La comedia ha sido, en el panorama del cine dominicano, la fuerza industrial determinante: el género que ha sostenido la conexión con el gran público y, por ende, la expresión comercial más consistente y de mayor impacto social. Desde las 600 mil boletas vendidas por la pionera Nueva Yol (Ángel Muñiz, 1995), la risa ha movido multitudes, impuestos y debates culturales.

Con la promulgación de la Ley Nacional de Cine 108-10, que profesionalizó e institucionalizó los procesos productivos, la comedia se convirtió en la apuesta segura. Era el género con el que se garantizaba rendimiento en taquilla gracias a su poder natural para convocar y entretener.

Es igualmente cierto que parte de las comedias de ese período se hicieron al vapor: cine facilista, saturado de marcas en pantalla, guiones previsibles contaminados por el ritmo de la televisión diaria. Pero sería injusto ignorar sus aciertos. La producción de comedias en ese periodo reservó aportes positivos: generó nichos laborales, activó recursos industriales, permitió la formación técnica sobre la marcha y, en notable  medida, dignificó pagos y condiciones para artistas y equipos técnicos. Con el tiempo, ese camino evolucionó.

La comedia dominicana comenzó a cualificarse, a adoptar miradas más selectivas y a depurar sus perfiles, al punto de ceder espacio en cartelera a otros géneros y dejar de ser la reina absoluta de la oferta nacional. La frescura aportada por jóvenes directores enriqueció la diversidad estética —aunque no siempre la crítica comprendió esas búsquedas. Ese desarrollo, sin duda, merece estudios académicos más profundos; uno imagina que el profesor Félix Manuel Lora ya tiene el expediente abierto.

En este escenario llega Medias hermanas, desde el jueves 4, una comedia que debe ser tomada en serio porque aborda asuntos serios en clave humorística. La película es, en esencia, un canto reflexivo sobre la familia, el machismo heredado, la infidelidad y la responsabilidad paterna. Su virtud es convertir esas tensiones en una narración cálida, rítmica y sostenida en un guion que administra la risa con sensibilidad y astucia.

El guion explora las diferencias temperamentales y emocionales de dos hermanas que se descubren súbitamente unidas, detonando un choque de realidades que abre paso a revelaciones tan inesperadas como conmovedoras.

Yoel Morales, director joven, adapta una pieza peruana de 2021 dirigida por Ani Alva Helfer y escrita por Ítalo Cordano. Aquel filme original, de recepción discreta, fue considerado por la crítica como una comedia ligera y olvidable, con actuaciones acartonadas y escasa química entre sus protagonistas. Su impacto taquillero en Perú —19 mil espectadores en un país de 33 millones de habitantes— evidencia su alcance limitado. Un dato para tomar en cuenta en relación con lo que pudiera pasar con la taquilla ahora en el país.

En cambio, Morales opera con una destreza particular dentro del cine comercial dominicano. Logra una versión diferenciada, que avanza entre la comedia ligera de sus dos primeros actos y una profundidad temática hacia el final, donde el mensaje se impone sin sacrificar gracia.

El director equilibra hábilmente actores profesionales con figuras provenientes de la música urbana o las redes sociales. El resultado es un elenco vivo, de aceitada química y brillo interpretativo. Su mayor logro quizá es no repetirse como realizador de cine independiente —donde sus márgenes creativos son otros— y ajustarse con inteligencia a los códigos de una comedia de fórmula. Que nadie espere una prolongación de Bachata del Biónico (2024); aquí corre otra sangre dramática.

Entre las actuaciones destacan Frank Perozo, Nashla Bogaert, Xiomara Rodríguez e Irving Alberti. También resalta el desempeño de talentos naturales, perceptible al comparar la frescura de la debutante Ramcelis de Jesús con los momentos más intensos de Perozo y Bogaert.

Nashla exhibe dominio absoluto de las emociones complejas, apoyada en una trayectoria fílmica sólida que reafirma su presencia orgánica en pantalla.

Ramcelis de Jesús, por su parte, consigue igualarse en ritmo emocional, logrando una química convincente y disfrutable, con secuencias de intensidad bien sostenidas.

Frank Perozo reafirma su versatilidad y entrega una actuación brillante. Irving Alberti aporta el contrapeso de sensatez familiar, convertido en brújula afectiva y moral.

Una mención especial merece Xiomara Rodríguez, quien se roba la escena en un momento memorable: parada en una puerta, con un parlamento mínimo y una economía gestual admirable, consigue un nivel de expresividad digno de análisis académico. Es una de esas escenas que parecen pequeñas, pero en manos de una actriz precisa adquieren potencia.

Medias hermanas es, en esencia, un aporte valioso al género de la comedia dominicana. No es perfecta —su último acto experimenta cierta ralentización al centrarse en el drama familiar—, pero su conjunto es sólido, divertido y emocionalmente honesto.

La banda musical es resaltante, vinculando géneros populares del merengue en versiones de grupos conocidos (Krispy y Los Ilegales), dando espacio a un sorprendente talento nuevo del típico (El rubio del Acordeón) y apelando a talentos del género urbano, que bueno.., tienes sus observaciones líricas ….

El mercadeo tiene un desliz: el cartel oficial por el uso excesivo de retoques digitales que desfiguran el rostro de Nashla Bogaert —una mulata dominicana hermosísima convertida, vía Photoshop, en un rostro ajeno. El afiche debió priorizar tema y no apariencias.

Medias hermanas es una comedia de peso artístico y buena realización técnica. Es una producción vigorosa que hace reír a carcajadas y, al mismo tiempo, invita a pensar sobre los vínculos familiares. Garantiza una experiencia agradable y emotiva desde la pantalla grande.

Ficha técnica

GÉNERO: Comedia
PAÍS: República Dominicana
DURACIÓN: 97 min

PRODUCCIÓN EJECUTIVA: Caribbean Films
DIRECTOR: Yoel Morales
GUION ORIGINAL: Ítalo Cordano
ADAPTACIÓN: Kendy Yanoreth Calcaño
PRODUCCIÓN GENERAL: Kendy Yanoreth Calcaño
DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA: Francis Adamez (SDC)
DIRECCIÓN DE ARTE: Giselle Madera
GERENTE DE LOCACIONES: Alex Peña
SONIDO DIRECTO: Franklin Hernández
DIRECCIÓN DE VESTUARIO: Leandra Fañas
DIRECCIÓN DE MAQUILLAJE: Sarah Quezada
EDICIÓN: José Delio Ares (AMAE, ADEA)

Piezas musicales: Krispy, Los Ilegales, El Rubio del Acordeón, Ebenzer Guerra, Techy Fatule, Nino Freestyle y Tive Gunz, La Perversa.
MÚSICA ORIGINAL: Mediopiky

ELENCO: Nashla Bogaert, Ramcelis de Jesús, Frank Perozo, Irving Alberti, Xiomara Rodríguez, La Perversa, MikeToks, El Rubio del Acordeón, La Pitonisa, Enrique Quailey, Rafael Bobadilla, La Piri, Sandra Palmett, Claribel Adames, Mario Arturo Hernández, George Olivo y Pedro Hernández.

José Rafael Sosa

Periodista

Escritor, periodista y animador cultural. Nació en Puerto Plata en 1950. Tiene una amplia trayectoria en el periodismo cultural dominicano. Se ha caracterizado por cultivar géneros que le faciliten una comunicación efectiva con sus lectores, como el cómic y el origami. Es el principal escritor de literatura de crecimiento personal en República Dominicana.

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