Distintas reflexiones, comentarios, análisis y teorías tratan de explicar la complejidad del mundo que nos toca vivir a las generaciones actuales. Los hay desde el ángulo de la geopolítica, también desde el impacto medioambiental, así como desde una visión global de la economía mundial. Lo cierto es que no deja de ser preocupante para los actuales habitantes del planeta, la realidad de hoy y sus posibles desenlaces y consecuencias para toda la humanidad según sean los resultados esperados.
Todas las preocupaciones son válidas, pues los temas no tienen una concatenación vinculantes y podría muy bien crecer una amenaza de conflagración militar con carácter mundial o regional, como al mismo tiempo seguir creciendo el calentamiento del planeta y sus catastróficas y desastrosos resultados; como por igual, en el plano de la propia geopolítica y su capítulo de lucha por una hegemonía económica mundial, producirse una gran recesión económica de impredecibles consecuencias para todos y todas.
Por tanto, la preocupación es legítima y no tiene por qué producir espantos, ni inquietudes que sobre dimensionen lo que ya tiene carácter universal, nos referimos al cuadro de las relaciones entre países y las prioridades de la agenda mundial, sobre todo, preocupante resulta la no existencia de árbitros que medien para evitar un colapso mundial. Es obvio que el liderazgo actual es egocéntrico, personalista y reedita viejas ideas que han llevado al mundo a una crisis catastrófica como la Primera y Segunda Guerras Mundiales, y su continuidad a través de la llamada -Guerra -Fría.
No obstante, el liderazgo político, social, empresarial, del momento no mira hacia atrás y reedita una competencia de poder que solo augura confrontación, empobrecimiento, hambruna y dolor. Pesa más en el liderazgo de hoy, la confrontación al diálogo, el irrespeto a las normas y reglas del juego internacional, que las justificaciones particulares que la violan, todo lo cual nos conduce a un callejón sin salidas y a posibles confrontaciones militares, algunas ya vigentes, de naturaleza regional o bilaterales entre países, que de no ser bien tratadas, podrían crear un cuadro peligrosamente engendrador de una conflagración mundial.
Las líneas ante la geopolítica ya descritas, son las mismas que se han dado a través de la historia en la lucha de poder por el control de territorios, poblaciones, mercados y recursos naturales, nada ha cambiado, penoso es saber que los lideratos actuales no se detengan en sus responsabilidades generacionales, y pongan coto a lo que nunca ha tenido salidas buenas. Si vemos las dos Guerras Mundiales, los protagonistas son los mismos con algunos nuevos países emergentes. También resultan las mismas razones y justificaciones, los platos rotos los paga la humanidad en esa encerrona de muertes y destrucción.
Si no se atenúa esta confrontación económica y mejoran los índices de producción y riqueza mundiales, posiblemente nos espera una gran recesión económica y grandes luchas sociales que se resistan a su empobrecimiento.
Igual de complejo resulta la lucha por el dominio del mercado, el comercio y la voracidad del capital en acumular, tanto las grandes Corporaciones, como élites políticas y empresariales, en desfavor del mejoramiento de la calidad de vida de la mayoría de la población del mundo, presa de ese corredor comercial, hoy amenazado por un aumento de la lucha de los grandes países por redefinir el intercambio comercial a cualquier costo político, económico y militar. Si no se atenúa esta confrontación económica y mejoran los índices de producción y riqueza mundiales, posiblemente nos espera una gran recesión económica y grandes luchas sociales que se resistan a su empobrecimiento.
Sin embargo, todo sigue en franco deterioro ante el cambio climático, pues como bien afirmaba la Escuela de Antropología alemana, existe una dicotomía en el ser humano, cuya construcción cultural ha confrontado a la naturaleza, Cultura-natura-, es el enfoque de esta escuela que no endiosó el progreso humano tan solo como un símbolo de superioridad respecto a la condición animal superada grandemente por la inteligencia humana, también entendió críticamente una tendencia depredadora en estas relaciones dependientes del ser humano respecto a la naturaleza.
Todo el progreso de la humanidad ha descansado en un desmonte paulatino y gradualmente peligroso del ecosistema donde vivimos, y hoy ese modelo produce un desequilibrio catastrófico y una de cuyas consecuencias se conoce como el impacto del cambio climático en el medio ambiente y sus posibles catástrofes climáticas por el recalentamiento de la tierra, todo como consecuencia del llamado efecto invernadero que ha hecho que muchas de las tecnologías usadas por el ser humano, han abierto un orificio en la capa de ozono y a pesar de saberlo, las corporaciones que se han beneficiado de este modelo negativo, y los gobiernos por igual, no han ponderado el cambio de un modelo y uso de recursos que no afecten o reduzcan su impacto negativo sobre el medio ambiente, por lo que hoy estamos expuestos a grandes riesgos climáticos.
Todo ello es el cuadro que nos acompaña hoy como humanidad. Sin un arbitraje responsable que intervenga para disminuir estos riesgos y con los retos de confrontaciones militares, depresión económica, crecimiento de luchas y conflictos sociales de impensables resultados y una amenaza creciente de cambios climáticos abruptos y fatales para toda la humanidad, esta vez, no hay selección ni por países, regiones, clases sociales o grupos étnicos, cualquiera puede ser víctima de estos efectos devastadores. Pensémoslo mejor y reordenemos este mundo, que no pinta nada bueno.
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