Tras décadas en las que Alemania se colocó bajo la protección del paraguas estadounidense, el país se embarca en un rearme nacional y europeo a una escala sin precedentes. Un giro de 180 grados denunciado por la prensa conservadora y la extrema derecha como una renuncia.
“Cueste lo que cueste”. El 4 de marzo, el probable futuro canciller alemán Friedrich Merz repitió la famosa frase acuñada por Mario Draghi, ex presidente del Banco Central Europeo, durante la crisis de la eurozona. Fue una elección de palabras que marcó un importante punto de inflexión: la CDU abandonó su estricto apego a la ortodoxia presupuestaria y dio marcha atrás en su oposición, expresada durante la campaña, a reformar el freno de la deuda.
Las cifras son asombrosas. Se movilizarán cientos de miles de millones de euros, informa nuestro corresponsal en Berlín, Pascal Thibaut. El objetivo previsto es alcanzar un orden de magnitud de “al menos 100.000 millones de euros al año” en gastos de defensa, declaró por la noche en la cadena ARD una de las negociadoras del SPD, Manuela Schwesig, es decir, el doble de lo previsto actualmente. Esto acercaría a Alemania al umbral anual del 3% del PIB correspondiente al nuevo objetivo que los países de la OTAN podrían fijarse próximamente.
El Ministro de Defensa, Boris Pistorius, habló en Der Spiegel de “un día histórico para la Bundeswehr (fuerzas armadas alemanas) y para Alemania”, que podrá asumir “un papel de liderazgo” en el fortalecimiento de la OTAN y de Europa.
También se creará un fondo especial extrapresupuestario de 500.000 millones de euros para modernizar infraestructuras en mal estado, como escuelas, carreteras y la red ferroviaria. Se permitirá a los Estados regionales incurrir en déficit.
¿Una reforma a la vista?
Una medida que debería estimular el crecimiento tras dos años de recesión. “Alemania vuelve a pensar a lo grande”, comenta el economista Carsten Brzeski, del banco ING.
Esta iniciativa satisface especialmente a los socialdemócratas del SPD, que se negaban a que sólo Defensa se beneficiara de estas generosas medidas.
Este cambio de opinión facilitará ahora las negociaciones entre democristianos y socialdemócratas. Con un plan así, los esfuerzos de ahorro a corto plazo parecen relegados a un segundo plano. Ahora sólo queda obtener la semana próxima una mayoría de dos tercios en el Bundestag para reformar la Constitución y ratificar estas medidas históricas.
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