La periodista colombiana Yolanda Ruíz, del periódico El Espectador de su país, ha llamado a una de sus columnas Trump y la política del miedo; ha llamado la atención sobre el rumbo de la política mundial. Ha puesto otros ejemplos como Venezuela, Gaza, entre otros, en donde acuerdos diplomáticos y de convivencia pacífica logrados después de la segunda guerra mundial han sido violentados. Ha sido tan contundente en sus planteamientos que permite relacionar el contexto actual con la novela 1984 de George Orwell.
En 1984, el miedo actúa como eje de las acciones de Winston, el protagonista. Es un círculo donde se mueve perseguido y asustado hasta por su propia sombra, invade todo su ser y lo mantiene presa de sí mismo. Su miserable existencia no deja huecos para la diversidad, para la libertad de acción y pensamiento. Winston vive como si se arrastrara bajo el peso del partido y los dictámenes del hermano mayor.
Ese micromundo creado por Orwell parece reflejarse en la actualidad. El mundo siempre en guerra o amenazado por ella. La intolerancia al pensamiento divergente y la polarización de posiciones. Si alguien pretende ser razonable y crítico ante cualquier hecho, es acusado de ser contrario. Es un ejemplo la República Dominicana; temas como el migratorio o derechos reproductivos y sexuales no pueden ser vistos con humanidad sin ser tildado de enemigo, criminal, inmoral o enemigo de la patria y de las buenas costumbres. No hay lugar para el disenso, para el debate plural, para el equilibrio.
Ese simbolismo de 1984 cobra vida o siempre estuvo. Estar a expensas de una inteligencia artificial que crea palabras para cada hecho, situación, pensamiento o sentimiento; siempre vigilado. Hoy se crea un discurso para cada hecho falso o real; una verdad o una mentira leal que puede tener diferentes caretas como el nacionalismo, patriotismo o moral. Como plantea Yolanda Ruíz, siente miedo el inmigrante, sienten miedo las mujeres y las minorías, los países pobres frente a los ricos, los ciudadanos de los países en guerra, los intervenidos de los interventores. El miedo de Winston es el miedo de todos.
Al igual que en 1984, las grandes masas están abandonadas al entretenimiento. Hoy día, las tecnologías, redes sociales y falsa información lavan el cerebro y mantienen contentas a las masas, sin pensamiento propio, movidas por el espectáculo y la superficialidad. El poder las ignora porque sabe que no van a pensar, a criticar; no solo sabe de su alienación, sino que la alimenta. El poder se ejerce como somnífero por medio de la publicidad, las granjas de bots, el periodismo abyecto y ya casi ni en periodismo; son más potentes los influencers.
En fin, los acuerdos se violentan dependiendo de las circunstancias; los oprimidos temen, puesto que tienen todas las de perder frente a la fuerza y el poder. La inteligencia artificial muchos la sienten como amenaza a los órdenes establecidos; las sociedades están cada vez más polarizadas. El miedo no solo lo siente Winston.
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