El director de la división de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo de la Universidad de Florida, Kenneth Cusi, alertó sobre la alta prevalencia del hígado graso entre los pacientes con diabetes tipo II, señalando que siete de cada diez personas con esta condición metabólica desarrollan acumulación de grasa en el hígado, y al menos la mitad de ellos presentan inflamación crónica que puede progresar a cirrosis hepática.
Además, subrayó que la esteatosis hepática, está relacionado con la disfunción metabólica y frecuentemente se asocia con la obesidad y la diabetes tipo II.
“El hígado graso no solo es una condición silenciosa, sino una amenaza creciente que puede derivar en cáncer de hígado o enfermedad cardiovascular si no se detecta a tiempo”, advirtió el endocrinólogo durante el XXIII Congreso de la Sociedad Dominicana de Endocrinología y Nutrición (SODENN 2025).
Existe un equilibrio imperceptible de los lípidos, como el colesterol y los triglicéridos; son esenciales para funciones vitales: formar células, producir hormonas y almacenar energía. Sin embargo, cuando su concentración aumenta por encima de los niveles normales, esta condición llamada dislipidemia se convierten en un enemigo silencioso.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que el 39 % de los adultos tiene colesterol elevado, un factor clave en enfermedades que afectan al corazón, el hígado y los riñones. Estos tres órganos, interconectados, sufren en cadena los efectos de un mal manejo lipídico.
De su lado, el presidente del Comité Científico del referido congreso, Yulino Castillo, explicó que se le llama colesterol remanente al colesterol contenido en las lipoproteínas ricas en triglicéridos, en especial en los remanentes de quilomicrones, las lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) y las lipoproteínas de densidad intermedia (IDL).
Añadió que el colesterol remanente se puede calcular a partir de un perfil lipídico convencional a través de la siguiente fórmula: colesterol total- colesterol de HDL – colesterol de LDL.
Asimismo, el padre de la endocrinología moderna en República Dominicana, indicó que diversos estudios observacionales y genéticos han sugerido que un colesterol remanente elevado (mayor de 30 mg/dL en ayunas o mayor de 35 mg/dL en el estado postprandial) está asociado con el desarrollo de aterosclerosis subclínica, cardiopatía isquémica e infarto del miocardio, accidente vascular cerebral, enfermedad arterial periférica, y muerte cardiovascular y por todas las causas.
Las causas de colesterol remanente elevado incluyen obesidad, diabetes mellitus, consumo excesivo de alcohol, enfermedad renal crónica, enfermedad hepática y ciertas variantes genéticas.
“Los cambios de estilo de vida que reducen los niveles elevados del colesterol remanente incluyen la reducción de peso en caso de sobrepeso u obesidad, disminuir la ingesta de alcohol, de grasa saturada, de azúcar, de carbohidratos refinados, de fructosa y de comida rápida”, puntualizó.
Sostuvo que se debe de llevar una dieta mediterránea y de bajo índice glucémico, aumentando la ingesta de vegetales y pescado, así como suspender el tabaquismo y aumentar la actividad física.
La tríada hiperlipidemia-diabetes-hígado graso constituye un desafío sanitario con efectos en cadena sobre la calidad de vida. Sin embargo, el daño lipídico es reversible: el control del colesterol y triglicéridos, junto a cambios de estilo de vida, emerge como escudo protector para corazón, hígado y riñones.
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