La transición del sistema analógico al digital en la televisión y la radio locales no implica garantía de contenidos socio-educativos, culturales y de entretenimiento cónsonos con las necesidades de las comunidades. En el sistema dominicano existen emisoras privadas y gubernamentales, no públicas, y el diseño de sus parrillas responde a sus intereses. Tras el proceso actual, sí habrá una oferta de mejor calidad de imagen y sonido como parte del negocio con las telecomunicaciones.
En las aulas de Comunicación Social de la UASD, estudiantes de todos los niveles y menciones de la carrera se mostraban incrédulos cuando yo, de disruptivo, sobrepasaba los límites de los planes de estudios y reflexionaba semestre tras semestre sobre la inminente digitalización de la radio y la televisión locales, por requerimiento internacional.
Mucho más chivos cuando afirmaba sobre la vuelta con mayor fuerza de la amplitud modulada (AM), la versatilidad de los transmisores digitales y la readecuación de los canales televisuales bajos (VHF) para moverse hacia el espectro de la ultra alta frecuencia (UHF), desde el canal 14, y en el dial del radio, en FM, las anteriores al 88 y posteriores al 108 Mhz, y en el caso de la AM, anteriores al 540 y posteriores a 1700 Khz.
Precisaba sobre el sistema estadunidense Ibox, que aceptaba el convertidor de las señales de los equipos análogos, y del europeo Eureka 47, que obligaba a cambio del radio por otro que presentara las nuevas frecuencias en el cuadrante, a un precio no tan accesible para pobres.
“La AM murió hace mucho, la moda es al FM”, ironizaban.
Dos décadas, al menos, han pasado desde aquellos atrevidos discursos sobre el devenir del apagón analógico en el país. La globalización imponía el rediseño y el país estaba “obligado a carabina”. Otras naciones ya lo habían ejecutado.
HACIENDO PINITOS
En el camino de aquellos días de dudas nacía la primera emisora universitaria de la isla, Radio UASD (octubre 2006).
Salía al aire con un transmisor AM digital en estado sólido, de 1 kilo o mil vatios de potencia para la frecuencia 1560 khz, asignada por el órgano regulador Indotel. El equipo había sido donado por el Grupo de Comunicaciones Medrano (propiedad de Kuki Medrano, senador entonces por La Vega).
La emisora cubría la capital y pueblos cercanos. Luego, también fue colgada en la red mundial de Internet.
La instalación de dos transmisores (uno pequeño, el digital, menor que una nevera ejecutiva, y un análogo del tamaño de una nevera grande, donado por el ingeniero Papaterra, de Santiago); la fibra óptica y las cabinas (grabación, transmisión y locutorio), más los estudios para TV, estuvieron a cargo del ingeniero Rafael Viguera bajo la supervisión de ingenieros de la institución estatal. El canal fue preparado para transmisión 24 horas por Telecable Nacional.
Por vía de la periodista Nani Martínez, del Centro Franklin de la embajada de Estados Unidos, la Escuela de Comunicación recibió, vía Rectoría, una “donación” de US$75,000 para el desarrollo de la radio y televisión universitarias, tras la presentación de dos proyectos por parte del director del organismo académico. Pero el decanato de Humanidades desvió parte de esos recursos hacia otras áreas ajenas a la especialización de los recursos.
Durante una visita, el rector de entonces, Mateo Aquino Febrillet, manifestó: “Estoy asombrado, no pensé que esto podía ser tan moderno, luce como si fuera de otro país”.
Pese a la modernidad, casetas de transmisores, transmisores, transformadores, antena, fibra óptica, consolas, computadoras, micrófonos, cámaras de TV (también donadas), equipos de enlace para el cable, con todo y cabinas, fueron desmontados, agolpados en un sótano y una parte “robada”.
El alegato para acometer la acción fue remodelación y construcción de edificios. Las áreas cerradas y demolidas habían sido remodeladas y habilitadas conforme a los requisitos para operación de emisoras, a tono con las mejores estaciones del mercado.
En aquellos tiempos, según informaciones, el gobierno de Japón había donado a la televisión estatal toda la tecnología para digitalizar el canal 17, que sería especializado como educativo y cultural.
En el mismo camino fuimos parte del proceso de instalación de la emisora que luego sería Súper 7 (107.7 FM), en una sola frecuencia para todo el país (no frecuencias compartidas o repetidoras de las transmisiones en diferentes puntos geográficos).
