El enviado especial de la Casa Blanca, Tom Barrack, visitó Beirut y se reunió con el Gobierno libanés para tratar la hoja de ruta del desarme de la milicia Hezbolá. Tras ello, Barrack se mostro "satisfecho" y "esperanzado".
De nuestro corresponsal en Beirut, Joan Cabasés Vega.
El enviado especial de la Casa Blanca, Tom Barrack, ha estado hoy en Beirut. El Gobierno de Líbano le ha comunicado su respuesta a la hoja de ruta propuesta por Washington para el desarme de la milicia libanesa Hezbolá. El detalle de la contestación se desconoce, pero el enviado especial ha manifestado estar “satisfecho” y “esperanzado” con las conversaciones.
Los Estados Unidos e Israel quieren aprovechar la debilidad actual de Hezbolá después de su derrota el año pasado en la guerra contra el Ejército israelí. Ambos países presionan al ejecutivo libanés -nacido este año bajo influencia estadounidense- para lograr el monopolio de las armas por parte del estado, lo que consolidaría un nuevo Líbano posterior a Hezbolá.
La tarea es sin embargo un desafío: el grupo chií sigue siendo el actor político y militar más potente en el país y acometer su desarme puede comportar consecuencias inciertas.
Tanto la Casa Blanca como Tel Aviv cuentan con una enorme capacidad de presión. La tregua firmada en noviembre entre Hezbolá e Israel, que fue mediada por los Estados Unidos, puso a Líbano bajo tutelaje internacional.
Barrack afirma que Washington no dicta a Beirut qué es lo que debe hacer, pero Líbano y los libaneses ya conocen cuáles son las consecuencias si el grupo no termina desarmado: los bombardeos israelíes continuarán cayendo sobre el país, las tropas de Israel seguirán ocupando tierras en el sur y la ayuda para reconstruir los pueblos devastados seguirá sin llegar.
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