Desde su primer cuento, Desde un costado de la (des)memoria plantea un universo en tensión: por un lado, la ficción realista; por otro, lo mágico-religioso que emerge como resistencia y memoria cultural.
Leído «de cabo a rabo», el libro de Gustavo Olivo Peña puede dividirse en dos grandes ejes: la narrativa que se ancla en lo cotidiano, en la crudeza de lo real, y aquella que se abre a lo mágico-religioso, donde los símbolos y las creencias populares se entrelazan con la literatura como testimonio.
Este es el segundo libro de cuentos del autor. Con 93 páginas de lectura ágil, fue publicado bajo el sello de la editorial Río de Oro, dirigida por el escritor Rafael Rodríguez, en República Dominicana (2025). El prólogo, a cargo del escritor Rafael Peralta Romero, condensa algunas de las historias y resalta las dotes narrativas de Gustavo Olivo Peña. Conviene recordar que su primer libro, Un hombre discreto y otras historias (2022), obtuvo el Premio Nacional de Cuento José Ramón López.
Contar historias, un arte mayor
Los libros de cuentos tienen una particularidad: cada relato es un universo independiente, y el lector escoge con cuál se identifica. El interés no se centra solo en la trama, sino también en la estructura y el estilo narrativo, que pueden atrapar o alejar al lector. Contar historias no es fácil. No se trata de hilar chistes para provocar risas, sino de construir relatos con sentido, coherencia y una estructura definida que permita comprender lo que el autor desea transmitir. Cuando esto falla, el lector queda en el aire y, a veces, frustrado por el tiempo invertido.
Dos vertientes narrativas
El libro está compuesto por once cuentos. Entre ellos, El regreso, El legado, Inocente, La mirada, La fotografía y El Maestro se enmarcan dentro de la ficción realista. Con entornos cotidianos y un estilo sencillo y con maestría narrativa, Olivo logra retratar realidades sin excesos. Este tipo de ficción se encuentra en muchos de los cuentos de Juan Bosch, donde predominan el realismo social como son los casos de: La nochebuena de Encarnación Mendoza, La mujer, En un Bohío, entre otros.
En contraste, cuentos como Viaje a la nada, El regalo y La verdadera historia de Lu Bertrand y Pedro el Cruel (1920) se adentran en lo mágico-religioso, una temática muy cercana a la cultura dominicana. La atracción por lo sobrenatural, aunque no siempre comprobable, forma parte de nuestra tradición, como bien demuestran novelas universales como Pedro Páramo de Juan Rulfo o Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.
En el cuento El regalo, que inicia in media res, Olivo impacta al lector con una escena conmovedora. La historia se teje en torno a la amistad, la empatía y la inocencia de una niña que, con un presente de carácter mitológico, intenta proteger a un amigo de los espíritus malignos. Sin embargo, la vida le juega una mala pasada. El relato explora la frontera entre los sueños conscientes y la realidad, planteando la fragilidad de quienes habitan esos estados intermedios.
El texto respira en esa zona difusa del sueño lúcido, donde, a través del constante aprendizaje y la compañía de sus pequeños amigos muertos, el amigo logra conectar con ellos en el más allá. Confieso que en ocasiones también he tenido sueños que parecen conscientes y he forzado el despertar en el instante exacto en que lo he necesitado. Tal vez por eso sentí que el cuento me hablaba de una realidad latente.
Por su parte, La verdadera historia de Lu Bertrand y Pedro el Cruel (1920) se desarrolla en un pueblo donde surge un personaje mítico: algunos se referían a Pedro el Cruel, quien, casi por arte de magia, cabalgaba para salvar vidas. En contraste, corría la leyenda de un asesino de doncellas, tan despiadado como invisible, atribuida a un misterioso Lu Bertrand, cuya existencia era incierta y puesta en duda: ¿mito, realidad o simple cuento de camino? Alguien terminará viviendo la experiencia para contarla.
No debo dejar de analizar dos cuentos incluidos en la ficción realista, ambos con finales sorpresivos. Uno es El regreso, aunque un poco largo, es uno de los cuentos mejor logrados si se analiza desde el punto de vista estructural, pero que también retrata una realidad latente sobre el abuso policial, especialmente en gobiernos represivos. A esto se suma que, cuando aparece un agente correcto, los demás lo marginan e incluso llegan a construirle un expediente, como le ocurrió al teniente Gael Hidalgo.
El otro cuento es El legado, que aborda las inconductas de algunos jueces. Pero, como en la vida real, no todos son iguales: el magistrado Aldo Albo no era cualquier juez. Su accionar estaba impregnado de vocación y de los deberes éticos y conductuales que establecen los principios fundamentales que guían su desempeño. Ni el soborno del abogado de los evasores de impuestos, los señores Bonet Santurce, ni la solicitud de su amigo, el presidente —todo bajo la presión de los gastos médicos por la difícil situación de salud de su esposa—, lograron doblegarlo. Ellos no soportan hombres como el juez Aldo Albo.
La tradición del cuento
Ya maestros de la narrativa breve como Juan Bosch, Horacio Quiroga, Ernest Hemingway, Edgar Allan Poe o Julio Cortázar han orientado sobre la importancia del inicio y el cierre en un cuento. En el libro de Olivo encontramos distintos tipos de finales: imprevistos y sorpresivos (Bosch), implícitos o sugerentes (Hemingway), contundentes (Cortázar), sorprendentes (Quiroga), o abiertos y reflexivos (Tolstói).
En resumen

En mi lectura, destacan especialmente El regreso, El legado, La mirada, Inocente y El Maestro. Todos, dentro de la ficción realista, muestran una sólida estructuración y giros narrativos que enriquecen la lectura. Abordan temas como abusos militares, corrupción oficial, honestidad, amores y sus huellas, así como otros de fuerte impacto social.
En Desde un costado de la (Des)memoria, Gustavo Olivo transita con la calma de quien conoce el camino a casa. Sus cuentos no avanzan en una “guagüita voladora”, sino en un transporte cómodo y climatizado: la lectura fluye con serenidad, sin tropiezos.
Se trata de un libro lleno de experiencias que, más allá de lo fantástico, deja un legado memorable. Ninguno de estos relatos quedará en la desmemoria; al contrario, cada uno quedará grabado en la memoria del lector.
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