Hay conversaciones que no solo informan, sino que conmueven porque nacen de la vulnerabilidad. Hablar con Bernardo Rojas de Luna es entrar en un relato marcado por búsquedas, dudas, heridas y, al mismo tiempo, una certeza luminosa: la fe en Dios como punto de partida y de llegada. Desde sus videos en redes sociales hasta sus testimonios personales, Bernardo abre su historia no con pretensión de enseñar, sino con el deseo de compartir lo que él mismo vivió. En sus palabras hay despojo, pero también un eco de esperanza que invita a reconocer que siempre hay un camino de regreso.
GR: Bernardo, para quienes aún no te conocen, ¿quién eres y cómo ha sido tu camino personal hasta ahora?
BRL: Hola Génesis, gracias por invitarme a esta entrevista. Soy Bernardo Rojas de Luna, tengo 31 años y actualmente hago videos para YouTube e Instagram, como parte de mi apostolado digital. Jesús me encontró hace tres años y medio en medio de drogas, adicciones, un estilo de vida LGBT, y mucha oscuridad. Hace tres años Jesús me ayudó a ser libre de mucho tormento y vicios, me mostró Su amor y finalmente me ayudó a confiar en Él y empezar a seguirlo. En mi primer año de conversión fui católico, después me convertí al movimiento evangélico (no-denominacional), por dos años, pero finalmente regresé a la Iglesia Católica.
GR: Me conmueve la honestidad con la que hablas de tu proceso. Y pienso en cómo muchas veces la raíz de lo que somos nos marca más de lo que creemos. ¿De dónde vienes y cómo crees que tu entorno y tus raíces han influido en tu vida y en tus creencias?
BRL: Crecí en una familia amorosa, pero no eran creyentes. Asistieron un tiempo a una iglesia cristiana evangélica por curiosidad cuando yo tenía 9-10 años, porque tenían amigos que los invitaban, y ahí pude aprender un poco de la Biblia. Mi abuelita era la única persona que amaba a Jesús, y era fielmente Católica, fue ella que de niño me ayudó a empezar a orar y creer en Él. Yo no entendía la diferencia entre catolicismo y cristianismo todavía. Mis papás, aunque no eran creyentes todavía, trataban de educarme de la mejor manera que podían, creían en una moralidad guiada por los principios de la sociedad, pero no tanto basado en Dios. Esto posiblemente influyó después en mi búsqueda de aceptación humana y una moralidad definida por la sociedad y por mis deseos. Esto me hizo rechazar el Cristianismo por completo, pero al ver que mis deseos me estaban destruyendo, y que por dentro estaba muerto, por gracia de Dios esto influyó en mi regreso hacia Jesús, una búsqueda larga entre el movimiento evangélico vs. El Catolicismo, y finalmente mi regreso a la Iglesia Católica.
GR: ¿Podrías compartirnos cómo fue ese momento o proceso en el que decidiste cambiar de religión?
BRL: En el principio de mi camino de conversión como no entendía la diferencia entre Catolicismo y Cristianismo Evangélico me apoyaba de mucho contenido de ambas corrientes en Youtube para encontrar respuestas a temas como la homosexualidad, el matrimonio, etc. En ese tiempo veía mucho un canal que se llama Ascension Presents, un canal católico donde respondían de un modo sencillo, basado en la Escritura, pero lo que me sorprendía era que respondían la verdad desde el amor, basado en nuestra dignidad e identidad y la definición y significado del amor. Gracias a ese entendimiento que Dios me daba iba pudiendo vencer esas dudas y adicciones y fue un proceso muy especial.
También entendí el concepto de “Eucaristía” y quería participar de ella. Fue aquí donde empecé a ir a Catequesis y a asistir a misa esperando después poder confirmarme. Los recursos evangélicos e interpretación de la Biblia basado en Sola Scriptura (una doctrina que surge de Lutero en 1500) después trajo mucha confusión en mi camino. Finalmente los argumentos evangélicos tuvieron más peso y decidí salir del Catolicismo pensando que por fuera también podría encontrar la Eucaristía. En cierto sentido tenía miedo también de comprometerme y pensaba que el Catolicismo tenía muchos “obstáculos”, pero ahora los veo como tesoros. Conocer la historia de la Iglesia y la forma que antes de 1500 se vivía la Eucaristía, el orden eclesial, la importancia de los Concilios y el magisterio fueron temas centrales que me hicieron volver.
GR: ¿Qué significa Dios en tu vida hoy, y cómo ha transformado esa relación tu forma de vivir y pensar?
BRL: Para mí, Dios es el único que puede llenar el vacío en mi corazón, quien me ha diseñado y formado, y quien conoce mi valor, dignidad, identidad y propósito. La sabiduría que Dios nos da a través de su Espíritu y su Palabra viva, nos ayuda a poder ser libres no solo de la muerte, sino también de la falta de amor, caridad, misericordia y justicia. Sin Jesús, mi identidad estaba puesta en cosas superfluas, que cambian, que son inciertas y que se acaban. Por ende, vivir sin Él es también inestable en el sentido que no hay una verdad objetiva, no hay un bien y mal universal, y ese camino a mí casi me lleva a la auto-destrucción. Solo en Dios he encontrado la vida y el amor verdadero. Actualmente, no podría decir que soy perfecto o tengo todo resuelto, pero la simple búsqueda continua de seguirlo y la esperanza y misericordia que existe en Él me ayuda a no desanimarme y buscar perseverar.
