El Gobierno libanes anunció la preparación de un plan para desarmar a Hezbolá antes de que acabe 2025. Ayer se mantuvieron reuniones gubernamentales, después de que el movimiento chií rechazara la decisión de confiscar sus armas.
De nuestros corresponsales en Beirut Joan Cabasés y Paul Khalifeh.
Después de haberse mostrado abiertos durante meses a discutir lo que ellos llaman “una estrategia de seguridad nacional”, los líderes de Hezbolá abordan ahora la idea del desarme con una hostilidad creciente.
Detrás de esa negativa de Hezbolá para abandonar las armas se esconde el poder sobre el terreno. Tener sus propias armas permite a Hezbolá influir y extorsionar en la política doméstica libanesa, algo que lleva múltiples grupos políticos que rivalizan con el grupo chií a querer aprovechar el momento para desarmarlo.
Pero también hay otros motivos. A diferencia de Hezbolá, en Líbano hay comunidades que no perciben al vecino israelí como un enemigo y que consideran que las aventuras militares de la milicia chií arrastran Líbano a la guerra con el ejército israelí.
Aún así, parte importante de la sociedad libanesa lo ve distinto. En el sur de Líbano, donde viven a lo largo de la frontera con Israel, muchos civiles aseguran sentirse indefensos. Creen que el estado de Israel tiene ambiciones expansionistas y denuncian que el ejército regular de Líbano, que depende de las aportaciones de países como los EE. UU., nunca responde los ataques que Israel lanza contra sus territorios. Eso lleva a la poblacion de esa zona, donde Hezbolá retiene buena parte de su apoyo popular, a rechazar el desarme de la milicia que ven como garante de su seguridad.
Resistencia de Hezbolá en los despachos y en las calles
Hezbolá pide la retirada de las tropas israelíes antes de cualquier conversación sobre el desmantelamiento de su arsenal. El partido, de orientación chií ha mostrado su descontento pidiendo a los ministros de su comunidad religiosa que se retiren de este debate.
La milicia quiere demostrar que las decisiones del Gobierno van contra el Pacto Nacional, considerada la piedra fundacional del Líbano moderno. Este pacto, no escrito, exige que las grandes decisiones de carácter estratégico cuenten con el visto bueno de las comunidades religiosas del país.
Además, partidarios de Hezbolá se han mobilizado en motos o coches tanto en la capital y como en varias ciudades del país para mostrar su oposición.
Compartir esta nota