Carlos Arturo Gallón, vestido de militar, y en el fondo el recorte de un periódico que contó su historia en 1964.
BBC / Cortesía Andrés Sanín
La historia de Carlos Arturo se mantuvo en secreto durante casi una década.

Carlos Arturo Gallón no nació con ese nombre. Ese se lo pusieron después, cuando llegó a Colombia dentro de la bolsa de un soldado desde la guerra de Corea.

No está claro su nombre original. De las veces que se ha escrito, la mayoría con letras invertidas o discordantes, el más fidedigno parece el de Yung Ucheol.

Tampoco se supo su edad. Cuando unos soldados colombianos lo hallaron hurgando en la basura le echaron unos siete u ocho años.

Han pasado más de 70 años y la vida de este niño coreano que viajó a Colombia escondido en una bolsa, vivió en el país sudamericano, saboreó la fama y regresó a Corea en un viaje inverosímil sigue obsesionando a un sinnúmero de intrigados.

El colombiano Andrés Sanín es uno de ellos.

Bajo el título "El niño de la tula" (Planeta 2025), este periodista publicó hace semanas un libro sobre la vida de este coreano en tierra ajena cuyos eventos civiles, como su matrimonio, se contaban en la prensa como si fuese de la socialité.

Sanín se basó en los testimonios de uno de los hijos de Gallón, Yunc, y de varios veteranos colombianos de la guerra de Corea para reconstruir la odisea de un hombre marcado por el conflicto, el abandono y sus fantasmas del pasado.

Una odisea que comenzó en 1951, cuando el entonces presidente de Colombia, Laureano Gómez, mandó a alrededor de 5.000 soldados a luchar junto a Estados Unidos y la actual Corea del Sur contra las tropas de lo que es hoy Corea del Norte, apoyadas por China y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

El Batallón Colombia en Corea

La guerra de Corea fue el primer conflicto militar de la Guerra Fría en que EE.UU. y la URSS, las grandes potencias de la época, se disputaron la hegemonía ideológica, económica y militar del planeta.

Unos años antes, en 1945, Japón había sido derrotado en la II Guerra Mundial, acabando con décadas de dominación nipona en Corea.

Bajo la idea de que los coreanos decidieran un futuro unificado, la URSS ocupó la mitad norte y EE.UU. la sur de la península coreana.

Sin embargo, las diferencias entre el norte comunista y el sur capitalista se profundizaron, lo que resultó en la creación de dos Estados separados.

El 25 de junio de 1950 Corea del Norte, con el apoyo político y logístico de la URSS y China, invadió el Sur con el propósito de reunificar la península bajo un solo régimen comunista.

Pero el Sur, respaldado por Estados Unidos, sus aliados y las Naciones Unidas, resistió la invasión y lanzó un contraataque masivo.

Fue el inicio de un conflicto brutal de tres años que dividió a Corea en dos y dejó entre cuatro y seis millones de muertos, miles de desplazados y cientos de familias separadas.

Colombia fue el único país latinoamericano que mandó hombres a luchar a esa guerra bajo el nombre de Batallón Colombia.

Entre ellos, a Aureliano Gallón, un tipo aventurero y con fama de "loco" al que un niño coreano, hambriento y abandonado, le despertó el instinto paternal.

"Papasán, quiero ir a Colombia"

Recorte de periódico de El Espectador, encontrado en casa de Carlos Arturo por parte de su hijo Yunc.
Cortesía de Andrés Sanín
El padre adoptivo de Carlos Arturo, Aureliano Gallón, narró a El Espectador su historia con "el niño de la tula".

Siempre guardé silencio sobre un coreanito que con el apoyo de mis compañeros me traje a Colombia.

(…)

Durante mis recorridos diarios, pasaba por un lugar a donde llevaban las basuras y las cosas inservibles. Un buen día noté huellas en la nieve y me llamó la atención el asunto.

(…)

Allí, apretados unos contra otros, estaban siete niños. (…) Me pude dar cuenta de que muchos de los desperdicios que se arrojaban estaban en su poder. Después supe que ellos se proveían de comida y de vestido de allí. De los Coreanitos, me atrajo uno que era el más <<avispado>>. Ante la imposibilidad de entenderlos, resolví volver al campamento y buscar a alguien que me sirviera de intérprete.

