
Cuando murió el papa Francisco pensé en todo lo que habían sido estos 12 años de Iglesia bajo su pastoreo. Él fue el sueño realizado de lo que muchos esperábamos de un papa, pero no nos atrevíamos a decir; sus ejecutorias, sus palabras y gesto hacia gentes y grupos que ya no esperaban nada de la Iglesia nos alegró y damos gracias a Dios, como Simeón, porque vimos a través de él una Iglesia con los verdaderos trazos de Jesús.
En seguida, me puse a buscar en mi computador todo lo que había escrito sobre él en este tiempo, y encontré que era mucho, y respondía a momentos álgidos de su pontificado, pues la fidelidad al evangelio a veces se paga cara, en cuando a críticas, malentendidos y otras cosas, pues la labor profética, como la de Jesús, nunca es acorde a los intereses mezquinos y soberbios del momento.
Pero también encontré sus sueños, sus mensajes que buscaban cambiar al mundo, y cambiaron a muchos, pues lo hicieron de nuevo mirar, a otros volver a la Iglesia, pues para nadie fue secreto, que mayor acogida tuvo Francisco hacia fuera de la Iglesia que hacia dentro, pues el profeta no es bien recibido entre los suyos, sino muchas veces en los de más allá.
Francisco nos hizo volver la mirada a lo central de la Iglesia: el ser humano, pero él que está en situación límite de pobreza y necesidad, el que requiere misericordia, pues esa es la medida salvífica de Dios, el ejercicio continuo y constante de la Iglesia, en la cual no hay que perder el tiempo con actitudes clericales o de doctrinas y tradiciones rancias que hoy no dicen nada, y que algunos utilizan como refugio ante el miedo que tienen a lo nuevo, y como el avestruz se esconden en un pasado ilusorio, con trajes y oropeles payasesco y ridículos. Gente que teme a la tarea que tenemos por delante de la realización estructural del Concilio Vaticano II en una Iglesia sinodal, donde cada uno tiene su tarea, que es salir y predicar, continuando la misión de Cristo.
Por eso quise recoger estos artículos publicados en el Semanario Camino, el periódico Acento y otras publicaciones nacionales y de fuera, bajo el título: ´´GRACIAS, FRANCISCO EL PAPA DE LA MISERICORDIA´´, para que quedasen como testimonio y recuerdo, de lo que fue Jorge Mario Bergoglio, papa Francisco, y como agradecimiento, homenaje y reconocimiento a su persona, a su ser sacerdotal y episcopal, y como ese gran papa de la Iglesia para muchos, que expresó lo que llevábamos dentro y nos invitaba a ponerlo en práctica, si queremos ser fieles al llamado de Cristo. Pero también como agradecimiento, por lo que se atrevió a hacer desde una instancia que ya pensábamos insalvable en la Iglesia para ser un eco del pueblo de Dios.
Gracias a Amigo del Hogar en la Persona del P. Juan Tomás García por la impresión y divulgación de este escrito. A mi profesora de Español Bernardita Bretón, por la corrección gramatical y de estilo. A Esbethania Gómez (Bethy) y su esposo Fernando Reynoso, por la diagramación y ayuda.
Al Semanario Camino y el periódico Digital Acento, por haber sido el primer receptáculo de estos escritos. Dios me los premie a todos.
¡Gracias Francisco! Y ahora que el Señor nos auxilie para que las tareas que empezaste poderla continuar y concluir, para hacer presente el reino de Dios.
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