Colaboración especial de Servando Alcántara

El escritor, investigador y ensayista Esteban Tiburcio Gómez tiene entre sus características sobresalientes un fino humor y una aguda capacidad para captar los más ocultos detalles de la realidad social y política dominicana, a lo que suma un estilo de escritura que, sin rebusques retóricos ni demasiados retoques estilísticos, le permite retratar profundas realidades del alma humana.

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Su novela Me mato por medio millón de seguidores es un ejemplo de ese estilo, visto desde la perspectiva de que el humor es un puente que salva el abismo que se abre entre la realidad y el absurdo, y en el caso de Esteban, aunque el humor siempre o casi siempre revela una visión decepcionada de la vida, deja un pequeño resquicio para la esperanza.

El protagonista de Me mato por medio millón de seguidores se llama Eric Peralta, hijo de madre soltera, La Pili, cuyo nombre es Maribel Peralta, Eric está desempleado pese a que tiene un título de técnico en agronomía, es hijo único y su madre está enferma, con achaques propios de la edad y necesita medicinas que el propio hijo no puede comprar.

Un día Maribel le cuenta a su hijo que él es el resultado de una violación, que cuando ella era joven trabajó en la casa del que ahora es “gobernador de la ciudad”, un señor cuyo nombre es Persio Checo, que según Maribel (La Pili) la violó en ese entonces y de esa violación nació Eric.

El muchacho decide vengar a su madre, se junta con un primo que no trabaja, un típico tíguere dominicano, Joshua, y deciden armar una cuenta en redes sociales que se va a llamar precisamente “Me mato por medio millón de seguidores”, que promete al público un suicidio en vivo cuando se alcance ese número, que el acto del suicidio en vivo contará con la presencia del gobernador Checo, que en el momento en que el funcionario aparezca Eric revelará que es su padre, que fue el que violó a su madre y lo matará en vivo antes de matarse él… pero como en todas las historias, en esta van apareciendo cabos sueltos que desvían los acontecimientos.

Primero, Eric conoce a la secretaria del gobernador, una muchacha muy bella llamada Ariadna, que, según el narrador, es “joven, hermosa, de cuerpo estilizado, una linda cara que adornaba con gafas, y siempre iba formalmente vestida y peinada con delicadeza”.

Eric se enamora, pero también se entera de que en realidad el gobernador no es su padre biológico, mientras tanto su primo Joshua, que se ha tomado demasiado en serio lo del suicidio, ha vendido el cuerpo de Eric a una red de tráfico de órganos y espera cobrar un buen dinero por esa venta… el final, inesperado, imprevisto y sorpresivo como en todas las buenas historias, dejará al lector con una sonrisa de alegría o de alivio, o ambas sensaciones a la vez…

La novela de Esteban Tiburcio Gómez es una galería de personajes miserables que pueblan una ciudad donde se cumple a la perfección el viejo adagio de “pueblo chico infierno grande”, Joshua es el más vivo ejemplo del tigueraje ventajero, un individuo totalmente vacío de valores y de principios, capaz de todo por unos pocos pesos, el típico nini del bajo fondo (ni estudia ni trabaja) pero con una enorme creatividad para aprovecharse de las necesidades y de las desgracias de los demás, hasta el punto de vender, literalmente, a su primo al que finge ayudar.

La Pili, una mujer envejecida en la indigencia, condenada a nacer pobre y a morir pobre como le sucede a un altísimo porcentaje de la población vulnerable de este país, es el ejemplo de la madre abnegada que llega a su ancianidad huérfana de familiares, sin siquiera una pensión, a merced de la caridad ajena.

El “gobernador de la ciudad”, si bien tiene al final de la historia un poco de honradez, es también el prototipo del político de provincia, calculador, ambicioso, con especial olfato para el dinero y el poder.

Eric y Ariadna son el símbolo de la esperanza en esta turbia historia, capaces de sobreponerse a lo grotesco de la situación y de sembrar un ejemplo de que el amor es posible aun en medio de tanta miseria moral y espiritual.

Me mato por medio millón de seguidores es un retrato de la sociedad dominicana actual, donde conviven la pobreza y la miseria con los despreciables contenidos de las redes sociales, donde la escasez de valores y la absoluta ausencia de ideales se conjugan para dar lugar a este “triller” de humor negro, donde el absurdo de un suicidio programado y vendido por internet es el punto de arranque de una historia que mantendrá al lector pegado a las páginas del libro, porque si hay otra característica que resalta en la escritura de Esteban Tiburcio Gómez, es su capacidad de atrapar el interés del lector con certeros trazos de un ambiente típicamente dominicano, que trascienden el tono costumbrista para tejer una historia de traiciones donde la esperanza emerge al final, incólume y firme, acaso como una señal de que no todo está perdido.

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