El coreano que llevé sabía español y esto ayudó mucho. Habló con los niños y allí mismo decidí llevarme a la línea de fuego a Young Huchory. Tenía siete años. Era muy vivo y muy simpático. Durante los meses que siguieron empecé a enseñarle español. Aprendió muchas palabras rápidamente y un buen día me sorprendió diciéndome:

-Papasán, quiero irme a Colombia.

(…)

Era difícil. Solicitar permiso para traerlo a mi patria era inútil. Así que tomé una decisión: lo traería a Colombia de contrabando.

Relato de Aureliano Gallón, padre adoptivo de Carlos Arturo, al periódico El Espectador en 1964, 11 años después del fin de la guerra en Corea.

Recorte del periódico El Espectador con el rostro de Carlos Arturo.
Cortesía de Andrés Sanín
La historia de Carlos Arturo Gallón se reveló a Colombia en un reportaje especial publicado en El Espectador en 1964.

El hijo del Batallón Colombia

Según el escritor Sanín, esa es la única versión oficial sobre cómo los soldados del Batallón Colombia encontraron al pequeño Yung Ucheol.

En sus investigaciones y entrevistas con otros veteranos, siempre a merced de posibles trampas en sus memorias, el periodista esbozó el relato más fiable.

"El veterano Ramón Rojas, compañero de Gallón y con el que más hablé, cuenta que el niño hurgaba en la basura del Batallón Colombia. Había muchos huérfanos en la guerra que se tenían que buscar la vida", le cuenta Sanín a BBC Mundo.

La madre de Carlos Arturo se había ido y dejado al pequeño y sus hermanos. Una hermana mayor se encargaba de los menores.

"A los soldados les generó una especie de curiosidad, persiguieron al niño, lo 'capturaron' como en una especie de cacería y lo llevaron al batallón".

De todos los soldados, el niño se apegó más a Aureliano Gallón, quizás por estar al mando de la cocina y compartir más tiempo que con el resto.

"El niño de la tula" junto a un soldado colombiano en Corea.
Cortesía de Sanín
Por meses, los soldados adoptaron la presencia del "coreanito" como si fuera uno más.

Durante meses el pequeño permaneció oculto entre los efectivos y, durante años, fue incapaz de recordar cómo terminó en Colombia; si viajó a favor o contra su voluntad.

"El relato de los soldados es que sí, que el niño estaba a favor de irse. Se lo propusieron al firmar el armisticio, pero es complejo el grado de consentimiento al tratarse de un menor del que ni siquiera sabían la edad exacta, desnutrido, sin papeles y sin saber qué era Colombia y en qué se estaba metiendo", dice Sanín.

"Creo que hubo consentimiento porque si el niño no hubiese querido colaborar lo habrían descubierto fácilmente. No pienso que fue un secuestro, sino un impulso de ambas partes provocado por la ruina y el hambre", añade el escritor.

El armisticio entre las dos Coreas se firmó en 1953.

Días antes de sellarse, Gallón metió al niño en su tula y, con la ayuda de otros soldados, lo alojó durante 28 días en el barco de regreso, aliméntandolo, bañándolo y jugando a las cartas con él en los ratos muertos.

El pequeño no volvió a pisar a Corea hasta casi medio siglo después.

Aureliano Gallón enseña la bolsa donde escondió a Carlos Arturo en el reportaje de El Espectador.
Cortesía de Andrés Sanín
Aureliano Gallón enseña la bolsa donde escondió a Carlos Arturo en el reportaje de El Espectador.

La vida del "coreanito" en Colombia

Aureliano Gallón se volvió el padre adoptivo del niño. Primero vivieron en Antioquia, de donde era el soldado, y allí bautizaron al "coreanito" como Carlos Arturo.

"Tuvo una madrastra con la que parece que no se llevaba bien y era un niño rebelde que se escapaba de la casa", cuenta Sanín sobre su infancia.

Carlos Arturo casi que saltó de una guerra a la otra.

Aureliano Gallón, como otros soldados, al regresar en Colombia se encontró en medio del conflicto colombiano entre el ejército nacional y las guerrillas izquierdistas.

"Hay varias fotos del niño en patrullas con otros soldados. Se ve que Carlos Arturo acompañó a su papá por el país durante el conflicto", dice Sanín.

El pequeño Carlos Arturo junto a varios soldados en el Tolima, Colombia.
Cortesía de Andrés Sanín
El pequeño Carlos Arturo junto a varios soldados en el Tolima, Colombia.

