El lunes 6 en la noche, mis ojos no querían dormirse; mi cuerpo se removía entre las sábanas. Algo grande estaba aconteciendo, pero aún no lo sabía. El martes 7 en la mañana, me entero de la noticia: «fallece el escritor, poeta, intelectual y exministro de Cultura, José Rafael Lantigua». Sin embargo, todavía es la hora y no lo creo. Era un padre para mí; él lo sabía y me trató como a un hijo. Siento su muerte más que la de quien me engendró; se nos fue el último padre y maestro de la gestión cultural de la nación.

El expresidente Leonel Fernández, líder de Fuerza del Pueblo, partido en el que militaba José Rafael Lantigua, ofrece las condolencias a la famila del intelectual fallecido.

Que no vengan ahora a hablar quienes no tuvieron el valor de reconocer que fue él quien ideó la Feria Internacional del Libro, que fue el mejor y el verdadero ministro de Cultura, y que pensionó a más de 300 artistas y escritores. Aquellos a quienes también les negaron el Premio Nacional de Literatura. Que ahora no vengan los homenajes falsos, porque él nunca los necesitó. Estaba por encima de cada uno de nosotros. Le decía que tenía un exceso de humildad y que era demasiado bueno para un mundo tan cruel. Con su partida, todos perdemos ahora la cultura y se quedó sin doliente.

Dándole el adiós de finitivo a José Rafael Lantigua.

Le debo la vida, y por eso también se ha ido la mía. Paz a tus restos; sé que estás en una buena morada. Allá nos juntaremos de nuevo. Les dejo el mensaje que me escribió el pasado 22 de julio: «Tengo 7 semanas hospitalizado…una de ellas en CI….Desde la semana pasada el hospital se trasladó a mi casa con aparatos y un equipo de enfermería fijo. Adquirí una toxina endémica en Estambul. Ya no puedo explicar más. En más de un mes no había vuelto a usar el móvil. Por este tiempo tan difícil los médicos me dicen que no debo leer información innecesaria. Toda comunicación debe ser vía el teléfono de Miguelina. Sigo en batalla».

Sus hijos y otros familiares sostienen el féretro con los restos de José Rafael Lantigua.

 Fundación Cultural José Rafael Lantigua

(¡Que el Día del Libro en la República Dominicana sea declarado con su nombre!)

Después de participar ayer en el velatorio y hoy en su entierro, quiero proponer, con la profunda preocupación que me manifestó en varias ocasiones, que, al fallecer, su invaluable y mágica biblioteca personal no se pierda. Siempre tuve envidia de ella. Es que su familia y amigos podemos crear la Fundación Cultural José Rafael Lantigua, siendo uno de sus patrimonios fundamentales su biblioteca, para que esté al servicio de los escritores, intelectuales, investigadores y gestores culturales de todo el país. Además, que el Día del Libro en la República Dominicana sea declarado con su nombre.

Leonel Fernández ofreciendo el duelo a su familia.

Hace muchísimos años que no veía un velatorio de un escritor e intelectual dominicano tan masivo y con tantas personalidades de todos los sectores de la vida nacional, desde los más encumbrados políticos, como el expresidente Leonel Fernández, quien asistió los dos días para acompañar a su amigo personal, el fallecido José Rafael Lantigua, quien había sido ministro de Cultura (2004-2012), realizando la histórica y mejor gestión de todos los tiempos de ese ministerio.

En la puesta en circulación de mi Entrevistar es pensar, en Santo Domingo. De izquierda a derecha, Enegildo Peña, José Rafael Lantigua y León Félix Batista.

De cada región del país había una representación significativa, y ni qué decir de Santo Domingo, ciudad que lo acogió desde que, en la década del 70, decidió venir a echar raíces desde su amado pueblo de origen: Moca. Esta nunca la abandonó en ninguna circunstancia, hasta asumir la mocanidad como su vida vital, donde comenzaron sus primeros pasos no solo de existencia, sino también como gestor cultural incomparable. Su mayor compromiso con su terruño de origen lo encontramos en su paradigmática obra Semblanzas del corazón (1985), donde el escritor y el poeta se conjugan para escribir las páginas más hermosas de un vasto recordatorio nostálgico de sus recorridos pueblerinos y de las personalidades más excelsas que le sirvieron de guía e inspiración para ser la lumbrera que fue.

