El presidente sirio, Ahmed al Sharaa, pidió el domingo "unidad nacional" después de tres días de enfrentamientos sin precedentes desde la caída de Bashar al Asad que dejaron más de mil muertos, en su mayoría civiles alauitas.
Los enfrentamientos empezaron con un ataque el jueves de los partidarios de Al Asad contra las fuerzas de seguridad en la ciudad de Jablé, en la gobernación de Latakia, en el oeste. Esta región es la cuna de la comunidad musulmana alauita de la que proviene el clan Al Asad.
Según la oenegé Observatorio de los Derechos Humanos (OSDH), que cuenta con una amplia red de fuentes de información en Siria, desde el jueves 745 civiles alauitas murieron en las regiones de la costa y las montañas de Latakia a manos de las fuerzas de seguridad y de grupos afiliados.
También murieron al menos 273 miembros de las fuerzas de seguridad y combatientes favorables a Asad, según la misma oenegé.
La comunidad alauita es una rama del islam chiita.
"Lo que está pasando en el país (…) son desafíos que eran previsibles. Tenemos que preservar la unidad nacional, la paz civil, tanto como sea posible y, si Dios lo quiere, seremos capaces de vivir juntos en este país", declaró Al Sharaa en un discurso en una mezquita de Damasco, la capital.
El actual presidente dirigió la coalición islamista que derrocó a Al Asad, miembro de la minoría musulmana alauita.
Tras el ataque del jueves, las fuerzas de seguridad enviaron refuerzos y llevaron a cabo importantes operaciones en la región.
Según el OSDH hubo "ejecuciones por motivos religiosos o regionales".
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