La obra de José Enrique García nos lega un recordatorio potente: el oficio de escribir es inseparable del oficio de pensar. Solo la palabra exacta, trabajada con la paciencia del alfarero y la lucidez del fabulador, puede dar forma al misterio de lo real sin traicionarlo. En su universo, la precisión no es una limitación, sino la forma más alta de amor por la verdad y una celebración del lenguaje como instrumento de conocimiento. Como él mismo sugiere, alguien tenía que tejer los sueños y las palabras, y en ese ‘alguien’, García ha encontrado una voz cuya claridad sigue iluminándonos.
La precisión como signo de una poética
José Enrique García se erige como una voz fundamental de la literatura dominicana contemporánea, caracterizada por la lucidez, la contención y la hondura. En su obra, la precisión no es solo un recurso estilístico, sino un principio rector que une ética, conocimiento y belleza. Nombrar con justeza equivale a pensar con claridad; cada palabra exacta es un acto de pensamiento y de acceso a la verdad.
La precisión como principio estético
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Economía verbal y limpieza formal:
García elimina lo ornamental; cada palabra cumple una función y ocupa un lugar preciso. La belleza surge del equilibrio y la transparencia del lenguaje.
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Tensión entre claridad y misterio:
La precisión no anula lo ambiguo; lo enmarca y le da profundidad. Su arte de la sugerencia permite decir lo necesario para evocar lo infinito.
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Control del ritmo y la forma:
La sintaxis refleja un pensamiento meditado; pausas y silencios tienen peso estructural.
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Ilustración con el texto:
En versos como “La canción es de hierba, agua, viento. Las voces en remolino ascienden hasta las hojas de los árboles que tiñen de verde el viento”, la precisión no empobrece, sino que purifica la imagen natural, construyendo claridad sin simplificación.
La precisión como principio cognitivo
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La palabra como instrumento de conocimiento:
Nombrar con exactitud permite penetrar la esencia de las cosas. El lenguaje organiza la experiencia caótica y da sentido al mundo.
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Conocimiento y ética:
La palabra precisa es un acto de honestidad intelectual y moral: no exagera, no deforma. Como García afirma: “La palabra justa es la que no traiciona la experiencia.”
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Ilustración con el texto:
En “Deudor es el hombre de su origen; de él depende que la historia se repita en otra historia”, un pensamiento complejo se expresa con claridad absoluta, ejemplificando cómo el lenguaje preciso puede contener filosofía y ética simultáneamente.
La precisión como memoria y verdad histórica
Fecha:01/10/2021
La obra de García demuestra que el rigor del detalle es un acto de resistencia frente al olvido y la distorsión. Textos como Luces de alfareros reconstruyen la realidad con fidelidad temporal, intensidad poética y ética del recuerdo.
- Ilustración con el texto:
“La tragedia infinita viene de lejos: una historia remota lo atestigua —del primer Caín—; la historia aún padece; por el primer Adán aún se está llorando” evidencia cómo la precisión poética encapsula una verdad histórica y humana universal.
La precisión como forma de pensamiento poético
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Escritura como meditación:
Escribir es pensar; la palabra transita entre emoción, pensamiento y música verbal.
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El simbolismo del oficio:
La figura del alfarero, el tejedor y el fabulador expresa al escritor como artesano que moldea el lenguaje hasta alcanzar “la forma justa.”
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La exactitud como revelación (epifanía):
Nombrar con precisión ilumina lo real y lo hace visible. En el texto “Yo soy el fabulador…”, la precisión metafórica alcanza su punto culminante: “Y hacia el barro del sueño me fui a darle claridad a la imaginación, asombro al misterio”, donde palabras como barro, claridad y asombro construyen toda una poética.
Afinidades y contrastes
- Afinidades:
Con Borges, por la inteligencia de la forma y rigor conceptual; con Octavio Paz, por la claridad como transparencia ontológica; con Juan Bosch, por la precisión ética y narrativa como compromiso con la verdad. - Contraste:
Frente al barroquismo de Lezama Lima, García opta por la contención y la palabra esencial, priorizando la claridad sin renunciar a la profundidad.
La precisión como ritual del tiempo
En Ritual del tiempo y los espacios, García eleva la precisión a acto fundacional de sentido. Cada palabra funciona como ritual: medir, nombrar y fijar lo transitorio para otorgarle permanencia simbólica.
- En Permanentes Materias, la materia elemental (mar, tierra, árbol, piedra) permanece fiel a su esencia, mientras que el ser humano es inconstante. La construcción, derrumbe y reconstrucción se convierten en rituales humanos de resistencia.
- En Barro, la materia primordial simboliza la creación y transformación constantes: raíces, ríos, vientos y formas brotan y retornan al polvo.
- En Esencia del jardín, la voz poética reconstruye ante la caída inevitable, preservando memoria y ética comunitaria frente al olvido.
- En Elegía Mínima, la precisión aborda la muerte con delicadeza, mostrando cómo la ausencia se convierte en presencia simbólica.
En toda su obra, la precisión literaria no solo observa el mundo: lo habita, lo nombra y lo purifica. Transformar la fragilidad humana en permanencia simbólica es su logro central.
Conclusión: Una estética de la lucidez
La precisión opera como principio unificador en la obra de García: estética, cognitiva, ética e histórica. En un tiempo de exceso verbal y confusión, su escritura es modelo de rigor, conciencia y belleza sostenida. Como sentencia el propio poeta: “La precisión es el modo en que la palabra alcanza su verdad.”
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