El regreso de las competiciones nacionales significa nuevas camisetas y con ellas, un mercado de falsificaciones cada vez más sofisticado. En pocos años, las camisetas falsificadas se han convertido en algo habitual entre muchos jóvenes, para quienes comprar una camiseta oficial es imposible debido al aumento de los precios. Pero detrás de este ahorro se esconden riesgos sanitarios y cuestiones morales relacionadas con la financiación del crimen organizado.

Por Timéo Guillon

Alexandre tiene un armario que muchos aficionados al fútbol envidiarían. Como muchos jóvenes, colecciona camisetas de todo el mundo. Una colección que, en teoría, valdría miles de euros. Sin embargo, todas sus camisetas son falsificaciones. "Sinceramente, cuando te la pones, no se nota la diferencia. Puede que la tela sea un poco peor, pero a primera vista, pasa", explica el joven.

Más de 40 camisetas se amontonan en su armario, compradas en sitios como KKgool o MaxMaillots por unos veinte euros cada una. Y el caso de Alexandre no es aislado. Según una encuesta de Ifop realizada en 2023 con la Unión de Fabricantes (UNIFAB), el 15 % de las personas encuestadas ya han comprado artículos deportivos falsificados. Esta cifra asciende al 20 % entre los jóvenes de 15 a 18 años.

Las aduanas francesas confirman esta tendencia: en 2023, más del 40 % de los productos incautados eran artículos deportivos, por delante de la perfumería o la marroquinería. "Se venden varios millones de camisetas falsas cada año. Esto debe representar al menos el 20 % del mercado, o incluso más en algunos países", estima Delphine Sarfati-Sobreira, directora general de Unifab.

Falsificaciones cada vez más realistas y fáciles de encontrar

El pasado mes de julio, más de 24.000 camisetas fueron interceptadas en la región de Jura, en Francia. En el camión se encontraron las nuevas equipaciones del Real Madrid y del FC Barcelona para la temporada 2025/2026, con los nombres de Mbappé y Yamal. En España, poco antes de la Eurocopa 2024, las autoridades ya habían incautado 11 toneladas de camisetas falsificadas. "Ante la proximidad de eventos nacionales o internacionales, es el sector de actividad más copiado", explica Delphine Sarfati-Sobreira.

Para Mohamed, seguidor del Olympique de Marsella y todavía estudiante, la falsificación es ante todo una solución económica: "Sinceramente, gastarme 120 euros en una camiseta es imposible para mí. Con ese dinero pago más de un mes de la compra". Como muchos jóvenes, se beneficia del auge de las páginas web. "Antes, tenías que ir al mercado y se notaba que era falsa. Ahora, haces el pedido por internet y te llega a casa en una semana como un paquete más", sonríe.

En Europa, la falsificación sale muy cara

Durante mucho tiempo, Alexandre no se atrevía a admitir sus compras. "Pero nadie se daba cuenta de que no eran auténticas", se ríe. Logos, patrocinadores, dorsales: todo está ahí. Una afirmación que refuta Delphine Sarfati-Sobreira: "Hay una gran diferencia entre las auténticas y las falsas, sobre todo en el tejido. Las camisetas falsas pueden contener tintes tóxicos, estar cargadas de plomo y provocar alergias. Son productos extremadamente peligrosos para los consumidores".

"Cuando compras una camiseta de fútbol falsa, financias el crimen organizado"

Mohamed, por su parte, reconoce que las camisetas falsas se desgastan más rápido: "sobre todo en los dorsales", pero eso no le disuade. "Aunque se estropeen antes, cumplen su función. Simplemente he dejado de poner el nombre de un jugador en la espalda". Sin embargo, no sabe que se expone a una sanción penal de hasta 300.000 euros de multa y tres años de cárcel. En la práctica, solo se persigue a los revendedores organizados. "Una vez tuve que pagar 10 euros para desbloquear mi paquete en la aduana del aeropuerto, y eso es todo", ironiza Alexandre, que considera estas sanciones desproporcionadas.

Para Delphine Sarfati-Sobreira, no es un tema de broma: "Cuando compras una camiseta de fútbol falsa, financias directamente el crimen organizado, e incluso el terrorismo. Me refiero a la mafia, a las tríadas chinas, a redes criminales que utilizan la falsificación para financiar sus otras actividades". Un vínculo del que los jóvenes a menudo no son conscientes. "En mi grupo de amigos, todo el mundo ha comprado alguna vez camisetas falsas. Es tan común que nadie piensa en eso", reconoce Alexandre, algo turbado por la información.

Por el contrario, Mohamed se mantiene en sus trece. Para él, ser aficionado al fútbol implica tener las últimas equipaciones, a ser posible sin arruinarse. "Una especie de obligación", según él. Sobre todo porque los precios de las camisetas auténticas no han dejado de aumentar: en 2013, una camiseta de la Ligue 1 costaba de media 69 euros, frente a los 81 de 2024. Esta temporada, la camiseta del OM con dorsal y parches incluidos alcanza los 150 euros en la tienda oficial… mientras que las copias se encuentran por 30 euros en internet.

Consumidores o fabricantes, ¿de quién es la culpa?

"El fútbol es el deporte más popular. Pero entre la suscripción a la televisión, las entradas para el estadio y las camisetas a más de 100 euros, es demasiado. Se están riendo de nosotros", se queja Alexandre, que señala la responsabilidad de las marcas en la subida de los precios de las camisetas. Según varias investigaciones, la producción de una camiseta de fútbol estándar cuesta entre 5 y 15 euros, a los que se añaden de 2 a 3 euros de transporte y logística. Vendida a 150 euros en la tienda, el margen bruto suele superar los 100 euros, de los cuales solo el 1% se destina al salario de los obreros, según la ONG Campaña Ropa Limpia.

"Entre la suscripción a la televisión, las entradas para el estadio y las camisetas a más de 100 euros, es demasiado. Se están riendo de nosotros."

Desde Unifab, se traslada la responsabilidad a los consumidores: "Son los mismos que tienen teléfonos carísimos. […] Siempre se puede elegir en la vida, no estamos obligados a nada. Después, o se tienen principios o no se tienen", responde Delphine Sarfati-Sobreira. También insiste en las condiciones de fabricación: "Las camisetas falsas salen de fábricas clandestinas, donde los trabajadores suelen ser maltratados y mal pagados, mientras que las auténticas se producen en fábricas que respetan la legislación social del país y unas normas de calidad estrictas".

A pesar de estos riesgos y de las sospechas de financiación criminal, Alexandre admite que seguirá comprando falsificaciones "mientras las auténticas no estén a un precio asequible". En 2023, según Unifab, la falsificación habría causado unas pérdidas de casi 850 millones de euros a los clubes y a los fabricantes. Esto alimenta un círculo vicioso: cuanto más aumentan las pérdidas, más suben los precios… y más compradores encuentran las camisetas falsas.

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