Canto  de agua, amor y mariposas es un poemario de Luesmil Castor, publicado por la editorial Amargord en Madrid, en 2023. El libro consta de 26 poemas bien estructurados que pueden clasificarse como un tipo de silva de versificación irregular o, lo que Francisco López Estrada, en su libro Métrica española del siglo XX, califica como “composición poética de cláusulas heterosilábicas”. Sin importar la inclinación que se tome al respecto, lo indiscutible es que este libro de Castor revela un diálogo directo con la poeta puertorriqueña Julia de Burgos. Sin embargo, la simbología discursiva va más allá del hecho lingüístico, haciendo que tanto el hipertexto como el hipotexto logren una conexión poética de afinidades electivas consustanciales, pero bastante distinguibles.

Castor nos ofrece un canto con tres estaciones. Y cada estación contiene una poética que parece ser la transnominación de algún estado importante en la primera vida de Julia de Burgos. Refiero primera vida, porque ya Manrique estableció que los poetas tienen varias vidas; una es la física, esa en la que arrastran su cuerpo sobre la tierra; otra es la de la fama, es decir, la del legado que dejan, y una tercera es la eterna, que según la Edad Medieval se obtiene con buenos actos. De todas estas, la más breve es la primera, y en el caso de Julia de Burgos fue breve al cuadrado, ya que solo tuvo 39 años para desandar el mundo.

Los tres estadios del canto siguen un orden invertido al natural en la vida. Normalmente uno nace, crece y muere (el crecimiento puede ir acompañado de la reproducción). El último canto revela el primer momento, el primer desafío humano que enfrente la poeta. Es el momento en que la lluvia inicia un vuelo lento y frío sobre la piel de Julia. Aquí, llovizna y dolor son símbolos de nacimiento. Si a esto sumamos que el verso es eneasílabo, metro que se usó en la antigüedad clásica para hablar de totalidades, que en la gematría cristiana el tres prefigura todo génesis, y que en la poesía española tradicional la mezcla  de endecasílabo y trisílabo es muy frecuente  cuando se intenta crear la imagen  de un personaje, podríamos llegar fácilmente a la conclusión de que en cada de uno de los 21 versos del poema titulado “No hubo Julia”, penúltimo del libro, Julia de Burgos se hace y se deshace en una mezcla consustancial donde convergen Ritmo, Imagen y Elementos de la naturaleza que enarbolan lo bello más allá de cualquier comprensión carnal. Es por ello que el poeta declara:

No hay más lluvia que la que uniformó/ tu cuerpo/ no hay más cuerpo que el del agua/ disolviéndose en tu piel ardiente/ No hubo cielo/ no hubo lluvia/ no hubo río/ Cuando se quedó helado el último latido/ de tu corazón/ tampoco hubo isla.

Julia de Burgos.

Puede notarse con claridad en estos versos la manera en que ritmo, encabalgamientos y construcción de imagen varían según el estado del ser poético aludido. Todo esto se refuerza cuando leemos los últimos versos del poema titulado “Vendrán murmurando”, último del libro, cuando asegura en una escalofriante imagen poderosa, de la que escapa un ligero atisbo de poética social: Porque no caerá tu boca/ sostenida en el andén de la cintura/ tenue de la noche/ ante la infamia de las malas lenguas. Versos amurallaos por una misma imagen que refiere presencia, identidad, libertad, lucha social. El encabalgamiento …cintura/tenue de la noche marca el centro estrófico, precisamente un eneasílabo cuyo ritmo es sostenido sobre sílabas pares, dígase segunda, cuarta y octava. Es el tipo de metro preferido por los poetas para usarlo en canciones y composiciones afines. ¿Se cuela aquí por azar? ¿O es la intuición del poeta respondiendo a una afinidad electiva adquirida con lectura seria de los clásicos de siempre?

