La visita de Emmanuel Macron a Roma, este martes 3 de junio, se percibe en Italia como una señal de distensión hacia la presidenta del Consejo de Ministros, Giorgia Meloni. Las relaciones entre ambos líderes se caracterizan por profundas divergencias, especialmente en los últimos doce meses.
Apretones de manos fríos, estrategias de evasión, miradas al cielo y comentarios crípticos… Desde hace más de un año, las tensiones entre Emmanuel Macron y Giorgia Meloni son evidentes y virales. Un ejemplo de ello fue en junio de 2024, durante la cumbre del G7 presidida por Italia. Las fotos, a la sombra de los olivos de Apulia, dejaron patente la frialdad entre ambos, tras el veto italiano a la inclusión en el comunicado final del compromiso de garantizar el derecho al aborto, recuerda nuestra corresponsal en Roma, Anne Le Nir.
Desde entonces, las relaciones entre el europeísta convencido y la ultraconservadora se han mantenido frías. Cuando Giorgia Meloni se erige en mediadora entre Donald Trump y Bruselas, en la guerra comercial iniciada por el presidente estadounidense, Emmanuel Macron hace un llamamiento a la unión de los europeos frente a los aranceles. Personalmente, el francés y la italiana no se aprecian mucho. Políticamente, tienen muchas divergencias.
A pesar de las tensiones, las posiciones francesa e italiana son similares
Otro motivo de discordia es Ucrania, aunque Roma sigue prestando su apoyo. Su última disputa se remonta al 16 de mayo, con la ausencia de la líder italiana en una reunión de la “coalición de voluntarios”, al margen de la sexta cumbre de la Comunidad Política Europea en Tirana, Albania. Giorgia Meloni se justificó reiterando su posición en tono irritado: “Italia no quiere enviar tropas a Ucrania”. Emmanuel Macron la reprendió de forma mordaz: “Creo que ha habido un error de interpretación, la discusión giraba en torno a un alto el fuego”. De paso, el presidente francés la acusó, entre líneas, de hacerle el juego a Rusia, mientras que la primera ministra lo tildó, en esencia, de belicista.
Pero, en el fondo, los intereses y las posiciones de Francia e Italia coinciden en casi todo: el apoyo a Ucrania, la necesidad de permanecer unidos a nivel europeo frente a los aranceles estadounidenses… “Francia e Italia tienen interés en trabajar conjuntamente. Porque, por el momento, Estados Unidos no ha aludido a la idea de diferenciar los aranceles entre los distintos países europeos”, señala Christophe Bouillaud, profesor del Instituto de Estudios Políticos de Grenoble y especialista en política italiana.
“En el tema de Ucrania, Giorgia Meloni quiere adoptar una postura de apoyo prudente. Pero apoya, al fin y al cabo, porque sigue aliada con los polacos del partido Ley y Justicia, especialmente hostiles a Rusia y apoyados por Donald Trump. Esto la acerca mucho al bando franco-alemán”, agrega Christophe Bouillaud. Incluso en materia de inmigración, ambos se han alineado, ya que Emmanuel Macron se ha acercado a las posiciones de Giorgia Meloni.
En el Palacio Chigi, donde ambos líderes se reunirán el martes, las conversaciones darán lugar sin duda a declaraciones más conciliadoras. Dado que la agenda de junio se presenta muy cargada —el G7 en Canadá del 15 al 17, la cumbre de la OTAN en los Países Bajos los días 24 y 25, y el Consejo Europeo los días 26 y 27—, la idea es dejar de lado, al menos un poco, los egos y volver a una relación transalpina pragmática.
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