La empresa propiedad de José Ramón Brea (ahora del grupo ACD Media, presidido por Danny Alcántara) apostaba a la última tecnología digital y alcance nacional en una sola frecuencia (107.7 FM); ya operaba el ciberperiódico del grupo, 7días.com.do, aunque con dificultades de inversión, bajo la dirección de la veterana periodista Margarita Cordero.
El ingeniero Andrés Debaker afinaba el sonido para adecuarlo a los objetivos, mientras Teo Veras, Ramón Colombo y un servidor nos reuníamos cada vez más a menudo para proponer nombres a la estación y estructurar la programación.
CAJITAS Y ANTENAS
El discurso sobre la necesidad de la digitalización de la radio y la televisión dominicanas no nació ayer. Ya agota la adolescencia.
La TTD consiste en la transmisión de la señal mediante una serie de repetidores terrestres, la cual es capturada por una antena casera y decodificada por una “cajita convertidora” instalada en el televisor análogo. Los Smart TV vienen con esa tecnología integrada.
Una vez el mundo apague la transmisión de la señal análoga, tales receptores viejos serán inservibles salvo que les instalen un convertidor de señal.
En Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/Televisi%C3%B3n_digital_terrestre) se lee que “la televisión digital terrestre (TDT), también llamada en algunos países de América televisión digital abierta (TDA o TDT), es la transmisión de imágenes en movimiento y de su sonido asociado mediante codificación binaria a través de una red de transmisores terrestres”.
PONIÉNDOSE AL DÍA
En medio de tal rezago, el presidente Luis Abinader (2020-2024) puso fecha al apagón analógico y estableció objetivos claros para el proyecto de televisión terrestre digital (TTD), o televisión abierta, para sincronizar con los parámetros de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).
El 7 de octubre de 2020 emitió el Decreto 539 que dispone el comienzo para un uso productivo de la banda ancha, en el entendido de que “el Estado debe adoptar las medidas necesarias para promover el desarrollo y la inclusión de la sociedad dominicana en un mundo globalizado y competitivo, fomentando la innovación, la capacitación y el uso productivo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC)”.
El 13 de agosto de 2021, el Estado gira un préstamo por US$115 millones (5297/OC-DR) al Banco Interamericano de Desarrollo (BID). De ese total, 22 mills han sido derivados para la implementación del proyecto de la Televisión Terrestre Digital (TTD).
A inicios de enero de 2024, el mandatario volvió sobre el tema con el Decreto 666-23, en el que fijó el 30 de noviembre de ese año como fecha límite para la puesta en marcha de la transición.
La empresa adjudicada de la licitación pública internacional Indotel-BID-LPI-003-2024 para la fabricación y distribución de las cajitas con la supervisión del órgano regulador fue la Iqtek Solutions, S.R.L. con un contrato de US$9.2 millones para la primera partida de 459 mil cajitas, pero luego fue ampliado para completar la cobertura de 940,000 unidades.
El BID había hecho un diagnóstico mediante el cual determinó que el 91% de 3.4 millones de familias dominicanas tiene televisor. Del total, 1 millón es pobre, el 61% usando televisión análoga.
El 11 de noviembre de 2021, Indotel emitió la Resolución 122, que dicta el “plan de transición hacia la televisión terrestre digital”, instruye para el apagón digital y consigna la compra y distribución de los dispositivos para recibir servicios de radiotelevisión bajo el estándar ATSC.
El 13 de julio de 2023, en Hato Viejo, distrito municipal de Guerra, provincia Santo Domingo, Indotel comenzó con la entrega de las primeras de las 450,000 convertidoras a hogares en condición de pobreza con un televisor análogo y consumo de contenidos por televisión abierta.
El 24 de septiembre de 2024, el presidente actual del consejo directivo de Indotel, Guido Gómez Mazara, anunciaba que el 21 de noviembre de ese mismo año comenzaría la primera fase del encendido de tal sistema en el Gran Santo Domingo, San Cristóbal y la región este. Tarea que –afirmó- sería completada este 2025.
El proyecto incluye la distribución de los decodificadores de señales análogas a digitales, cable coaxial y control remoto a las familias tipificadas como vulnerables, a razón de una por familia, aunque muchas contaban con más de un equipo
Conforme a una nota oficial, el director de proyectos del BID, Jorge Roques, resaltó que “el interés es identificar quiénes tienen dificultades para acceder a esta tecnología, y, como institución, acercar la tecnología del siglo XXI a ellos”.
El nuevo proceso permitirá que los televisores análogos reproduzcan la señal digital transmitida en el estándar adoptado desde 1996 por Estados Unidos, el ATSC 1.0 (Comité de Sistemas de Televisión Avanzada, el formato adoptado por la República Dominicana. Cada país escoge el que sus autoridades entiendan conveniente.