Otra ciudad que amaba y admiraba es Santiago de los Caballeros. Muchas veces me decía que le gustaría comprar una casa; venía regularmente y andábamos por sus calles, sus restaurantes, sus bares y su Monumento. En su mandato, la «Ciudad Corazón» tuvo una gestión cultural nunca vista en la historia de la provincia. En infraestructura, realizó la remodelación más importante del Monumento a los Héroes de la Restauración, ese ícono santiaguero, al igual que con el antiguo Palacio Consistorial. Cientos de actividades y eventos, en más de 25 programas culturales, se llevaron a cabo por toda su geografía. Aquí recibió varios reconocimientos por distintas instituciones: Premio a la Gestión Cultural e Intelectual del Año 2003, por el Taller Literario Virgilio Díaz Grullón, Recinto de Santiago, de la UASD; Premio Pro-Cultura 2003, Ateneo Amantes de la Luz; Premio Eugenio de Deschamps, Alianza Cibaeña; Hijo Adoptivo por el Ayuntamiento de Santiago, en 2007; e Hijo Distinguido por el Ayuntamiento de Moca, en ese mismo año. Sus distinciones reúnen una decena en todo el país, entre las que se hallan el Premio Nacional de Ensayo (1977) y el Premio Nacional de Periodismo del Club de Prensa Extranjera (1989). También fue Miembro de Número de la Academia Dominicana de la Lengua (2008). Fue director fundador del Centro de Estudios de la Cultura en Funglode, donde dirigía su Concurso de Literatura. Hace unos años, asumió la Revista Global, la cual convirtió en un contenido temático de prestigio nacional e internacional.

José Rafael Lantigua fue un escritor e intelectual de la cultura, a quien nadie pudo parársele al lado. De su experiencia como ejecutivo de empresas, introdujo la tríada para el nuevo hacer cultural en la República Dominicana: pasión, creatividad y gerencia. Construyó un legado que jamás será olvidado, ni siquiera por los mediocres y mezquinos de siempre. Su inolvidable suplemento Biblioteca se convirtió en un referente obligatorio en la lectura y en la bibliografía nacional e internacional, donde muchos de nosotros fuimos articulistas. De esa inmensa labor, que abarcó 20 años (1983-2003), luego reunida en 7 maravillosos tomos con el sugerente título Espacios y resonancias (2015), obtuvo el Premio Eduardo León Jimenes (2016). Él creó la Feria Internacional del Libro, de la que también fue su ideólogo, sacándola de su origen localista y nacional. Fue el inventor de las Ferias Regionales del Libro, aunque conocía sus avatares desde su suplemento, único y enteramente dedicado a la cultura libresca. Nos vimos cuando vino a organizar la Primera Feria Regional del Libro en Santiago en 1997, cuando me propuso que formara parte del Comité Organizador, porque ya era de su conocimiento mi trabajo como director ejecutivo de Casa de Arte y del Festival Arte Vivo. Me asignó Tribuna Libre, que convertí, junto a un grupo de artistas de la ciudad, en una de las mejores; hasta llegué a ganar la presea cultural más significativo de la feria: el Premio Gregorio Luperón, a quien estaba dedicada. Desde esa época, nos hicimos no solo amigos y colaboradores de la cultura, sino que me asumió como un hijo. No había un proyecto de él en el que yo no estuviera incluido, no por hermandad, sino por mi entrega y vocación.

Cuando llegó al cargo, me nombró Comisionado de Cultura en Santiago y su representante, director, subsecretario y viceministro regional. Por mi trabajo, me entregó los reconocimientos más importantes de su cartera; entre ellos se destacan la II Feria Regional de Santiago 2005, Empleado Estrella del Año 2006, Empleado Estrella del Año 2007 y Personalidad Cultural 2007, en la primera edición junto a un selecto grupo de dominicanos. Reconocimiento, el 27 de enero de 2011: «Por su dedicación y responsabilidad en el desempeño de sus labores, apoyando con su esfuerzo el desarrollo y el crecimiento durante el año 2010». Creatividad, pasión, gerencia. ¡Hacia el progreso con la cultura! Santo Domingo. Publicó dos libros: Antología de la poesía contemporánea de Santiago: 1977-2005, siendo la primera que se realiza en la «Hidalga Ciudad de los 30 Caballeros», y Entrevistar es pensar. Un encuentro con la cultura (2010), siendo la pionera hecha por un autor de la provincia, donde unió a 10 de los más consagrados escritores e intelectuales de la República, incluyéndolo a él. No existe un funcionario en ningún gobierno nacional que haya reconocido y distinguido tanto la labor y la trayectoria de los escritores, intelectuales, poetas, gestores culturales y personalidades del país. Para conocer más sobre la vida y obra de Lantigua, lo remito al trabajo publicado por el escritor mocano, amigo inseparable del fallecido, uno de los más detallados que se han publicado en este mismo periódico el pasado viernes 8.