El segundo canto enarbola una Julia de Burgos renacida, inaugural; Julia canto en el sonido mágico del verso, pero no de cualquier verso, sino del metro desafiante, sutil, social, donde el ente poético hace estremecer la isla con la sutileza del amor a cuestas. La personificación con que abre este canto es inolvidable: “El sol es un viejo testarudo”. He aquí un decasílabo perfecto, poseedor de una imagen cromática viva, que refuerza la idea del astro iluminando el alma de la poeta, ente lírico, durante sus últimos días. En este segundo estadio metafórico el personaje parece irse desprendiendo lentamente de sí hasta desaparecer del todo dejando intacta la presencia. Aunque se ha ido, ha dejado su memoria en las voces. Por eso más adelante el poema expresa que todas las palabras se han conjurado en una sola, inequívoca, que a su vez se halla agazapada en la boca del referente lírico. Todas las palabras y sus posibilidades ardiendo en un mar gesticulado de espumas/ y una voz ahogada en la pleamar. Este canto encarna la Julia que es poeta y desea que el mundo lo sepa. La Julia que desafía su propia realidad en pos de equilibrar sus pasos hacia el sueño deseado. El cierre de este poema tatúa la presencia ya completa de una Julia inmortal: “…déjame callar/ sin que parezca una irreverencia/ mi silencio eterno junto a ti, Julia inmensa”.

Luesmil Castor.

Se corrobora lo dicho anteriormente en el poema dos, cuyo pórtico remite a una escena de resurrección: “Hola, Julia/ te levantas hoy de la tumba…” El poeta dialoga con ella sobre poesía, imágenes, la vida. A partir de este momento asistimos a un bien manejado ejercicio de intertextualidad, a veces simple, a veces compleja, pero siempre enriquecedora. No cabe duda de que Luesmil Castor es un poeta diestro en el uso de las técnicas escriturales y en la dilución discursiva del fondo y la forma generan una unidad indivisible de los varios aspectos que puede adquirir el verso dependiendo de su uso. Aquí le pide a Julia que le hable de su vida. Julia quinceañera, Julia muerta, resucitada. Julia con trenzas que bajo algún tipo de hechizo lírico le ayudará a apagar las llamas del purgatorio. En lo adelante el libro nos invita a disfrutar de unas imágenes ingeniosas, frescas,  que a veces reviven los momentos de Julia en el rio, sus risas y sus llantos.

El amor en sus diversas formas parece ser un agente explorador en este libro: amor a la vida, a la belleza y a la conexión con el mundo que se levantaba como una montaña gigantesca frente a Julia. Para la construcción este tipo de referente, la voz lírica se auxilia de un imaginario evocador. caracterizado por la  musicalidad y por la capacidad de crear imágenes capaces de tatuar figuras vívidas en la mente del lector.

Hay en estos versos reflexiones sobre la existencia, vida, muerte, sueños, impotencia y desafíos del diario vivir. A través de sus versos, el autor nos invita a reflexionar sobre la fugacidad de la vida, la importancia de la belleza y la búsqueda de la felicidad, incluso más allá de la muerte. Todo esto por medio de una técnica marcada por una lengua poética cargada de simbolismos y sentimientos intensos.

Canto de agua, amor y mariposas" es una obra poética que se sumerge en la profundidad de las emociones humanas, utilizando la naturaleza como un espejo de los sentimientos más íntimos. Luesmil Castor nos invita a un viaje a través de versos que fluyen como el agua, que se elevan con la ligereza de las mariposas y que laten con la intensidad del amor.

Temas y estilo:

  • La naturaleza como metáfora: El agua, las mariposas y otros elementos naturales se entrelazan con los sentimientos, creando un lenguaje poético rico en simbolismo.
  • El amor en sus diversas formas: El libro explora el amor romántico, pero también el amor a la vida, a la belleza y a la conexión con el mundo que nos rodea.
  • Un lenguaje evocador: La poesía de Castor se caracteriza por su musicalidad y por la capacidad de crear imágenes vívidas en la mente del lector.
  • Reflexiones sobre la existencia: A través de sus versos, el autor nos invita a reflexionar sobre la fugacidad de la vida, la importancia de la belleza y la búsqueda de la felicidad.

En resumen:

"Canto de agua, amor y mariposas" es un libro que deleitará a los amantes de la poesía que buscan una lectura profunda y emotiva. La obra de Luesmil Castor nos recuerda la belleza que nos rodea y la importancia de conectar con nuestras emociones más auténticas.

Pablo Reyes

Escritor

Pablo Reyes nació en Constanza, República Dominicana, en 1978. Estudió Licenciatura en Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Es Doctor en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid. Además, es profesor de literatura en la UASD y coordinador de la Cátedra Historia de la Literatura. En 2009 fue Subdirector de la Editora Nacional. Ha publicado los libros Vuelo letal (2000), Retazos del otro (2009) y en el 2003 obtuvo el Premio Joven de Poesía en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo, con su obra titulada Espuma de ángel.

Ver más