La empresa Volvo Cars se ve obligada a adaptarse a los aranceles del 25% impuestos por el presidente Donald Trump a las importaciones de automóviles a Estados Unidos. E incluso si a Volvo le está yendo bastante bien, en comparación con otros fabricantes, es un golpe duro.
Con la corresponsal de RFI en Estocolmo, Ottilia Ferey
"Lo único que tienes que hacer es seguir la ley de Darwin y adaptarte, y adaptarte más rápido que los competidores". Así lo afirmó este jueves el director ejecutivo de Volvo Cars, Håkan Samuelsson, quien anunció su estrategia para reducir costes aumentando los volúmenes de producción en la planta de Volvo en Charleston, Estados Unidos.
Allí ya se fabrican dos modelos y pronto se fabricará un tercero. "Volvo está presente en Estados Unidos desde 1957 y nuestra intención es quedarnos allí, es un mercado muy importante para Volvo", dijo Samuelsson.
Uno de los mayores empleadores de Suecia
Uno de cada cinco coches Volvo se vende en el mercado estadounidense, y los dos modelos más vendidos se fabrican en la ciudad sueca de Gotemburgo.
El fabricante es uno de los mayores empleadores de Suecia, por lo que muchos están preocupados por sus puestos de trabajo. Pero para los medios suecos, el jefe de Volvo busca ser tranquilizador.
"Prevemos que la compañía crecerá y ganará cuotas de mercado en esta transformación hacia lo eléctrico. Así que no veo un futuro en el que tengamos que reducir nuestras actividades en Gotemburgo", indicó.
También prometió establecer un programa claro dentro de un mes con respecto a la producción y a la manera en que Volvo venderá ahora sus autos.
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