El ayatolá Ali Jamenei, líder supremo de Irán, se mostró relativamente optimista tras las conversaciones entre Teherán y Washington el pasado sábado en Omán sobre el programa nuclear iraní. No obstante, Jamenei no ocultó su desconfianza en la administración Trump. Ambas parten continuarán negociando el sábado.
El líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei se mostró satisfecho con las recientes conversaciones con Estados Unidos en torno a su programa nuclear, aunque con cierta cautela, no ocultando su desconfianza hacia la administración del presidente Donald Trump.
Ambas partes mantuvieron conversaciones el pasado sábado bajo la mediación del sultanato de Omán. Según Jamenei, que dio una declaración difundida por la televisión estatal, las negociaciones "se desarrollaron bien en los primeros pasos", aunque añadió: "Por supuesto, somos muy pesimistas sobre la otra parte, pero optimistas sobre nuestras propias capacidades".
El ayatolá, máxima autoridad de Irán y quien ostenta la última palabra en los asuntos de Estado, añadió además que "las negociaciones pueden prosperar o no". Teherán y Washington acordaron proseguir con el diálogo el próximo 19 de abril en Mascate, capital de Omán, que seguirá actuando como mediador en esta nueva tanda de conversaciones.
El relativo optimismo mostrado por Jamenei contrasta con el hecho de que el pasado lunes, el presidente estadounidense Donald Trump había reiterado sus amenazas de lanzar un ataque contra instalaciones nucleares de Irán si fracasa la diplomacia, acusando a las autoridades iraníes de "radicales" que no deberían tener acceso a armamento nuclear.
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En 2015, Irán concluyó un acuerdo con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, China, Rusia, Estados Unidos, Francia y Reino Unido, además de Alemania, para supervisar sus actividades nucleares.
No obstante, en 2018, Donald Trump retiró a su país del acuerdo durante su primer mandato y volvió a imponer duras sanciones contra Teherán, que comenzó entonces a desligarse de sus compromisos. La decisión de Trump estuvo parcialmente motivada por la ausencia de medidas contra el programa balístico iraní, percibido como una amenaza para su aliado israelí.
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