GR: ¿Por qué decidiste convertirte al catolicismo específicamente? ¿Qué encontraste en esta fe que te atrajo profundamente?
BRL: La Eucaristía fue algo principal para mí. Me di cuenta cuando empecé a ver el testimonio de los primeros 3 siglos de cristianismo, y en cada generación antes de que ocurriera la reforma protestante. Antes de 1500 veían la Eucaristía como el cuerpo deificado de Jesús, substancialmente carne y sangre (era el centro de la liturgia). Pero esta consagración ocurría no por cualquier persona, sino por obispos consagrados válidamente dentro de la sucesión apostólica, y esto se puede ver en toda la Iglesia Primitiva. Esto está relacionado al Sumo Sacerdocio de Jesús y el orden eclesial que Él mismo comienza en la Escritura. Supe que esto estaba también relacionado al versículo sobre tener un solo cuerpo, un solo pan, un solo altar y una fe. Un punto fundamental para mi fue poder encajar todas las partes en la Escritura donde Jesús le da autoridad los apóstoles de perdonar pecados, enseñar mandamientos, crear concilios guiados por el Espíritu Santo con apóstoles y el consejo de presbíteros en Hechos 15, y la forma de ordenarse mediante línea de sucesión por imposición de manos (1 Timoteo 4,14).
Me sorprendió ver que desde los primeros tres siglos hay personas que narran la cátedra apostólica de Pedro, su martirio en la Vía Ostience en Roma, y la sucesión de obispos desde Pedro en adelante, y cómo se sigue viendo en todo el primer milenio. Entendí que dentro del protestantismo puede haber edificios bonitos, comunidad, cantos bonitos, vitrinas y túnicas, pero si no tengo a Jesús en la Eucaristía, no hay nada que lo pueda reemplazar. Y supe que el único que puede fundar y proteger Su Iglesia es Dios. Fue un proceso complejo, difícil y doloroso, pero estoy muy feliz de haber encontrado tantas respuestas y tesoros en la Iglesia, de haber podido resolver tantos malos entendidos y poder finalmente descansar después de tanta búsqueda. Una de las cosas que más me ayudó fue leer las cartas de Ignacio de Antioquía, discípulo de Juan, lo que escribe antes de su martirio en el año 107.
GR: Antes de tu conversión, ¿qué buscabas en tu vida espiritual y qué sentías que te faltaba?
BRL: Mi iglesia evangélica me gustaba, conocí muy buenos amigos, las personas eran amables y veía en ellos el amor de Dios, pero tenía tiempo que percibía que no podía crecer o madurar en mi fe, estaba estancado. Antes de salir del Catolicismo (en mi primer año) sentía una paz y conexión con Dios muy bonita, pero al volverme evangélico dejé de experimentarla del mismo modo. La teología católica me había ayudado mucho, pero la teología en el mundo evangélico puede variar mucho. Era algo similar a navegar a la deriva, porque cada denominación puede acusar a la otra de no ser bíblica, cada denominación contradice a la otra, pero no hay magisterio, no hay una unidad verdadera, y la forma de interpretar la Biblia tiende a volverse relativo o cuestión de elección personal. No hay una iglesia que sea “pilar y fundamento de la verdad” (1 Timoteo 3:15).
También crecía en mí esta forma de nostalgia con respecto a extrañar la Eucaristía y la reverencia. Crecía cada vez más este anhelo de poder encontrar la verdadera Iglesia, y poder realmente de participar de la Eucaristía (no de una imitación de ella), aunque ya para este punto yo no consideraba el Catolicismo como una opción porque había aprendido bastantes ideas erróneas de la teología católica de teólogos fundamentalistas que seguía y confiaba. Después de mucha súplica, oración y búsqueda por meses fui encontrando respuesta tras respuesta, de una forma que yo considero un milagro (porque tenía mucha dureza de corazón, muchos prejuicios contra el Catolicismo).
GR: ¿Cómo ha sido la reacción de tu familia, amigos y comunidad ante este cambio tan importante?
BRL: Mi familia hasta ahora era evangélica, y la mitad de mi familia no me entendió, pero mi mamá decidió volver también a la Iglesia Católica. Deseo que algún día el resto de mi familia pueda conocer los tesoros de la Iglesia, pero he entendido que no está en mi capacidad humana poder convertir a alguien más o convencer, es una obra de Dios, nosotros debemos orar y ser pacientes. Por otra parte en las redes fue bastante difícil, pero creo que Dios lo utilizó para cimentarme más en Él y dejar la búsqueda de aprobación humana.
