Una empresa automotriz francesa se dispone a producir drones en Ucrania para el ejército ucraniano, así como para el ejército francés. Un giro simbólico que ilustra una tendencia más amplia: la reconversión parcial de la industria automovilística hacia la defensa, en un contexto de tensiones geopolíticas y transformaciones industriales.
El anuncio hecho este fin de semana por el Ministro francés de las Fuerzas Armadas, Sébastien Lecornu, marca una nueva etapa en la diversificación industrial de Europa. Un fabricante francés, cuyo nombre aún no se ha confirmado -aunque Renault afirma haber sido contactado-, va a instalarse en Ucrania para producir drones militares. No se trata de una decisión aislada. En 2023, Alemania vio cómo sus gigantes del automóvil, Volkswagen y BMW, se aliaban con Rheinmetall para fabricar sistemas electrónicos de a bordo. Este cambio de lo civil a lo militar recuerda precedentes históricos, como Ford fabricando tanques durante la Segunda Guerra Mundial.
Las razones de la colaboración
Hay tres razones principales para explicar este acercamiento entre dos mundos a los que todo parece oponerse. En primer lugar, el saber hacer industrial: los fabricantes de automóviles dominan la producción en serie y el montaje rápido a bajo coste. En segundo lugar, los conocimientos tecnológicos. Los ingenieros especializados en inteligencia artificial o sistemas integrados pueden transferir sus conocimientos a la industria armamentística. Por último, la presión económica. Frente a la caída de los pedidos, el aumento de los costes y la competencia extranjera, la industria europea encuentra en la defensa un nuevo motor de crecimiento.
Hacia un nuevo complejo industrial-militar europeo
Transformar una fábrica de automóviles en un centro de producción militar no es tarea fácil. Las normas de defensa exigen ajustes importantes, sobre todo para el montaje de equipos sensibles. Sin embargo, muchas competencias, sobre todo metalúrgicas, son transferibles. Esta reorientación forma parte de un esfuerzo más amplio para reforzar la soberanía industrial de Europa, respaldado por el apoyo masivo de las instituciones. La Comisión Europea tiene previsto invertir hasta 800.000 millones de euros en defensa. Esto debería favorecer la aparición de un nuevo complejo industrial-militar más ágil, interconectado y decididamente europeo.
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