Durante 11 años, Colombia vivió ajena al secreto del "niño de la tula", hasta que su padre adoptivo reveló la historia en El Espectador en 1964.

Carlos Arturo se hizo famoso.

Aparecieron más testimonios de su vida, mezclados con realidad y ficción, y no faltaron impostores que se hicieron pasar por el "coreanito" para ganar instantes de caché.

Carlos Arturo, como su padre adoptivo, también desarrolló una carrera militar, aunque no operativa, sino trabajando para el archivo del Ministerio de Defensa.

Se casó con una colombiana del departamento de Boyacá, con quien tuvo dos hijos, en un matrimonio que dio para una crónica foclórica en el diario El Tiempo.

Carlos Arturo, en el día de su boda, junto a varios veteranos de la guerra de Corea. A su derecha, su padre adoptivo Aureliano Gallón.
Cortesía de Andrés Sanín
Carlos Arturo, en el día de su boda, junto a varios veteranos de la guerra de Corea. A su derecha, su padre adoptivo Aureliano Gallón.

Sanín describe a Carlos Arturo como un tipo huraño y hermético; una vida marcada por el abandono.

Primero, el de su madre en Corea, para que el tardó en encontrar respuestas, y más tarde el de su esposa.

"Lo dejó por el carnicero del barrio, se llevó a sus hijos y, de cierto modo, provocó que entre ellos se produjera una división como la que ocurrió en Corea: uno se apegó a la madre y el otro, Yunc, al padre", dice Sanín.

Es gracias a Yunc precisamente que el periodista desempolva esta historia que en 1999 da el giro definitivo y menos imaginado.

Regreso a casa

Toc toc.

Un Carlos Arturo de alrededor de 70 años abre la puerta de su casa en Bogotá.

Afuera esperan unos periodistas surcoreanos de la Korean Broadcasting System (KBS). Habían volado el océano Pacífico para comprobar por sí mismos su increíble historia.

Su objetivo era pagarle un viaje a Corea a Carlos Arturo para realizar un documental televisivo.

Cuenta Sanín en su libro que la primera reacción no fue buena: "A Carlos Arturo no le gustaban los periodistas y les cerró la puerta en la cara".

La aventura no casaba con su carácter, al que los años y golpes de la vida habían sumido casi en la indiferencia.

Pero su hijo Yunc le insistió y, casi por complacerlo, Carlos Arturo accedió.

Carlos Arturo montado en un carrusel durante su visita a Corea del Sur.
Cortesía Andrés Sanín
En Corea del Sur Carlos Arturo revivió algunos episodios de su niñez.

Según el relato ofrecido por Yunc en el libro, su padre apenas habló durante el viaje y las primeras horas en Corea. Estaban alucinados con la estética futurista de Seúl. Les costaba imaginar cómo habían podido resarcirse así tras la ruina de la guerra hacía menos de 50 años.

A Carlos Arturo lo seguía una turba de periodistas por doquier y el día que lo entrevistaron en un programa de televisión se tuvo que encerrar varios minutos en el baño a causa de los nervios y la ansiedad.

Entonces, durante la entrevista en vivo en que relató su vida, ocurrió lo impensable.

Sonó el teléfono en directo. Se escuchó a una mujer. Dijo ser la hermana de Carlos Arturo.

Carlos Arturo, durante la entrevista televisiva en KBS en 1999.
Youtube / Los Informantes / KBS
Carlos Arturo, durante la entrevista televisiva en KBS en 1999.

Un reencuentro inimaginado

Para darle más dramatismo al documental, cuenta Sanín, los periodistas y productores de la KBS mintieron a Carlos Arturo el día en que conoció a su hermana.

Lo llevaron a las afueras de Seúl con el pretexto de conocer el campo surcoreano.

Entonces llegan a una casa. Carlos Arturo desconcertado.

Una mujer se le acerca, le tira de la camisa e intenta ver su pecho. Ahí estaba la marca que conservaba desde pequeño, cuando supuestamente la madre derramó agua hirviendo en un accidente.

Entonces la mujer solloza y se abalanza mientras Carlos Arturo sigue sin dar crédito. Casi 50 años después, volvía a abrazar a su hermana.

Varios momentos del reencuentro de Carlos Arturo con su hermana mayor y otros miembros de la familia.
Cortesía de Andrés Sanín
Varios momentos del reencuentro de Carlos Arturo con su hermana mayor y otros miembros de la familia.

