
Bali, el famoso paraíso tropical de Indonesia, ha cautivado a muchos turistas a lo largo de los años.
Pero también está dejando a un número cada vez mayor de personas desilusionadas, entre ellas Zoe Rae.
"Desde que aterrizamos en Bali, hay algo que no nos acaba de cuadrar", dijo en un vídeo de YouTube grabado en julio en su habitación de hotel.
"Llegamos a Bali con muchas expectativas porque habíamos visto en las redes sociales que todo el mundo se lo pasaba muy bien".
"Si hicieras una foto de la cafetería y alejaras el zoom, verías cuál es la realidad".
Rae no describió la realidad que vio, ni respondió a las preguntas de la BBC. Pero lo que encontró fue lo suficientemente inquietante como para que reservara un vuelo improvisado a Dubái para continuar celebrando allí su aniversario de boda.
No hay que buscar muy lejos para encontrar pistas.

Las redes sociales están llenas de publicaciones sobre "expectativas versus realidad" en Bali.
Comensales disfrutando de la puesta de sol en un restaurante junto a la playa, y montones de basura a lo largo de las escaleras destartaladas que llevan hasta allí.
La pose en bikini frente a una cascada, mientras una serpenteante fila de turistas espera su turno sobre rocas resbaladizas.
Los batidos con bombillas de bambú, justo al lado de motocicletas que echan humo y están atascadas en carreteras congestionadas.
Millones de personas acuden en masa a Bali cada año en busca del Shangri-La espiritual prometido en las memorias y la película de los años 2000 "Come, reza, ama".
En cambio, lo que les espera son multitudes, tráfico y la cacofonía de las obras, que se han intensificado junto con el auge del turismo tras la pandemia.

La creciente tensión en la isla había provocado muchos gestos de incredulidad y quejas, pero este mes los acontecimientos tomaron un giro sombrío.
Más de una docena de personas murieron en unas inusuales inundaciones en la isla. Según las autoridades, la mala gestión de los residuos y el desarrollo urbano descontrolado habían empeorado la situación.
Desde entonces, el gobierno local ha anunciado que restringirá las nuevas construcciones. Sin embargo, muchos consideran que estas medidas son insuficientes y llegan demasiado tarde.
¿Cómo ha llegado a esta situación Bali, celebrada durante décadas como el "último paraíso"?
#Bali en Instagram
Los aventureros occidentales llevan visitando Bali desde principios del siglo XX, cuando se consideraba un lugar exótico y apartado, hogar de templos hindúes y arrozales.
La espiritualidad y el respeto por la naturaleza están muy arraigados: los monos, las vacas y los pájaros tienen un significado sagrado, se cree que los grandes árboles antiguos albergan espíritus y que el popular volcán Batur, ideal para practicar senderismo, está protegido por una diosa.
Bali fue "uno de los primeros lugares en los que se habló de utopía, gran belleza y cultura", afirma Gisela Williams, una escritora de viajes afincada en Berlín que lleva visitando la isla desde los años 90.
"Es la cultura hindú balinesa la que ha creado este mito del lugar".
En la última década, el turismo en la isla se ha disparado, pasando de 3,8 millones de visitantes en 2014 a 6,3 millones el año pasado.
Este año parece que se batirá un nuevo récord: la isla va camino de recibir a más de siete millones de turistas extranjeros.
Más que por sus tradiciones únicas o su idilio, Bali es hoy más conocida por sus clubes de playa y sus casas de surf.
El alcohol es fácil de conseguir y la ropa escasa es más aceptable aquí que en el resto de Indonesia. Además, la mayoría de los visitantes también quieren sumergirse en los lujosos hoteles, villas y spas de Bali.
"Hay muchos occidentales que realmente aprovechan la asequibilidad de un estilo de vida de lujo", dice Williams. "Desde que las redes sociales han tomado el control, es una forma muy superficial de entender un lugar… Solo ves una foto y luego vas".

La desilusión de Zoe Rae con la realidad que encontró en Bali pone al descubierto la imagen idealizada que tienen muchos viajeros ocasionales.
En respuesta a la publicación de Rae, Hollie Marie, una creadora de contenido británica que vive en Bali, advirtió en un video de TikTok que "solo buscar Bali en Instagram te dará una realidad distorsionada de la isla en sí".
"El problema con Bali es que la gente viene aquí y solo se queda en ciertas zonas porque quiere ver cafeterías bonitas y visitar lugares instagrameables. Y se pierden el hecho de que Bali es una isla muy rica culturalmente", explica Marie a la BBC.
Quienes viven allí o han explorado más allá de los lugares más obvios te dirán que la belleza natural de Bali está viva y coleando, desde el avistamiento de delfines y las exploraciones submarinas hasta el exuberante paisaje del tranquilo norte.
La isla es "mucho, mucho más" que los "lugares de fiesta" que suelen visitar los turistas, afirma Canny Claudya, que se mudó a Bali desde la capital de Indonesia, Yakarta.
"Si crees que Bali está masificada, es que no estás en los lugares adecuados".

