En estos momentos, la República Bolivariana de Venezuela está siendo agredida en lo económico y militar por el imperialismo estadounidense, el más poderoso de la tierra. Le tienen un cerco muy conocido en la región, con el fin de doblegar su firme voluntad política en defensa de conducir su destino y proteger la soberanía sagrada de la patria de Bolívar, Miranda, Sucre y Chávez, entre otros. “El pleito está casado” en la espera de que suene la campana.
La presencia en las costas de Venezuela de una poderosa avanzada militar estadounidense refleja las debilidades de sus representantes ante los fracasos electorales obtenidos en las pasadas elecciones. Además, sus embargos financieros, bloqueos y sanciones políticas y económicas para provocar el colapso de la estabilidad venezolana no han logrado los efectos que se esperaban. La agresión bélica queda, y es la que están llevando a cabo con el hundimiento de tres embarcaciones con misiles y la muerte de más de una decena de venezolanos. Un ataque y provocación inaceptable y muy bien manejada por su presidente constitucional, Nicolás Maduro Moros.
Sin embargo, el despliegue militar y las agresiones ponen en peligro la paz regional y violan principios del Derecho Internacional. Concentrar tropas de combate en las costas venezolanas para amedrentar e intentar desestabilizar el sistema democrático puede desencadenar conflictos innecesarios involucrando a otros países latinoamericanos y caribeños. Venezuela es un país de paz que no quiere ni desea la guerra.
Los Estados Unidos de América se han llegado a creer que Latinoamérica y el Caribe son su patio trasero. Nada más falso.
Prácticamente, Venezuela está en guerra económica y militar. Y a pesar de todo conserva su democracia. La atacan para apropiarse de sus riquezas naturales, imponer gobiernos corruptos y serviles y vulnerar su soberanía nacional. Pero una cosa piensa el burro y otra el que lo apareja. No todos los inventos resultan exitosos. Y en este caso, los venezolanos combatirán y resistirán, con el apoyo de sus hermanos de la región, hasta alcanzar vencer la intromisión yanqui y preservar una democracia en camino a su profundización.
El pueblo venezolano echó a la basura los partidos tradicionales, corruptos y serviles a los Estados Unidos. Se cansó de tanta deshonestidad e impunidad para recibir en sus brazos los programas y discursos democráticos y progresistas de los hombres y mujeres de sus Fuerzas Armadas que anunciaron un nuevo porvenir conducido por el presidente y comandante Hugo Chávez Frías. Desde entonces, Venezuela no ha podido vivir en paz por la guerra económica y financiera declarada por el Imperio del Norte.
Apoderarse de las riquezas de Venezuela puede ser la salvación de un imperio en declive, acorralado y perdiendo espacio e influencias en el mundo. No ha sido suficiente la guerra y destrucción de Irak y de Libia en búsqueda de sus afortunadas abundancias. Ahora van por Venezuela, porque nadie los quiere en ninguna parte. Y no lo lograrán. Los países se están congregando para proteger sus intereses ante la voracidad y belicosidad de un imperialismo gravemente herido.
Los Estados Unidos de América se han llegado a creer que Latinoamérica y el Caribe son su patio trasero. Nada más falso. Pueblos que han conquistado sus independencias con sangre y fuego en lucha a muerte contra los imperios coloniales de España, Francia, Portugal, Inglaterra, etc. Incluso enfrentando a los mismos norteamericanos. Y no van a perder la libertad de decidir su destino. Ante una nueva época en decadencia del imperio, recurren al ultraderechismo manifestado en una de sus versiones ya conocidas, el fascismo, para meter miedo, confundir a la población e instalar gobiernos serviles e incapaces; utilizando, aunque no lo crean, los procesos electorales y sus elecciones.
El pueblo venezolano echó a la basura los partidos tradicionales, corruptos y serviles a los Estados Unidos
La defensa de la soberanía venezolana está garantizada con el Gobierno Bolivariano que preside su presidente constitucional, Nicolás Maduro Moros. La prudencia y el buen tacto, en desoír los toques de trompeta de guerra, han impedido el desencadenamiento de un enfrentamiento militar en la región latinoamericana y caribeña. La democracia se construye defendiéndola de sus enemigos de siempre. Venezuela, transitando este tramo histórico tan difícil, no está sola. Su pueblo sabrá enfrentar las agresiones imperiales y proseguir el camino de la democracia con dignidad.
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