
Un jarrón Ming robado de un museo suizo. Un tiroteo en la casa de un comediante en Woodford, en el este de Londres. El robo de un apartamento de lujo en Sevenoaks, Kent, Inglaterra.
Estos sucesos aparentemente inconexos formaban parte de una red de crimen organizado internacional que la policía desenmascaró tras una investigación de seis años.
La prueba clave: un iPad, hallado bajo dos centímetros y medio de arena en la orilla del río Támesis, en Londres.
Su descubrimiento fue crucial para la investigación que llevó a que tres personas fueran declaradas culpables en el Tribunal Penal Central de Inglaterra por el intento de asesinato de uno de los ladrones armados más notorios de Gran Bretaña.
Cuando un agente de policía encontró el iPad con un detector de metales una fría mañana de noviembre de 2024, estaba cubierto de barro tras haber permanecido bajo el agua durante más de cinco años.
Los forenses lograron limpiarlo y leer la tarjeta SIM. Los datos de llamadas que se recuperaron proporcionaron pruebas contundentes contra tres hombres: Louis Ahearne, Stewart Ahearne y Daniel Kelly.
"Me lo he preguntado mucho", reflexionó el detective superintendente Matt Webb de la Policía Metropolitana, quien lideró la investigación. "¿Cometieron errores catastróficos o simplemente nunca creyeron que los atraparíamos?".
"Meticulosamente planeado"
La primera vez que los hermanos Ahearne y Kelly llamaron la atención de la policía fue el 11 de julio de 2019, después de unos disparos que rompieron el silencio una tarde en la acaudalada zona de Woodford, Inglaterra.
Seis balas atravesaron el cristal de un invernadero en una lujosa propiedad del comediante Russell Kane, que había sido alquilada al exluchador Paul Allen.
Una bala le cercenó un dedo a Allen, la otra le atravesó la garganta y se alojó en la médula espinal, dejándolo con dificultad para respirar y sangrando profusamente.
"¡Dispararon contra él, dispararon contra él!", gritó la pareja de Allen, Jade Bovington.

Mientras llamaba frenéticamente a una ambulancia, los vecinos y un guardia de seguridad privado oyeron los gritos y corrieron a prestarle primeros auxilios.
Un testigo describió haber visto a un hombre saltar un muro, correr entre unos arbustos y subirse directamente a un vehículo que lo esperaba, que huyó inmediatamente.
A día de hoy, Allen permanece confinado en una silla de ruedas, con parálisis de brazos y piernas.
Allen se hizo famoso como uno de los cabecillas de lo que sigue siendo el mayor robo a mano armada en la historia de Reino Unido.
En 2006, formó parte de una banda que usaba pasamontañas y portaba armas, incluyendo un fusil de asalto AK-47, y que amenazó con matar al personal del depósito de Securitas en Tonbridge, Kent.
Robaron 53 millones de libras (US$68 millones) en billetes del Banco de Inglaterra, dejando atrás otros 199 millones de libras que no cupieron en su camión.
Allen huyó a Marruecos cuatro días después, pero fue arrestado en Rabat junto con su amigo y compañero de asalto, Lee Murray, quien permanece en prisión en la cercana ciudad de Tiflet.
En enero de 2008, Allen fue extraditado a Reino Unido y posteriormente condenado a 18 años de prisión.
Fue liberado en 2016 y regresó a su lugar de origen en el sureste de Londres. Pero se mudó a Woodford con su pareja y sus dos hijos menores después de que un hombre armado abriera fuego contra él y su hija embarazada en la puerta de su casa en Woolwich, Londres, en septiembre de 2018.
Diez meses después, Allen casi muere cuando esas dos balas lo alcanzaron mientras estaba en la cocina de su casa en Woodford.
La fiscalía argumentó que los hermanos Ahearne y Kelly eran igualmente culpables del complot para asesinar a Allen, que involucró un auto de alquiler, vigilancia y teléfonos de prepago no registrados.
"Este fue un intento de asesinato meticulosamente investigado y planeado por un equipo de hombres con amplio conocimiento del nivel de criminalidad necesario para llevarlo a cabo", declaró el fiscal Michael Shaw.
Al descubrir cómo los tres supieron dónde encontrar a Allen, la policía también descubrió que su actividad criminal era mucho mayor.
Ginebra y Londres
Apenas un mes antes del tiroteo, los hermanos Ahearne y Kelly se encontraban frente al Museo de Arte del Lejano Oriente en Ginebra, equipados con un mazo, pinzas angulares y palancas.
Segundos después de forzar la puerta principal, rompieron los cristales que albergaban antigüedades de la dinastía Ming de China del siglo XIV.
Se llevaron tres objetos: un raro jarrón de granada, una copa de vino estilo doucai y un cuenco de porcelana, cuyo valor asegurado total era de US$3,6 millones.
En su prisa por huir, Stewart se cortó con las paredes del agujero que la banda hizo en la puerta principal, dejando rastros de su ADN.
Él había alquilado en el aeropuerto de Ginebra el vehículo en el que huyeron.
Louis, por su parte, fue grabado por las cámaras de seguridad en el interior y el exterior del museo el día antes del asalto.

