Donald Trump está cumpliendo sus amenazas: como anunció en febrero, los aranceles a las importaciones de acero y aluminio a Estados Unidos han aumentado un 25%. Es una mala noticia para el acero europeo, que ya está en medio de una crisis. La situación es especialmente preocupante en el norte de Francia, donde se encuentra el buque insignia histórico de la industria siderúrgica francesa.
Por Nathanaël Vittrant
La planta siderúrgica de ArcelorMittal en Dunkerque no es una fábrica cualquiera: la antigua Usinor es un buque insignia histórico de la industria siderúrgica francesa y el mayor alto horno de Europa. Con 11 millones de toneladas de CO2 emitidas al año, o casi el 3% de las emisiones anuales de Francia, la planta es también la más contaminante del país. Por lo tanto, el grupo se había comprometido a reemplazar sus altos hornos de carbón por hornos eléctricos.
Marcha atrás
A principios de 2024, la segunda empresa siderúrgica más grande del mundo y el Gobierno francés firmaron un contrato para descarbonizar el sitio: una inversión de 1.800 millones de euros, casi la mitad de los cuales fueron aportados por el Estado. En un giro dramático de los acontecimientos, el pasado noviembre, apenas dos semanas después de la elección de Donald Trump, ArcelorMittal dio marcha atrás y anunció la congelación de sus inversiones en Dunkerque.
El grupo justifica este cambio de tendencia por el exceso de capacidad de producción de acero en todo el mundo, la debilidad de la demanda -ha caído un 20% en cinco años en Francia- y el alto precio de la energía que pesa sobre la competitividad del acero europeo. El grupo franco-indio, con sede en Luxemburgo, está a la espera de una reacción de Bruselas, ya que las normas europeas sobre las emisiones de CO2 pesan sobre los costes de producción.
"Al mismo tiempo, los productores de acero chinos, por ejemplo, no asumen este coste de CO2″, explicaba Alain Le Grix de la Salle, presidente de ArcelorMittal Francia, el mes pasado ante la Comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Nacional. "Su acero llega a Europa a niveles por debajo de nuestros precios de coste. Es una competencia desleal. Sin medidas urgentes y concretas, nuestras inversiones en descarbonización no pueden decidirse", concluía el ejecutivo, hablando de una amenaza que se cierne sobre todos los productores europeos.
Un plan de acción largamente esperado
Bajo presión, la Comisión Europea está trabajando en un plan de acción que presentará el 19 de marzo. Los industriales están a la espera de que las cuotas de importación tengan en cuenta la drástica reducción del mercado siderúrgico europeo en los últimos cinco años y la implementación de una especie de impuesto al carbono en las fronteras europeas, para jugar en igualdad de condiciones con los exportadores chinos.
Mientras tanto, la UE ha prometido medidas de represalia por los nuevos aranceles estadounidenses para el 1 de abril. Estos impuestos agravan aún más la situación de los productores europeos. En primer lugar, al penalizarlos directamente en su segundo mercado; en segundo lugar, el proteccionismo estadounidense empujó a todos los demás productores de acero a buscar otras salidas.
Entre 20.000 y 30.000 puestos de trabajo en juego
La situación preocupa a los empleados de ArcelorMittal en Dunkerque. "Habíamos asumido compromisos con Europa", recuerda Gaëtan Lecoq, representante sindical de la CGT. "Si los proyectos de descarbonización no salen adelante, nuestra supervivencia industrial está en juego. Es cuestión de unos pocos años. Y si Dunkerque cae, tendrá un efecto dominó", advierte el sindicalista, que estima que una de cada cinco familias en Dunkerque y las regiones circundantes "depende directa o indirectamente de ArcelorMittal Dunkerque", es decir, "entre 20 y 30.000 puestos de trabajo", según sus estimaciones. Eurofer, la Asociación Europea del Acero que defiende los intereses de esta industria en Bruselas, asegura que la industria siderúrgica europea ha perdido 18.000 puestos de trabajo en 2024.
La decisión del grupo a principios de semana de cerrar el principal alto horno del sitio por mantenimiento no lo tranquiliza. El grupo pone sobre la mesa más de 250 millones de euros, un "parche" destinado a mantener viva la herramienta industrial "en el mejor de los casos hasta 2029″, según Gaëtan Lecoq. Si él también piensa que las fronteras europeas deben estar mejor protegidas, no suscribe los argumentos del grupo franco-indio que justifica su desconexión europea en un contexto de sobreproducción global… al mismo tiempo que invierte ampliamente en el extranjero. "Si realmente hay un exceso de capacidad, ¿por qué ArcelorMittal sigue creando capacidad de producción? En la India, quieren aumentar su producción casi siete o incluso ocho veces para 2030. ¿Por qué están invirtiendo masivamente en Brasil? ¿En Estados Unidos? ", subraya.
Para Gaëtan Lecoq, ArcelorMittal utiliza el contexto internacional como pretexto para volver a centrarse en los mercados en crecimiento, en detrimento de la industria del viejo continente. El Estado francés debería estar preparado, como hizo Italia recientemente al nacionalizar el sitio para salvarlo. "Mittal había comprado la planta siderúrgica más grande de Europa, tomaron dinero público antes de abandonarla. El Estado se vio obligado a nacionalizar. Si se trata de esto en Francia, hay que hacerlo. Es una cuestión de soberanía. Hablan de rearmar a Europa, ¿cómo se puede hacer sin acero? ", concluye.
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