El otro día en una muy interesante entrevista que le hicieron a una señora en un programa de televisión ésta afirmaba que renunciaba a la raza humana, a ser persona, por las muchas decepciones que el género humano lo largo de su vida y también a través de la historia y ahí pasaba a contar algunas de ellas.
De inmediato me identifiqué con la señora porque ese sentimiento de desafección lo he sentido durante mucho tiempo y sobre todo en los días presentes agravados por lo de Rusia y Ucrania, lo de Israel con Palestina, el Líbano, y los hutíes yemenitas, los gringos con Irán y también con los hutíes. Todos ellos enzarzados guerras y matanzas más propias de bestias salvajes que de seres que se llaman a sí mismos civilizados. Israel ya no lucha, extermina con balas de plomo y de hambre que aún son más dolorosas.
Así que, señora, yo también renuncio a ser persona y ya somos dos -por lo menos- y podemos formar el Club de los Desobligados. Sí, por mi parte me desobligo en mi totalidad, no quiero que me llamen persona, ente, ser, individuo, criatura, gente, sujeto, alma, ni nada que se le parezca. Desde pequeño me dijeron en colegios y sobre todo en las iglesias que el hombre estaba hecho con las características que reflejan la semejanza de Dios, o sea con la capacidad de sentir, pensar y relacionarse.
Extraña semejanza esta pues los homínidos aparecieron hace seis o siete millones de años y obtenían la energía de frutas, nueces, verduras y raíces, vivían en los árboles y bajaron a las llanuras gracias a la emergencia de la postura erecta, y después de doscientos o trescientos mil años evolucionó al llamado homo sapiens de la actualidad.
¿Sapiens? que dice civilizarse, desarrollar elaboradas teorías filosóficas y a la vez se mata, se asesina, se extermina en guerras a sí mismo por cientos de miles y por un paquete de millones.
¿Sapiens porque domina un buen pedazo de la matemática, física y química? es verdad que estas disciplinas sirven para construir, curar, o inventar cosas útiles como el delicioso arroz con leche, la curativa penicilina o el salvador desodorante, pero ahí está el átomo, la dinamita, el trinitrotolueno, las armas químicas, los gases, y toda una enorme gama de sustancias nuevas que junto a técnicas científicas sofisticadas hacen las armas mil veces más peligrosas, eficientes, y destructivas.
Hiroshima y Nagasaki ya no son puntos de reflexión sobre el nivel de perversión del hombre sino que son puntos de partida para perfeccionar y superar su propia maldad. Hiroshima y Nagasaki son niños de teta con lo que se puede destruir hoy.
¿Sapiens? y se sigue robando, secuestrando, apaleando, torturando, matando y mil desmanes delictivos más. No, al hombre le falta aún miles de años de evolución para entender en su plenitud lo que en realidad significan palabras y conceptos tan simples como paz, hermandad, entendimiento, respeto, amor.
En verdad me avergüenzo de pertenecer a la especie humana, renuncio a que me llamen persona ¿Cómo podré clasificarme entonces? Tal vez especie renunciante, especie todavía muy cruda… No lo sé, pero me siento obligado a desobligarme.
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