"Deteriorándose día a día"
Aun así, los lugareños afirman que su isla ha cambiado sin duda alguna debido a las exigencias del turismo.
Y cuando escuchan quejas de que este no es el paraíso que los viajeros esperaban, algunos señalan que esos comentarios están llenos de ironía.
"Cuando los turistas dicen que están decepcionados porque Bali está más concurrida, ellos también forman parte de esa multitud", afirma I Made Vikannanda, un investigador balinés que aboga por la protección de la naturaleza y la población de la isla.
"Es como cuando estamos en un atasco y nos preguntamos: '¿Por qué hay tanto tráfico?'. Pero estamos en un coche. Somos nosotros los que conducimos el coche, somos nosotros los que provocamos el tráfico", afirma.
Ni Kadek Sintya, de 22 años, recuerda una época en la que solía recorrer en su scooter las tranquilas carreteras de Canggu, pasando por los arrozales donde solía parar a comer.
Cinco años después, Canggu tiene uno de los peores atascos de la isla. El trayecto de Sintya hasta su trabajo en un centro de bienestar está flanqueado por villas y cafeterías, y los cláxones impacientes la siguen durante todo el camino.
"No me molesto en parar, y mucho menos en descansar allí", afirma. "Ahora, cada vez que paso por el lugar donde solía sentarme, siento una gran tristeza. Siento que Bali se está deteriorando día a día".

A medida que aumenta el turismo, los hoteles, cafeterías y bares se han ido extendiendo desde el congestionado sur de la isla.
El último destino de moda es Canggu, un antiguo y tranquilo pueblo de pescadores que se ha convertido en un imán para los surfistas de todo el mundo.
Canggu sigue los pasos de otros barrios, desde Uluwatu hasta Seminyak, que eran tranquilos rincones que se han transformado a medida que los turistas buscan nuevas "joyas ocultas".
Esta migración ha hecho que cafeterías, gimnasios y espacios de coworking de moda hayan surgido a lo largo de estrechas carreteras rurales.
Pererenan, al norte, está siendo aclamado ahora como un Canggu más relajado.
Más al norte, en los bosques de Ubud, los complejos turísticos se promocionan como un santuario para escapar del bullicio del sur.
"Es una verdadera encrucijada", afirma Marie. "Por un lado, siempre es bueno animar a la gente a visitar diferentes zonas… Pero creo que eso también entraña un peligro, porque animará a la gente a construir en cualquier lugar".
Además, añade, "la gente trata Bali un poco como un parque de atracciones".

No pasa ni un mes sin que los turistas que se comportan mal aparezcan en los titulares de la prensa: han sufrido accidentes graves tras conducir motos en estado de embriaguez o sin casco, se ha deportado a extranjeros por desnudarse en lugares sagrados, y otros se han metido en problemas por peleas bajo los efectos del alcohol.
A las tensiones recientes se suman los miles de rusos y ucranianos que se han instalado en Bali tras huir de la guerra.
El director de la Agencia Nacional de Narcóticos de Indonesia advirtió recientemente del creciente problema de los rusos y ucranianos que se dedican a actividades delictivas en Bali.
Limpieza
El resentimiento local va en aumento, y los justicieros de las redes sociales denuncian públicamente a los turistas que se comportan mal, a pesar de que los balineses mantienen su hospitalidad mundialmente famosa.
"Muchos turistas piensan que, como son ellos los que gastan dinero en nuestra isla, los lugareños deberíamos aceptar todo lo que hacen", afirma Sintya, que, como muchos de su generación, ha llegado a depender de la estabilidad que le proporciona su carrera en el sector turístico.
"Me siento atrapada", afirma, "porque vivimos del turismo. Si dejamos de recibir turistas, ¿de qué vamos a vivir?".

A pesar del "crecimiento descontrolado" del turismo, el investigador Vikannanda cree que "el desarrollo de Bali y la armonía con la naturaleza aún pueden mantenerse".
"Sigo siendo optimista. Especialmente con la participación de los jóvenes".
De hecho, empresas y activistas han puesto en marcha iniciativas para fomentar el desarrollo sostenible, desde la educación sobre la gestión de residuos hasta la limpieza de playas.
Las autoridades, que han sido criticadas por no regular suficientemente el turismo, también están tratando de limpiar la isla.
A principios de este año, Bali prohibió los plásticos de un solo uso y publicó unas directrices de comportamiento para los visitantes con el fin de "garantizar que el turismo en Bali siga siendo respetuoso, sostenible y en armonía con nuestros valores locales".
Se ha desplegado a la policía en las zonas más populares para garantizar que los visitantes cumplan las normas.

"El Gobierno indonesio ha comprendido que Bali también es un activo natural, no solo un mercado turístico que explotar", explica a la BBC Maria Shollenbarger, editora de viajes de la revista How To Spend It del diario Financial Times.
"Bali es un crisol en muchos sentidos del turismo excesivo", afirma.
"Pero independientemente del lugar del mundo al que vayas, creo que es importante que la gente recuerde que es responsabilidad tuya, como viajero, comportarte de forma responsable en el destino".

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