen algo especial que contar. No solo estas, cada pieza dice algo de su creador y del contexto en el que fue engendrada. Estas obras nos recuerdan que el arte es inseparable de la historia y la política. Que el arte es más que la suma de sus partes. El arte nunca es solo "algo que se ve bonito". Todo, desde sus materiales hasta sus más pequeños detalles, es un reflejo de la sociedad que permitió que esa pieza existiera en primer lugar. Algunas de las facetas más oscuras de la sociedad actual se ven expuestas en estas piezas, pero también algunas de sus virtudes. Querido lector, vaya a la Bienal.
"El arte debe confortar al perturbado y perturbar al acomodado." — Banksy
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