Hungría aprobó este 18 de marzo una ley para prohibir la Marcha del Orgullo, lo que supone una escalada en la política del primer ministro nacionalista Viktor Orbán de restringir los derechos de las personas LGBT+.
El Parlamento húngaro aprobó este martes por amplia mayoría (136 votos a favor, 27 en contra) una ley que busca prohibir la Marcha del Orgullo. La ley establece que está "prohibido celebrar un acto que viole la legislación" de 2021, según la cual no se puede promover entre los menores "la homosexualidad y el cambio de sexo".
Presentada apenas la víspera del voto, la ley fue adoptada por un procedimiento excepcional y contó con el apoyo la coalición de gobierno y de los diputados de extrema derecha. La oposición interrumpió la votación encendiendo bombas de humo y tocando el himno ruso en el hemiciclo.
"Un paso más en la fascistización de la sociedad"
La legislación, que modifica la ley sobre libertad de reunión, busca garantizar que sólo puedan celebrarse actos que "respeten el derecho de los niños a un desarrollo físico, mental y moral adecuado".
Para los organizadores del desfile, previsto para el 28 de junio de este año, se trata de "un paso más en la fascistización de la sociedad". "Desde pequeños, hemos tenido que luchar por la aceptación y la igualdad de derechos. La Marcha del Orgullo saca a la luz esta lucha cotidiana", reaccionaron, denunciando "el intento del gobierno de deshumanizarlos".
Los participantes en el desfile se expondrán a una multa de hasta 500 euros, una suma "que se donará con fines de protección de la infancia". Esto, con la posibilidad de que la policía identifique a los delincuentes a través de herramientas de reconocimiento facial.
A pesar de esta amenaza, la gente "quiere venir y mostrar su apoyo a la comunidad", dijo a la AFP el portavoz de la marcha, Mate Hegedus. "No nos vamos a dejar intimidar por el Gobierno que está buscando un chivo expiatorio", insistió.
Endurecimiento en varios frentes
Envalentonado por la llegada de su aliado Donald Trump a la Casa Blanca, Orbán sigue endureciendo su retórica y el arsenal legislativo. El sábado, llamó "chinches" a sus enemigos políticos, jueces, medios de comunicación y ONG, prometiendo "eliminar a este ejército en la sombra".
Las revisiones constitucionales también están en la agenda, con el objetivo de expulsar a los ciudadanos con doble nacionalidad considerados traidores a la nación, o de estipular que una persona es "un hombre o una mujer".
Esta ofensiva se produce en un tenso contexto preelectoral, en el que Orbán se enfrenta a un desafío sin precedentes en sus 15 años de reinado en la persona de Pedro Magiar, un conocedor de los misterios del sistema que se ha convertido en un feroz crítico.
"¿Dónde vamos a parar? ", se preocupa Szabolcs Hegyi, de la asociación de libertades civiles TASZ. Si se modifica la libertad de reunión para "adaptarla a los intereses políticos, se corre el riesgo de que prácticamente nadie pueda manifestarse, excepto los que están a favor del gobierno", señala.
En su discurso sobre el estado de la nación en febrero, Orbán aconsejó "a los organizadores de la Marcha del Orgullo que no se molestaran en prepararse para el desfile de este año: es una pérdida de dinero y tiempo".
Desde su regreso al poder en 2010, el líder alineado con el Kremlin ha sido acusado por la gran mayoría de sus aliados europeos de haber socavado gradualmente el Estado de derecho. Esto ha llevado a varios trámites por parte de Bruselas, entre ellos el congelamiento de varios miles de millones de euros en fondos europeos.
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