Las palabras del Papa Francisco definiendo la dignidad, “tierra, techo y trabajo”, cobran cada día más fuerza en la empobrecida provincia de El Seibo donde la caña de azúcar que circunda la ciudad de Santa Cruz impide la expansión para construir viviendas, parques, hospitales, centros culturales, iglesias, áreas deportivas y de recreo. No hay tierra para los muertos, el cementerio está lleno, y menos para los vivos que sufren el alto costo de los alquileres pues hay mucha demanda y poca oferta habitacional.

Cada cierto tiempo se escucha el clamor de familias, dominicanas hasta la tambora, que son amenazadas, con o sin orden del Abogado del Estado, para que abandonen sus casas en 15 días pues llegará la fuerza pública acompañada de palas mecánicas a tumbar lo que han construido con sudor y mucho sacrificio. El 27 de marzo de 2025 llegaron varias personas uniformadas a la Comunidad de Villa Guerrero, detrás de la Escuela Juan Sánchez Ramírez, a cantar el mismo estribillo de siempre con el fin de amedrentar a las 63 familias que viven apaciblemente en el lugar desde hace años.

Entre este grupo de familias está Dña. Vitalia quien, a sus 99 años, le dijo a su entristecida hija Esperanza “¿y tú vas a llorar?”. Estas palabras resonaron fuerte en el silencio de la noche y siguen inspirando como símbolo de resiliencia y de lucha por un derecho que está consagrado en el artículo nº 59 de la Constitución de la República Dominicana:

“Toda persona tiene derecho a una vivienda digna con servicios básicos esenciales. El Estado debe fijar las condiciones necesarias para hacer efectivo este derecho y promover planes de viviendas y asentamientos humanos de interés social. El acceso legal a la propiedad inmobiliaria titulada es una prioridad fundamental de las políticas públicas de promoción de vivienda”.

No se comprende entonces que si el Gobierno debe velar por el cumplimiento de este derecho a vivir dignamente sea el mismo Ministerio de la Vivienda y Edificaciones (MIVED) quien llega con la amenaza de destruir 63 viviendas como lo consumara el 7 de septiembre de 2022. Reseñamos algunos testimonios de los afectados como el de William: “no estamos dispuestos a dejar que nadie nos pisotee nuestros derechos” y el de Délsido: “estamos confiados en las autoridades que no van a permitir este atropello”.

Mientras tanto, miles de turistas vienen a mesa puesta en los hoteles de lujo de nuestras preciosas playas seibanas. A resaltar que estas cadenas hoteleras extranjeras no pagan impuestos, son receptores de varios beneficios, atraídos con múltiples facilidades para la inversión y no son penalizados por violar numerosos artículos de la ley 64-00 de Medio Ambiente que ponen en serio peligro la naturaleza: “artículo nº 147.- Los bienes de dominio público marítimo-terrestre son: la franja marítima de sesenta metros de ancho a partir de la pleamar, según lo prescribe la Ley 305, de fecha 30 de abril de 1968”. La Prof. Rosalía Moreno lo expresa muy bien: “la incertidumbre que viven los dominicanos pobres es la de nunca acabar, no tienen sosiego, ni tranquilidad y menos paz emocional ni espiritual”.

Confiamos que se cumpla la voluntad de Dios como dice el libro de Josué: “al día siguiente a la Pascua, comieron ya de los productos de la tierra: ese día, panes ácimos y espigas tostadas” (Jos 5, 11). Sólo así se vivirá en armonía con la naturaleza y en paz con las personas pues la angustia que viven las 63 familias no se puede permitir: permanecen en turnos de vela durante el día y la noche para avisar rápidamente si llegan extraños con máquinas como ocurrió hace 3 años. La unión de las familias y su fe en el Dios de la vida les sostiene.

Fr. Miguel Ángel Gullón Pérez O.P.

Sacerdote

Fr. Miguel Ángel Gullón Pérez es sacerdote de la Orden de los Predicadores. Comunidad de Dominicos de El Seybo. miguelgullon@dominicos.org

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