Las imágenes quedaron grabadas en el documental de la KBS y luego el propio Sanín las divulgó en un documental para el programa colombiano Los Informantes, años antes de publicar su libro.

Las horas y días siguientes fueron reveladores para Carlos Arturo.

No solo revivió sus días de niño, degustó sabores coreanos y compartió anécdotas junto su familia, sino que comprendió que su madre nunca lo había abandonado, sino que había salido en busca de sustentos para su familia y que desde la partida de su hijo lo lloró y recordó hasta morir.

Carlos Arturo también despejó la duda sobre si se fue o no contra su voluntad. Según le recordó su hermana, antes de partir, le pidió su bendición.

Y así, frente a la tumba de su madre muerta, el coreano sanó sus tormentos.

Carlos Arturo junto a su hermana visitando la tumba de su madre en Corea del Sur.
Andrés Sanín
Carlos Arturo junto a su hermana visitando la tumba de su madre en Corea del Sur.

El último viaje

Carlos Arturo Gallón murió en Colombia en 2013.

La mayoría de testigos de su historia ya también desaparecieron.

Si su vida se recuerda hoy es gracias a su hijo, Yunc, que aliándose con escritores como Sanín siguen buscando respuestas.

"Las circunstancias en que la mamá de Carlos Arturo se fue y luego volvió siguen siendo un misterio. Tras terminar el libro, uno siempre se acuerda de las cosas que se dejan fuera o que faltaron por descubrir", dice Sanín.

Yunc, emocionado, le dijo a Sanín en Los Informantes que su padre le enseñó el valor del honor, la palabra, el respeto por los niños y el rechazo a la guerra.

El heredero lleva hoy una vida modesta en Bogotá que le dificultar reunir los fondos necesarios para el último acto de honor hacia su padre: llevar sus cenizas a Corea para reposar para siempre junto a su familia.

El último viaje del niño de la tula todavía está pendiente.

Carlos Arturo junto a su hijo Yunc de pequeño.
Cortesía de Andrés Sanín.
Yunc (el pequeño de la foto) tiene todavía pendiente el último acto de honor hacia su padre Carlos Arturo.
Línea
BBC

Haz clic aquí para leer más historias de BBC News Mundo.

Suscríbete aquí a nuestro nuevo newsletter para recibir cada viernes una selección de nuestro mejor contenido de la semana.

También puedes seguirnos en YouTube, Instagram, TikTok, X, Facebook y en nuestro canal de WhatsApp.

Y recuerda que puedes recibir notificaciones en nuestra app. Descarga la última versión y actívalas.

!function(s,e,n,c,r){if(r=s._ns_bbcws=s._ns_bbcws||r,s[r]||(s[r+"_d"]=s[r+"_d"]||[],s[r]=function(){s[r+"_d"].push(arguments)},s[r].sources=[]),c&&s[r].sources.indexOf(c)<0){var t=e.createElement(n);t.async=1,t.src=c;var a=e.getElementsByTagName(n)[0];a.parentNode.insertBefore(t,a),s[r].sources.push(c)}}(window,document,"script","https://news.files.bbci.co.uk/ws/partner-analytics/js/fullTracker.min.js","s_bbcws");s_bbcws('syndSource','ISAPI');s_bbcws('orgUnit','ws');s_bbcws('platform','partner');s_bbcws('partner','acento.com.do');s_bbcws('producer','mundo');s_bbcws('language','es');s_bbcws('setStory', {'origin': 'optimo','guid': 'c5yrrpdl9lpo','assetType': 'article','pageCounter': 'mundo.articles.c5yrrpdl9lpo.page','title': 'Carlos Arturo Gallón, el niño coreano que un soldado se llevó a Colombia escondido en una bolsa durante la guerra de Corea','author': 'José Carlos Cueto – Corresponsal de BBC News Mundo en Colombia','published': '2025-04-30T11:04:14.722Z','updated': '2025-04-30T11:04:14.722Z'});s_bbcws('track','pageView');

BBC News Mundo

La British Broadcasting Corporation (Corporación Británica de Radiodifusión) es el servicio público de radio, televisión e internet de Reino Unido, con más de nueve décadas de trayectoria. Es independiente de controles comerciales y/o políticos y opera bajo un estatuto real que garantiza dicha independencia. La BBC cuenta con una red de más de 250 corresponsales en territorio británico y más de 100 ciudades capitales de todo el mundo.

Ver más