La primera semana que fue la más difícil después de anunciar mi conversión en redes, aunque recibiera tanta condena y juicio, por dentro tenía la misma paz que tenía antes de haberme salido de la Iglesia. Al mismo tiempo participar en la confesión y en la Eucaristía llena de alegría mi alma de un modo muy especial. Actualmente veo la forma en que los sacramentos son tesoros que nos ayudan a crecer en la fe. No me siento estancado, siento que me falta mucho en mi camino, y es un camino difícil, pero ahora sé que tengo las herramientas correctas para crecer en la gracia de Dios.
GR: En tus redes sociales compartes mucho contenido sobre tu fe y tu conversión. ¿Qué esperas transmitir o lograr con esos mensajes?
BRL: Últimamente mi deseo es que las personas puedan empezar a ver en la historia y en la Escritura el testimonio de la Iglesia, y la forma que todo encaja. Que pudieran empezar a investigar, y si es posible, encontrar los mismos tesoros que encontré y que están disponibles en la Iglesia. Mi deseo no es que confíen en mí, sino que empiecen a investigar o indagar por cuenta propia y se hagan preguntas. Mi intención no es convertir a las personas, solo compartir y plantar semillas. El único que puede convertir o convencer es Dios a Su tiempo y según Su voluntad, Él trabaja con cada uno de nosotros de forma especial. Como Católicos debemos tomar el odio o rechazo que a veces recibimos como una forma de practicar la paciencia y el amor a los demás. Cuando olvidamos el amor al prójimo, olvidamos la parte central de nuestra fe y herimos el testimonio que damos a otros como cuerpo de Jesús.
GR:¿Qué papel juega la fe en la manera en que ves el mundo y te relacionas con los demás?
BRL: Creo que antes de conocer a Jesús veía el mundo como un lugar donde poder encontrar la respuesta a mis anhelos del alma. Buscaba amor, esperanza, virtud y significado, pero lo buscaba solamente en las cosas del mundo: en la aceptación de las personas, en el placer, en el arte, en las emociones o en la música. Después fui perdiendo la esperanza, todo parecía tan vacío y sin sentido, que comencé a auto-destruirme y tratar de sostenerme de las adicciones y la búsqueda de placer sin importar si esto acababa con mi vida. Actualmente como Católico mi fe en Jesús es como un ancla que me sostiene (y evita que me pierda por completo) porque es un fundamento eterno sobre el cual puedo construir mi casa. En Dios encontré el verdadero amor, mi propósito, y la razón por la que vivo. También en Él encontré la más pura y grande fuente de misericordia y virtud. Todo lo que mi alma anhelaba está en Él. Es su Palabra y su sabiduría la que me ha ayudado poco a poco a discernir el bien del mal, tomar decisiones, y por gracia de Dios darme cuenta de lo que necesito mejorar, cambiar o arrepentirme. Me ayuda sobre todo a darme cuenta lo mucho que dependo de Su ayuda y misericordia. Esto moldea mi forma de ver a los demás y a mi mismo (en cuanto a que somos personas con dignidad, que Jesús creó con amor, en imagen y semejanza Suya, y con un propósito especial).
GR: Finalmente, en ese regreso también hay un mensaje de reconciliación. Y pienso en los jóvenes que atraviesan lo mismo: dudas, búsquedas, rupturas. ¿qué consejos o palabras quisieras darle a quienes están en una búsqueda espiritual o que están enfrentando dudas sobre su fe?
BRL: Deseo que no se desanimen y confirmen cada cosa que escuchan que les hace dudar, para mi es importante buscar respuestas y contexto. Vivimos en una de las mejores etapas en la historia para poder investigar a profundidad. Considero bueno conocer la Escritura, y por otra parte, conocer nuestra fe (el Catecismo es un gran compendio que responde a cada pregunta desde la Escritura y la tradición apostólica). En cuestión de libros tenemos mucha riqueza. Personalmente recomiendo el autor Scott Hahn, pero hay muchos más. Algo que yo no sabía antes es saber que tenemos los escritos, homilías y estudios sobre la Escritura de las personas más importantes e influyentes que vivieron en los primeros 8 siglos de Cristianismo (conocidos como los Padres de la Iglesia). Para mi fue importante mantener un corazón abierto con Dios para aprender y buscar respuestas, y si pudiera cambiar algo de mi pasado es no apresurarme en tomar decisiones definitivas o tajantes, pedir a Dios por encontrar la verdad completa y tener paciencia. Puede llegar a ser muy difícil, pero existen respuestas. En mi experiencia, para toda controversia, ataque o conspiración, por más difícil que parezca, he encontrado respuesta.
Creo que no hay mejores palabras para terminar que las de Jesús en Mateo 7,7-11:
«Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Acaso alguno de vosotros le da una piedra a su hijo cuando le pide pan?; ¿o le da una culebra cuando le pide un pez? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!
Escuchar a Bernardo es recordar que la fe no se hereda: se encuentra, a veces en medio del dolor y otras en medio de un vacío profundo. Su historia nos muestra que la espiritualidad no es una huida, sino un camino de retorno hacia lo esencial: la vida, el amor y la libertad en Dios. Al final, su frase resuena como un eco que no pide adornos: “Jesús me encontró en la oscuridad y me enseñó a vivir”. Un testimonio que no busca convencer, sino acompañar, y que se convierte en faro para quienes también buscan su propio amanecer.
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