
Luis Chaves (San José, 1969) es considerado uno de los poetas contemporáneos más importantes de Costa Rica y de Centroamérica, aunque él dice que no le gusta que lo llamen poeta. Porque aunque empezó con la poesía, luego sumó a su obra la crónica y con la narrativa. Y después todo se mezcló.
"Yo creo que escritor incluye todo", afirma.
Pero Chaves no siempre se dedicó a escribir. Primero estudió economía agrícola, aunque ya en el inicio de su carrera profesional se dio cuenta que la literatura era lo suyo.
Entre sus libros más conocidos están "La máquina de hacer niebla", "Los animales que imaginamos", ganador del Premio Sor Juana Inés de la Cruz, y Chan Marshall, que obtuvo Premio de Poesía Fray Luis de León.
BBC Mundo habló con él en el marco del Festival Centroamérica Cuenta, que fue a presentar junto a Gioconda Belli a la Feria del Libro de Buenos Aires.

¿Cómo ves la situación actual de Centroamérica?
[Jorge Luis] Borges decía "tal persona vivió un contexto histórico complicado, como todo el mundo".
Entonces, diría que Centroamérica vive un momento complicado… Pero así ha sido siempre.
Ahora tenemos al presidente de El Salvador o al de Costa Rica que son muy similares al modelo de Bolsonaro, Milei y Trump, y tienen este discurso que enardece desde la desinformación.
La división de poderes está afectada, y este tipo de mandatarios, además de ostentar el poder político, es empleado del poder económico. Me parece preocupante.
Durante mucho tiempo, a Costa Rica la señalaban como el ejemplo de Centroamérica, le decían "la Suiza centroamericana". ¿Estás de acuerdo?
Yo no sé si los suizos estarán de acuerdo con eso.
Creo que tiene que ver con el hecho de que al abolir el ejército en 1948, se convirtió en un país sin ejército.
Imagínate cuánto gastan los gobiernos de países pobres que tienen ejército. Costa Rica eso se lo ahorraba y por mucho tiempo estuvo mejor distribuido el presupuesto nacional.
Aunque eso es algo que ha venido deteriorándose y ha generado muchas diferencias.
Al final los políticos determinan la historia de los países.
Entonces si comparamos lo que está haciendo [el presidente de El Salvador, Nayib] Bukele con lo que está haciendo [el presidente de Costa Rica, Rodrigo] Chaves, este quisiera tener el poder que tiene Bukele para meterse con el ejército a la Asamblea Legislativa, al Congreso.
Pero como en Costa Rica no hay ejército, entonces el debilitamiento ha venido más por un discurso.
Claro que si te comparas con países que tienen situaciones más graves, pues siempre vas a quedar un poco mejor.

¿Cómo te sientes con esa imagen de Costa Rica?
Es como con la familia. Yo puedo criticar a mi familia, pero si vienes y me dices: "Tu papá es un hijo de p…", yo te digo: "Eso no". Yo lo puedo decir, tú no.
Igual con el país. Yo entiendo la imagen que tiene Costa Rica, pero yo vivo ahí. Cuando uno critica al país te dicen: "Si no te gusta, vete".
¡Es al revés! Si lo critico es porque me importa, porque estoy consciente de la historia que he tenido allí y hacia dónde parece que vamos.
Me importa muchísimo, es mi lugar, es mi país. Pero no puedo decir que es el país más feliz del mundo. Eso es un eslogan publicitario. Yo soy de ahí y puedo decir que eso no lo creo.
¿Cómo ves la relación de Costa Rica con sus vecinos?
Hay mucha migración de Nicaragua hacia Costa Rica, y el costarricense, además de estar enardecido por los discursos políticos, es xenófobo. Cree que es diferente al nicaragüense.
Empiezan a decir: "Ah, es que el seguro social está lleno de nicaragüenses indocumentados".
Es el mismo discurso en todos los países.
Creo que hay una cierta sensación alimentada por un discurso de superioridad que es falso.
Fuera de Centroamérica, un europeo no sabe quién es de Costa Rica y quién es de Nicaragua.

En la reciente Feria del Libro de Buenos Aires afirmaste que "Costa Rica ha sido una traidora en muchas causas centroamericanas". ¿Por qué?
Sí, y tengo un ejemplo, yo no me lo invento.
Fue en la Guerra de Centroamérica y con la revolución sandinista, cuando era revolución sandinista real.
El presidente que gobernaba Costa Rica cuando empieza la revolución era Rodrigo Carazo (1978–1982), que apoyaba el derrocamiento de Anastasio Somoza.
Cuando llega el presidente posterior, Luis Alberto Monge (1982–1986), declara en las Naciones Unidas la neutralidad de Costa Rica, pero los contras de Ronald Reagan (1981-1989), que eran los que lucharon contra los que acababan de derrocar a Somoza, entrenaban y salían desde el norte de Costa Rica.
Eso me parece una traición, eso no se hace. Habían declarado la neutralidad, pero era mentira.
¿Cuáles crees que son los desafíos más importantes que Centroamérica enfrenta hoy para poder salir adelante?
El nivel de deterioro de la educación y la salud impactan como siempre, y en cualquier lugar, a la población más carenciada.
Existe una pobreza extrema en Centroamérica. Es un desafío que no veo que vaya a cambiar en el corto plazo.
Además, el presidente de Costa Rica puede ganar fácilmente las próximas elecciones y se puede perpetuar con este discurso de debilitamiento de la división del Estado.
Por otro lado, yo no soy salvadoreño y no voy a meterme a hablar de otra familia, pero un gran tema ahí es el problema de la violencia y la inseguridad por las maras. La manera en que Bukele las ataca es salvaje. Es cercar barrios enteros y toda la gente que está ahí va para la cárcel. Inocentes y culpables.
Tengo amigos que se tuvieron que ir porque están amenazados. Es tremendo.

¿Qué queda?
La gente.
El otro día hablaba de un escritor europeo al que le costaba entender muchas cosas de Centroamérica o de América Latina. Por ejemplo, que acá hablamos y nos tocamos o vamos a tomar algo a la casa del otro.
Es decir, esa forma de ser centroamericano y latino como una cuestión relajada y amorosa. Eso sigue estando, a pesar de todas las dificultades.
Yo creo que hay que apostar a eso, a luchar contra la atomización, contra la idea de que a ellos no les conviene que haya sindicatos, que no les conviene que la gente hable, que se organice.
Hay que pensar en el colectivo. Solos es imposible.

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