A los pocos días de regresar al sureste de Londres con los objetos robados, el trío se dispuso a deshacerse de los artículos que habían robado.
Los hermanos volaron a Hong Kong con Kelly mientras intentaban vender uno de los objetos robados en una casa de subastas.
La casa de subastas alertó a la policía de Londres, que envió agentes encubiertos haciéndose pasar por comerciantes de arte.
Durante el juicio, la fiscalía británica argumentó que el robo internacional demostraba que los Ahearne y Kelly se encontraban en la cima de la criminalidad.
Pero la policía desconocía que, mientras buscaba las antigüedades robadas, los tres dejarían pistas casi similares que delatarían su presencia en el tiroteo de Woodford.
El auto de alquiler y la compra de un refresco
En las horas posteriores al tiroteo, se examinó la escena del crimen en Woodford. Se encontraron seis casquillos de bala disparados por una pistola semiautomática Glock, así como marcas de desgaste en la valla del jardín trasero de la propiedad, provenientes de la dirección en la que se efectuaron los disparos.
Se descubrió que las muestras de ADN tomadas de la valla pertenecían probablemente a Louis y Kelly.
Al revisar las imágenes de las cámaras de seguridad, la policía pudo identificar la matrícula de un Renault Captur gris plateado, propiedad de la empresa de alquiler Avis.
Los registros mostraban que Stewart lo había alquilado en una sucursal de Dartford dos días antes del tiroteo y lo había devuelto al día siguiente.
Inspecciones posteriores de las cámaras de seguridad revelaron que 90 minutos antes del tiroteo, el Renault había entrado en un taller de Shell en Shooters Hill Road, cerca de Greenwich, en Londres.
"Pararon en una gasolinera porque Louis Ahearne tenía sed", declaró Shaw ante el tribunal.
"El problema con las gasolineras es que tienen muy buenas cámaras de seguridad", añadió Shaw.
Dos días antes, Kelly y Louis habían sido conducidos por Stewart en el mismo Renault Captur a Ide Hill Hall, una mansión del siglo XVI reconvertida en apartamentos de lujo en Sevenoaks, Kent.
Haciéndose pasar por policías, con una luz azul intermitente en el techo del Renault, el trío y otro hombre irrumpieron en la propiedad cerrada y robaron artículos de diseño.
Posteriormente, fueron condenados por el tribunal de Maidstone por robo e intento de robo en otro apartamento.

Al día siguiente, el 10 de julio, Stewart usó el Renault para conducir por zonas del este de Londres, como Bethnal Green, Snaresbrook y Woodford.
Un análisis más detallado de las cámaras de tráfico mostró que el Renault seguía a un Mercedes plateado perteneciente a los Allen.
Pero los detectives tendrían que esperar más de cinco años para descubrir cómo los hombres encontraron el paradero de Allen.
Descubriendo la verdad en el Támesis
En octubre de 2024, cuatro meses antes del inicio del juicio en el tribunal penal y poco después de ser extraditado de Suiza a Reino Unido, Louis presentó su defensa, que contenía un detalle intrigante.
Declaró que mientras regresaba a Woolwich, el Renault se había detenido en John Harrison Way, una calle junto al río Támesis.
Louis dijo que esperaba que se recuperaran las imágenes de las cámaras de seguridad de la calle, que lo mostrarían "tomando aire fresco" mientras Kelly desaparecía en dirección al Támesis.
El inspector Webb afirmó: "Sabíamos que el vehículo se había detenido en John Harrison Way y que Kelly salió, pero nada más. No sabíamos adónde fue, no sabíamos qué había pasado".
"De inmediato, pensamos que si alguien quería deshacerse de algo crucial, probablemente sería un arma de fuego", añadió.

Armando el rompecabezas
La defensa de Louis llamó la atención sobre la parada que condujo al descubrimiento del iPad en el río Támesis, lo que enfureció a Kelly, quien se enteró justo antes de que comenzara el juicio.
El segundo día del juicio, una grabación desde una furgoneta de la prisión captó a Kelly gritándole a Louis: "¿Cómo te trata la vida de soplón?".
Kelly y Stewart permanecieron en silencio en el banquillo durante todo el juicio y se negaron a declarar, tras haber expresado temores por su seguridad. Louis insinuó al jurado que fue Kelly quien apretó el gatillo en el tiroteo de Woodford.
Pero el inspector jefe Webb afirmó que el iPad era la clave para desentrañarlo todo.
"Todos quedamos atónitos y estupefactos", contó. "El detective Matthew Freeman me llamó y me dijo que habían ido al Támesis y encontrado un iPad".
"No puedo repetir lo que dije, pero me quedé boquiabierto. ¡Qué hermosa pieza del rompecabezas para armar!", agregó.
Los datos de las llamadas mostraron que tanto el iPad como un iPhone 6, propiedad de Kelly, habían contactado con algunos números seleccionados, incluyendo a los hermanos Ahearne.
La tarjeta SIM también estaba vinculada a dispositivos de rastreo GPS que se encontraron dentro de un automóvil cuando Louis y Kelly fueron arrestados en agosto de 2019.
Las cuentas de correo electrónico se vincularon posteriormente a Kelly y a un colaborador cercano.
A partir de ahí, la policía pudo examinar 59 compras en Amazon y eBay. Algunas incluían teléfonos Nokia desechables no registrados utilizados para comunicarse durante la trama de asesinato.
La tarjeta SIM estuvo en uso hasta que desapareció de la red poco antes de que dispararan contra Allen.
Los tres hombres, que demostraron ser criminales internacionales experimentados, fueron descubiertos por detectives tenaces que encontraron su dispositivo tecnológico desechable.
Fueron declarados culpables de conspiración para asesinar y sentenciados a fines de abril a un total de más de un siglo en prisión.
"Este ataque puede parecer la trama de una película de Hollywood, pero la realidad es algo bastante diferente", dijo Webb tras el veredicto. "Esto fue una criminalidad horrenda".

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