Tenía elaborado un comentario sobre algunos elementos políticos que veo en Bahía Las Aguilas, pero encontré en el correo un llamado de urgencia, algo que me obliga a desmontar aquello y sacar la cara por el Teatro Guloya, con fe y orgullo. De todas maneras hoy a las 9 am voy a la Suprema.

El Teatro Guloya no es un bar, ni una discoteca, ni un colmadón, es un centro cultural, es uno de los contados espacios adonde la gente del teatro puede ejercer su profesión sin reparos ni teniendo que gastar decenas de miles de pesos para montar una obra.

En su sala hemos estado para ver obras que han ganado premios nacionales e internacionales.

A alguien se le ha ocurrido meter en una lista de bares y centros de diversión al Teatro Guloya y no es posible. Aunque al lado de la sala de teatro tienen una nevera para cervezas frías y una vitrina para pastelitos, nunca he escuchado a nadie voceando “Viva el Escogido o vuá L’aguila”, a medianoche.  Hay una barra adentro y de vez en cuando, muy contadas veces, (he tenido ese honor una vez) en el patio se presenta algún artista con su música, ajustándose a un horario acordado con el vecindario, después de algunas breves discusiones.

Con el déficit de escenarios que hay para teatreros y esta equivocación tan radical, nos quedaríamos sin el Teatro Guloya si lo confunden con un bar o un colmadón ya que quieren cerrar algunos.

Mis amigos del Guloya, Claudio y Viena, dos laureados actores dedicados a su profesión, además de mantener abierta la sala para obras patrocinan una escuela básica para jovencitos que desean iniciarse en el teatro. El Teatro Guloya es un centro de servicio cultural dedicado al teatro que no trae lios de ninguna naturaleza, sáquenlo de esa lista ya.