El que tenga la intención de conocer a fondo al poeta Domingo Moreno Jimenes, padre del «Movimiento Postumista» dominicano, debe leer la primera biografía hecha sobre un bardo nacional: Domingo Moreno Jimenes, apóstol de la poesía (1976) y El oficio de la palabra: conversaciones literarias (1995). Para desentrañar el proceso histórico de la Era de Trujillo y cómo pensaba y era nuestra sociedad, hay que leer de manera obligatoria su obra La conjura del tiempo: memoria del hombre dominicano (1994). Escribió varios libros sobre su héroe favorito, Juan Pablo Duarte, y sobre la lectura, que era su pasión más desenfrenada. Me contaba Basilio Belliard que, en su mejoría la semana pasada, había comenzado a leer y duró tres horas haciéndolo. Tenía una cultura lectora inigualable; lo hacía diariamente sin importar lo ocupado que estuviera. Me explicaba que se acostaba a las dos de la madrugada, solo leyendo, porque su otra debilidad, la escritura, la ejercía en el día en su confortable biblioteca. Su obra poética queda por ser más valorada en nuestras letras. De su último poemario, puesto a circular en Santiago, le realicé una entrevista que volveré a publicar por aquí. Dejó publicadas como una veintena de obras de distintos tipos; incluso, hace unos meses me expresó que iba a editar tres: una, su poesía reunida; dos de ensayos, una que realizaría el Archivo de la Nación y las otras dos, Isael Pérez, con Editorial Santuario. No sé si llegó a entregarlas.

De las decenas de reseñas publicadas en las redes y en los periódicos, cada una de ellas tenía un sabor amargo y una honda tristeza por la inesperada muerte de Lantigua. Un hombre del buen vestir y de buen comer en los mejores restaurantes dominicanos y extranjeros. Viajar era otra de sus grandes pasiones, que aprendió desde la adolescencia; era uno de sus mejores placeres. Precisamente en su más reciente viaje a Turquía encontró la muerte, producto de una toxina endémica que se encontraba en su comida; así de paradójica es la vida. Era un hombre muy quisquilloso a la hora de hacerlo, pero nada de eso le valió. Dentro de mi solitario luto en mi casa, sin ninguna gana de hacer absolutamente nada, sigo leyendo todo lo que se publica, como si fuera parte de un acontecimiento narratológico de la ficción mágica de Cien años de soledad.

La mayoría me ha llegado a mi corazón enfermo, que, dicho de paso, comencé tomándome una pastilla y, cuando dejamos el ministerio de Cultura, ya mi hipertrofia ventricular requería 4. Una de las mejores crónicas, la que Lantigua dominaba a la perfección, es la de Basilio Belliard: José Rafael Lantigua en mi memoria sentimental, igual que el poema del gestor cultural neoyorquino Carlos Sánchez, quien, junto a mí, hace unos meses, bebimos y cenamos con él. Invito a leer ese hermoso texto poético, titulado Silla vacía; así será: nunca nadie podrá sentarse en ella, para hacer de la palabra un ejercicio del criterio, de la literatura y de la cultura. Todos los 9 de agosto, fecha de mi cumpleaños, me llamaba y me escribía para decirme: «Te tengo unas bebidas y unos libros». En esta ocasión lo he suspendido porque mi alma y mi corazón no pueden festejar; solo quiero silencio y nada más. Paz a su alma y recogimiento espiritual para tu honorable familia, encabezada por doña Miguelina, tus tres hijos y tus nietos, que tanto te lloraron, igual que nosotros. 

Dedicatoria del día y una calle en la Feria Internacional del Libro.

La agonía de su sombra

La sombra vuelve a tocar
el cuerpo de su misterio.
Otros recorrerán sus pasos.
La soledad encierra la agonía
de sus párpados.
En su dolor eterno
no hay regreso
en la voz de su mudez.
Se escuchan sus llantos
en otros ojos.
Sus dientes masticaron
los labios de la muerte
cuando menos la esperaba.
¡Oh, Dios, ¿dónde tú estabas?

Enegildo Peña

Poeta

Enegildo Peña nació en Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Es poeta, escritor, antólogo, periodista, gestor y especialista cultural. Licenciado en Comunicación Social mención Periodismo, Universidad Autónomo de Santo Domingo (UASD). Realizó un Postgrado en Gestión Cultural, conjuntamente con los ministerios de cultura de Cuba y República Dominicana, igualmente concluyó sus estudios de Maestría en Lingüística Aplicada en la Enseñanza del Español.

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