Tras cuatro décadas de violencia, el líder encarcelado del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdullah Öcalan, ha instado al grupo armado a abandonar la lucha y disolverse. Este llamado es un primer paso dentro de un proceso impulsado por Ankara, cuyos principales intereses son la seguridad y la estabilidad interna para evitar que el conflicto kurdo tome una dimensión regional. Análisis de Anne Andlauer, periodista de RFI, y nuestra corresponsal en Ankara.
El llamado de fundador y líder del PKK podría ser histórico si no cae en el olvido. Öcalan, pidió la víspera a su movimiento armado que se disuelva y deponga las armas. Encarcelado desde 1999 en una isla del mar de Mármara, Öcalan afirmó que asumía "la responsabilidad histórica de este llamado".
Este mensaje marca un punto de inflexión en el conflicto entre el PKK y Turquía, que ha causado decenas de miles de muertes. En su carta, leída primero en kurdo y luego en turco, Abdullah Öcalan explica que las condiciones que dieron origen al grupo armado ya no existen y que el PKK ha perdido su razón de ser. "No hay, ni puede haber, otro camino que la democracia", añade Abdullah Öcalan.
El fundador del PKK no fue el que inició estos esfuerzos de paz. Su mensaje es el resultado de casi un año de negociaciones con las autoridades de Ankara, pero también del llamado, realizado en el Parlamento turco el pasado 22 de octubre, de Devlet Bahçeli, líder del Partido de Acción Nacionalista (MHP).
Este aliado indispensable del presidente Recep Tayyip Erdogan, que ha dirigido durante casi 30 años el principal partido de la extrema derecha nacionalista turca —férreamente opuesto a todas las reivindicaciones del movimiento político kurdo—, sorprendió al país al insinuar una posible liberación de Abdullah Öcalan. A cambio, exigía que «el líder terrorista anunciara unilateralmente el fin del terrorismo y la disolución de su organización».
Las preocupaciones de Ankara son la seguridad y unidad
Las motivaciones del proceso en curso se encuentran, más bien, del lado del gobierno turco. Según Roj Girasun, director del instituto Rawest, "los acontecimientos regionales que comenzaron en Gaza el 7 de octubre de 2023 y se han extendido por toda la región, incluido a Irán, preocupan mucho a los círculos nacionalistas y de seguridad en Turquía", dice.
"La preocupación de Ankara es resolver el problema kurdo en Turquía antes de que alcance dimensiones regionales. Sería un error interpretar esto como un deseo de democratización. Las preocupaciones son de seguridad y unidad", añade este especialista en la cuestión kurda.
Según este investigador, el hecho de que Devlet Bahçeli haya tomado la iniciativa distingue este proceso de los anteriores —a los que siempre se opuso— y aumenta sus posibilidades de éxito. "Es innegable que la nueva situación en Siria añade un sentido de urgencia entre quienes dirigen el país y están convencidos de que Occidente quiere usar a los kurdos para dividir Turquía", señala Hakan Tahmaz, presidente de la Fundación por la Paz, que lleva décadas militando por una solución pacífica. "Pero seamos pragmáticos: en todo el mundo y a lo largo de la historia, los procesos de paz comparables que han tenido éxito nunca se han llevado a cabo con una perspectiva de democratización. Siempre han sido el resultado de intereses diversos que han terminado por converger", insiste. Para Recep Tayyip Erdogan, en el poder desde hace 22 años, se trata, entre otras cosas, de obtener el apoyo de los kurdos para prolongar su mandato más allá de 2028.
Los kurdos esperan reformas constitucionales
En una nota divulgada por el partido prokurdo DEM tras la lectura de su carta, Abdullah Öcalan subraya, sin embargo, que su llamado implica "una política democrática y una dimensión jurídica".
Esta frase añadida, no oficial y probablemente no validada por Ankara, es un mensaje dirigido a las autoridades turcas, que desde el inicio han asegurado que este proceso no tiene nada que ver con una posible resolución de la cuestión kurda, sino que solo busca resolver un problema de "terrorismo". Oficialmente, no se contempla responder a las demandas de liberación de presos políticos, educación en lengua kurda o revisión de las leyes antiterroristas.
Pero, según Öztürk Türkdogan, vicepresidente del partido DEM, si se instala un clima de paz, Recep Tayyip Erdogan y su aliado ultranacionalista se verán obligados a hacer concesiones. "¿Cuál ha sido siempre el pretexto que este gobierno ha utilizado para justificar su autoritarismo? El terrorismo. Si las armas callan, el gobierno perderá esa excusa y deberá emprender reformas constitucionales", sostiene este dirigente kurdo. De lo contrario, agrega, "se enfrentará a una resistencia mucho más fuerte. Porque, como siempre hemos dicho, el PKK no es la causa, sino la consecuencia".
El futuro del proceso dependerá tanto de las decisiones del grupo armado kurdo como de las del gobierno turco. "El llamado es solo un primer paso", insiste Öztürk Türkdogan. "Para que su llamado pueda aplicarse, es imprescindible que las condiciones de trabajo del señor Öcalan mejoren. En el intento anterior, entre 2013 y 2015, esto no ocurrió, y fue lo que hizo fracasar el proceso. Condiciones de trabajo libres son el requisito sine qua non planteado por el PKK y todos los componentes del movimiento kurdo, sean legales o ilegales, para acatar el llamado".
Dicho de otro modo: en su prisión en la isla, Abdullah Öcalan debería poder comunicarse, sin demoras ni restricciones, con quien desee, empezando por los líderes militares del PKK en el norte de Irak, y recibir la visita de quienes él quiera o de quienes deseen verlo: abogados, periodistas, dirigentes políticos, miembros de la sociedad civil… Sin embargo, hasta el momento, las autoridades de Ankara no han hecho ninguna promesa pública al respecto.
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