Hace mucho, mucho tiempo, en un estanque lejano y lleno de vida, vivían tres pequeñas ranitas. Todos los días jugaban y se divertían juntas, saltando de un lado a otro, disfrutando de su hogar lleno de plantas, peces y pequeñas criaturas.

Un día, el Sapo Real, que era muy sabio y quería hacer algo especial para el estanque, tuvo una gran idea. Decidió organizar un concurso de talentos para elegir al nuevo intendente de cultura del estanque. ¡Qué emoción! Todos los habitantes del lugar comenzaron a prepararse para mostrar sus habilidades.

El día de la audición, se presentaron malabaristas, magos, hipnotistas y músicos. Las tres ranitas no podían quedarse atrás. Una de ellas, llena de entusiasmo, se presentó tocando su flauta dulce, mientras que la otra, con una sonrisa brillante, mostró su talento tocando un hermoso pito.

Pero la tercera ranita no se atrevió a participar. Sintió miedo de competir con sus amigas, pues estaba convencida de no poseer un talento tan especial como ellas.

—¡No te preocupes, amiga! —le dijo una de las ranitas emocionada—. Cada uno tiene algo único que ofrecer, ¡y el concurso es para divertirnos!

—René, como muestra de mi amistad sincera, si gano la competencia, te regalaré mi pito para que lo conserves como recuerdo. —La otra rana sintiéndose desplazada dijo:

—Mi flauta será tuya si resulto ganadora de esta contienda. Tu amistad es importante para mí.

Los jueces, sorprendidos por tanto talento, no sabían a quién elegir y decidieron someter a votación a todos los participantes para elegir al ganador.

—Señoras y señores —dijo gran Sapo— en vista de que se ha exhibido una muestra tan grande y contundente de talentos, hemos decidido someter a la consideración de todos los presentes la elección del nuevo intendente de cultura.

—Su majestad, ¿Usted será quien cuente los votos? —preguntó una tortuga.

—¡No! He decidido que la rana René, quien no participó en las audiciones sea el encargado de contar los votos.

Se comenzó la votación secreta, y cada especie del estanque tuvo la oportunidad de emitir su voto, empezando por su majestad, el gran Don Sapo. Todos los habitantes del estanque, desde los peces hasta las libélulas, participaron con mucho entusiasmo. Al terminar la votación, René la Rana, encargada de contar los votos, se puso muy contenta y exclamó con alegría:

—Señoras y señores, hay un empate entre Rossy la rana, quien melodiosamente ha tocado el pito y Rita la rana, quien con mucho talento ha tocado la flauta. Ambas deberán dirigir la intendencia de cultura en el estanque. —René estaba alegre, pues tanto Rossy como Rita le regalarían su pito y su flauta.

—Un momento —dijo su majestad el Sapo— falta un sufragio. El encargado de contar, aún no ha sufragado y es él, quien decidirá el próximo intendente de cultura.

René, que nunca había tomado partido abiertamente y que evitaba los conflictos a toda costa, por miedo a perder a una de sus amigas, decidió bajarse del escenario y alejarse triste bajo la lluvia. Su falta de personalidad lo había llevado a quedarse sin pito y sin flauta.

Moraleja

El miedo a tomar decisiones y complacer a todos puede llevarnos a perder oportunidades valiosas. A veces, para avanzar en la vida, es necesario tener la valentía de elegir y ser auténticos, incluso si eso significa tomar una posición difícil.

EN ESTA NOTA

Esteban Tiburcio Gómez

Investigador y educador

El Dr. Esteban Tiburcio Gómez es miembro de la Academia de Ciencias de la República Dominicana. Licenciado en Educación Mención Ciencias Sociales, con maestría en educación superior. Fue rector del Instituto Tecnológico del Cibao Oriental (ITECO), Doctor en Psicopedagogía en la Universidad del País Vasco (UPV), España. Doctor en Historia del Caribe en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), entre otras especializaciones académicas.

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