Hoy los medios, confundidos,
sin criterio ni decoro,
gritan fuerte y sin decoro:
“¡Auxilio, prensa, socorro!”.
Pero no hay quien les responda,
porque aquella voz redonda,
la que hablaba con conciencia,
con mesura y con decencia,
ya no habita los micrófonos,
ni levanta su presencia.
Partió Socorro Castellanos,
de apellido y alma clara,
la que nunca se vendía
ni adornaba su palabra.
Su verbo no era estridente,
era faro, no pantalla;
y en su frente no cabía
la noticia manipulada,
porque antes que ser noticia,
ella buscaba la causa.
No era trending ni vistosa,
ni hacía pactos con lo falso,
no posaba en selfies huecas
ni subía el tono al mazo.
Era firme, era ternura,
con la ética de paso,
esa que en estos tiempos
se ha quedado sin abrazo,
porque el show vale más click
que el dolor del que va abajo.
Hoy gritamos “¡Socorro!”
no como quien llama ayuda,
sino porque se nos fue
la que sabía cuándo y cómo.
Los medios gritan su nombre
pero olvidan su legado,
pues cambian análisis por likes,
y el rigor, por lo actuado.
¡Qué ironía! La que hablaba claro,
hoy se extraña en tanto ruido inflado.
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