Entre la guerra en Gaza y el nuevo conflicto entre Israel e Irán, cada vez más familias israelíes abandonan el país. Una decisión difícil en una nación donde el patriotismo está a la orden del día.
Con Michel Paul, corresponsal de RFI en Jerusalén
La reforma judicial, la situación económica, pero sobre todo una guerra que no termina, e incluso se intensifica… Cada vez son más los israelíes que abandonan su país. El año pasado se registraron cifras récord en este sentido. “Aproximadamente 80.000 residentes israelíes abandonaron el país”, explica Sergio della Pergola, profesor de demografía en la Universidad Hebrea de Jerusalén. “El balance migratorio de Israel el año pasado registró una pérdida neta de 20 000 personas. Israel está sufriendo una fuga de cerebros”, asegura.
Una fuga de cerebros aún más preocupante desde el punto de vista de los dirigentes israelíes, ya que afecta especialmente al sector de las altas tecnologías y a los reservistas, que se están derrumbando bajo el peso de la guerra.
Stav Adivi dirige Soft Landing, una organización con sede en Toronto que ayuda a los israelíes a establecerse en Canadá. Según él, los que llegan a territorio canadiense desde el Estado hebreo son “personas que ejercen profesiones liberales, con salarios considerables. Tienen entre 20 y 50 años. Quieren criar a sus hijos en un lugar donde haya menos presiones y tensiones psicológicas y más certeza sobre el futuro. Menos sorpresas y dramas en los informativos diarios”.
Las salidas desde Israel se dirigen a Norteamérica, Alemania, Portugal y Bulgaria. También hay destinos más exóticos. Muchos se consideran simples nómadas digitales y contemplan la posibilidad de regresar a Israel cuando la situación lo permita.
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