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El papa Francisco. Jorge Mario Bergoglio (1936-2025)

El escepticismo en mis analisis geopolíticos alcanzan a las raíces de la cultura cristiano-católica por un lado, y de la confucio-taoísta, por el otro. Una por la militancia familiar en la Acción Católica Estudiantil en la juventud e inculturación de las Analectas de Confucio de nuestro homónimo padre. Muerto Trujillo, el activismo adolescente tomó los pasos por la coincidencia de iniciar el bachillerato en el Colegio De la Salle (pasé de la “Anexa”, el Salvador Cucurullo, junto a mis hermanos) y eran los tiempos del Concilio Vaticano II animado por la imagen del Papa Juan XXIII, el sustituto del distante Pío XII –el Papa de la Segunda Guerra Mundia– y que produjo el salto cualitativo de la Iglesia post-conciliar. Este fue un salto demasiado sofocante para los espíritus anquilosados en los aires antimodernistas de Vaticano I.

El sucesor a Juan XXIII se mudó a una figura intelectual que hizo las paces con la modernidad: Pablo VI. Fue el Papa que salió al encuentro de la modernidad con el viaje del primer Papa a las Naciones Unidas. Pero, tras Pablo VI, el Cónclave tuvo que dar paso y romper el predominio italiano en el Papado, recayendo en el polaco Juan Pablo II que hubo de sustituir al efímero –duró poco más de un mes– Juan Pablo I. Su experiencia bajo el bloque soviético hizo que fuera clave en destruir al régimen socio-político que retaba a la Iglesia Católica en la fuerza identitaria de Occidente, y lograra carcomer al régimen polaco y con ello, a la Unión Soviética. En cierta forma, este activismo político hacia el exterior, le costó que hacia lo interno de la Iglesia “germinara” en intensidad y complejidad la pederastia en los claustros y escuelas católicas. Hasta alcanzar a la súper-poderosa “curia romana” y que sigue pesando como una losa pesada. Por ejemplo, los Legionarios de Cristo mexicanos y el Sodalicio peruano.

El ayudante de Juan Pablo II resultó ser el teólogo más reputado e ilustrado, el Cardenal Joseph Ratzinger, y que le sucedió como Papa Benedicto XVI. Ante la impotencia de enfrentar como “autoridad” al caucus pederasta dentro de casa, Benedicto XVI habilitó al Cardenal Bergoglio renunciando y provocando un Cónclave donde dirigió “tras bastidores” la elección de Bergoglio como Papa Francisco.

Hasta aquí lo que se ha destapado de cómo las dos corrientes dentro de la Iglesia han convergido. Ahora Francisco ¿preparó el escenario del Cónclave próximo que va a designar a su sucesor en un evento para que los contrarios juegen a confundir al Espíritu Santo para que “deba escribir derecho entre líneas torcidas” para inspirar quién tendrá los dos tercios más uno de los Cardenales electores?

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Francisco fue el papa del Tercer Mundo, como lo demuestra en su visita a Canadá con el tocado de “cacique” nativo-americano.

Algo que no le perdonan es su identidad con los estamentos populares, algunos hasta usarán denominaciones más ideológicas. Tal vez fuere un tanto simplón por su afán pedagógico, pero no por ello estuvo alejado de la ética más esencial. Aunque el boato vaya con el cargo, no renunció a su sencillez; declinó a la Residencia Pontificia en el Palacio Apostólico, para ocupar una habitación de la Casa Santa Marta, un hospedaje para los visitantes al Vaticano. Los Cardenales electores se hospedarán donde vivió Bergoglio, perdón, el Papa Francisco. Incluido el considerado uno de los principales opositores a las reformas de Francisco, el cardenal Raymond Leo Burke es una figura clave dentro del ala más conservadora de la Iglesia, hasta el punto que se rumora como el favorito de su compatriota Donald Trump, ¿pasará la prueba del estándar de los Cardenales electores huéspedes de la Casa Santa Marta?

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Ya se han ido los tiempos en que Bergoglio, como arzobispo de Buenos Aires, utilizara el subterráneo como un peatón más.

La expectativa es que se reinvindique África, la región más depredada por el capitalismo emergente y saqueado por la trata negrera, con la designación de un papa de esa región que está en plena expansión católica, como el ghanés Cardenal Peter Turkson o el guineano Cardenal Robert Sarah.

La insistencia es que Asia aporte a uno de sus hijos, el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, de la única nación mayoritariamente católica asiática y por el juego mayor de las potencias geopolíticas. Hasta se prevé el resurgimiento de la vieja Europa y el retorno de Italia, junto con la construcción de la Europa Comunitaria con los cardenales italiano Matteo Zuppi, y Pietro Parolin.

¿Será posible encontrar un papa entre lo divino y la humano? Me queda recordar el acto de fe de que la elección la hace el inefable Espíritu Santo “por lo que se insiste en que el que entre como pontífice al Cónclave sale cardenal”…

Miguel Sang Ben

Economista

Economista y politólogo. Profesor Universitario en la PUCMM. Articulista. Coordinador de Extensión de la Escuela de Graduados de Altos Estudios Estratégicos.

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