Persecución de los indocumentados, refuerzo de los controles fronterizos, restricciones de visados… Y ahora, Donald Trump quiere reducir el número de refugiados admitidos en Estados Unidos a un nivel históricamente bajo, pasando de 125 000 al año a 7500.
Con nuestro corresponsal en Washington Vincent Souriau
La nota oficial acaba de ser publicada por la Casa Blanca. Durante el año fiscal 2026, es decir, entre el 1 de octubre de este año y el 30 de septiembre del próximo, Estados Unidos solo admitirá a 7500 refugiados en su territorio, frente a los 125 000 anteriores, lo que supone una reducción considerable y sin precedentes en la línea de los decretos firmados por Donald Trump desde el inicio de su mandato.
La Administración estadounidense no se molesta en explicar este vertiginoso descenso. Justifica esta cifra con una frase en nombre de “sus preocupaciones humanitarias y en función del interés nacional”. Lo que sí precisa, en cambio, es que estas 7500 plazas se reservarán prioritariamente a los afrikaners sudafricanos blancos, descendientes de colonos europeos. Según la fórmula de la Casa Blanca, ellos tendrían la prioridad sobre otras víctimas de discriminación ilegal en sus países de origen.
Donald Trump lleva meses afirmando que los afrikaners son perseguidos en Sudáfrica. Incluso difundió un montaje de vídeo sobre este tema en mayo, cuando recibió al presidente sudafricano en el Despacho Oval.
A pesar de tratarse de un montaje burdo, sin ninguna fuente fiable y a pesar de las negaciones de Cyril Ramaphosa, Donald Trump no ha cambiado de opinión. Todo ello, según alertan las ONG de defensa de los derechos humanos, en detrimento de las mujeres afganas, los disidentes venezolanos, los cristianos perseguidos u otras minorías religiosas.
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