Los beneficiarios identificados accederán a 21 canales nacionales y cuatro regionales, ha confirmado Julissa Cruz, directora ejecutiva de la institución estatal.
Ha asegurado que la condición es que no tengan Internet, streaming (transmisión en directo) ni cable.
Cada cajita vale 21.13 dólares, según las autoridades. En ebay, los precios de ese equipo oscilan entre 1,700 y 5 mil pesos, dependiendo de la calidad.
La implementación se realiza mediante el “Programa para mejorar la conectividad para la transformación digital en la República Dominicana”, de acuerdo a la Ley General de Telecomunicaciones 153-98 que creó el órgano regulador, institución responsable de garantizar el derecho al acceso universal a los servicios de telecomunicaciones.
DESPEJANDO MITOS
La transición al mundo digital en la televisión y la radio locales no implica garantía de contenidos socio-educativos, culturales y de entretenimiento cónsonos con las necesidades de las comunidades.
Los beneficiarios de convertidores de señales solo accederían a mejor calidad de imagen y sonido. Lo demás es negocio con las telecomunicaciones y conveniencia de la globalización.
En el sistema dominicano hay emisoras privadas y gubernamentales; no existe el modelo de radio y televisión públicas.
El diseño de los contenidos responderá a tales intereses, no a necesidades reales de los públicos y las comunidades. Aunque la teoría de la comunicación atribuye funciones a los medios, como informar, vigilar el ambiente, educar y entretener, en la República Dominicana, la oferta depende de la visión de negocios y la autorregulación de los propietarios que de lo prescrito por el marco legal.
En cuanto a la radiodifusión, si el país asume el sistema estadounidense Ibox, será necesario la caja decodificadora para los radiorreceptores tradicionales. Si el europeo, Eureka 47, entonces hay que comprar el radio, que ya contiene las especificaciones en las bandas; por ejemplo, anteriores al 540 y posteriores al 1800 en AM, y anteriores al 88 y posteriores al 108 en FM.
Ese cambio permite la ampliación y mejor gestión del ancho de banda, ajuste de las frecuencias, eliminación de interferencias o armónicas y consecución de un sonido óptimo.
Otro beneficio es el multicasting, que facilita la emisión de diferentes programaciones a la misma hora y desde el mismo transmisor de acuerdo a la demanda de públicos; alquiler para transmisión a otras emisoras de la competencia, emisión de texto, eliminación de la frecuencia compartida, aumento en la cantidad de frecuencias en el dial, sin perder calidad (sin armónicas).
Con este proceso, la AM supera su gran debilidad, misma que le llevó a perder competencia respecto de la FM, hasta desaparecer del gusto de los nuevos públicos: el ruido en la transmisión de las ondas. Ahora se igualan, llegan lejos y con alta fidelidad.
ADIÓS A LAS COMPARTIDAS
Actualmente, emisoras como Z-101, de Bienvenido Rodríguez, y Primera FM (88.1), del grupo Telemicro, encabezado por Juan Ramón Gómez Díaz, aún apelan a las frecuencias compartidas en regiones para lograr amplias coberturas en el territorio nacional.
La Súper 7 (107.7 FM) ha logrado superar ese escollo con la tecnología digital. Trasmite desde la capital, sin repetidores, y su alcance es nacional.
Pertenece al naciente grupo de comunicación ACD Media, que crece rápidamente con la adquisición de emisoras de radio y canales televisión. Entre otros medios, opera el canal digital 3 de la TTD, que con un urticante comunicado televisual reclama como suyo el grupo Telemicro, integrado por decenas de frecuencias asignadas por el Estado, para operación.
El presidente de ACD Media, Danny Alcántara, ha respondido con cautela redirigiendo el ataque de su competidor al gobierno central (Indotel), tras mostrar la documentación oficial que avala la asignación de la frecuencia en el espectro radioeléctrico y advertir que reservará fuerzas para otro momento, si el caso lo ameritara.
Pese a ese conflicto empresarial, la transformación digital luce que seguirá su curso porque dólares hay disponibles y hay un línea internacional que manda.
Entretanto, en corrillos comunicacionales ronda la inquietud sobre la conveniencia de las “cajitas” si los televisores análogos son tecnológicamente desfasados y han cumplido el plazo de la obsolescencia programada y morirán pronto.
Para los fines de la modernización y buena inversión en la transformación digital, la cuestión que palpita es si a la larga para el país sería mejor la decisión comprar un Smart TV de 43 pulgadas a cada uno de los 940,000 usuarios identificados por el BID, que instalar adaptadores a televisores desfasados.
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