Tras el fallecimiento del papa Francisco, la atención del mundo se centra en uno de los procesos más solemnes y secretos de la Iglesia católica: el cónclave.
Este rito es el mecanismo por el cual los cardenales eligen al nuevo sumo pontífice.
¿Cuándo comienza el cónclave?
La Sede Vacante —el período en que la Iglesia queda sin Papa— activa una serie de reuniones llamadas congregaciones generales, donde los cardenales discuten temas internos y analizan posibles candidatos.
Estas sesiones permiten preparar el terreno para el cónclave, pero también otorgan tiempo a los cardenales ausentes para viajar a Roma.
La normativa establece que el cónclave debe iniciar entre el día 15 y el día 20 después de la vacante, a menos que haya una razón grave para adelantar o retrasar esa fecha.
¿Quiénes participan?
Solo los cardenales menores de 80 años tienen derecho a voto.
Los demás pueden estar presentes en las etapas previas, pero no participan en la elección.
Los participantes se alojan en la Casa Santa Marta, dentro del Vaticano, y las sesiones de votación se llevan a cabo en la emblemática Capilla Sixtina.
Desde el inicio del cónclave, los cardenales quedan completamente aislados del mundo exterior y se les exige un juramento de secreto absoluto.
¿Cómo se realiza la elección?
Para que un candidato sea elegido Papa, debe obtener al menos dos tercios de los votos.
Las votaciones pueden realizarse hasta cuatro veces por día (dos por la mañana y dos por la tarde).
Si después de varios días no se logra un consenso, se hacen pausas para la oración y reflexión.
En cada ronda, los cardenales escriben su elección en una papeleta que depositan en una urna.
Estas son contadas y revisadas. Si el número de papeletas no coincide con el número de electores, se anulan y se repite la votación.
Habemus Papam
Una de las imágenes más simbólicas del cónclave es el humo o fumata que sale de una chimenea instalada en la Capilla Sixtina. El color del humo indica el resultado de la votación:
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Humo negro: no hay nuevo Papa.
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Humo blanco: Habemus Papam, el nuevo Papa ha sido elegido.
Este código visual permite al mundo saber si se ha alcanzado un acuerdo, incluso antes del anuncio oficial.
Ya una vez elegido, el nuevo Papa debe aceptar el cargo y elegir un nombre pontificio.
Luego, se viste con la sotana blanca y se presenta al mundo desde el balcón central de la Basílica de San Pedro.
Es entonces cuando el cardenal protodiácono proclama la fórmula que da inicio a un nuevo pontificado: Habemus Papam.
Aunque, en teoría, cualquier varón bautizado y célibe puede ser elegido, en la práctica moderna siempre ha sido un cardenal el designado para ocupar "la silla de Pedro".
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