Las pruebas o tentaciones son trampas originadas en nuestra naturaleza de infinitas formas y números; tienen como objetivo llevarnos a transgredir lo que es bueno, virtuoso, despistan la integridad personal, estropean la pureza del alma, nos llevan a desaciertos inmorales, y al pecado.

Las tentaciones tienen formas de instigar los pensamientos, planes y acciones para embaucar, y hacernos caer en deslices, trampas, acciones que van en contrasentido con la moral, o desaciertos en las observaciones benévolas; pues, inducen la conciencia del ser humano a desear algo no ético ni benigno. Muchas veces se asoman en aspectos obvios; en otras ocasiones se presentan disimuladas o difícilmente concebibles, a tal punto que no se percatan ni se le pone debida atención, por carencia de vigor virtuoso o fortaleza espiritual.

Algunas tentaciones surgen para satisfacer necesidades físicas (hambre, sed); o en menoscabo de sentimientos afectivos (calidad sensible de ternura y afabilidad); con el interés de hacer burlas; también se presentan para estimular las pretensiones; inducir desprecio, dar demostración de poder, y manifestar ambición de exagerada grandeza y exuberancia. Son provocaciones que pueden ser usadas para obtener ventajas, o se aprovechan para infligir la voluntad propia en caso de vulnerabilidad.

Evidencias de esas tentaciones que surgen para satisfacer una necesidad física, están plasmadas en el texto bíblico. Mateo 12:3-8 Reina Valera Contemporánea (RVC) dice así: “Pero, Él les dijo: ¿No han leído ustedes lo que hizo David, cuando él y sus acompañantes tuvieron hambre? ¡Pues entró en la casa de Dios y comió los panes de la proposición! Panes que ni a él ni a sus acompañantes les estaba permitido comer, sino solamente a los sacerdotes”. Otra tentación que resuena es la de David, cuando vio a Betzabé, esposa de Urías el soldado, bañándose desnuda. El rey David mandó a matar al soldado y se quedó con Betzabé. (II Samuel 11: 1-17)

Una tentación habitual, y que tiene notoriedad en la estación de Cuaresma, se manifiesta en el caso de Jesús, cuando el diablo lo pone a prueba después de su retiro en el desierto. (Mateo 4: 1-11, Biblia de Estudio, Dios Habla hoy): “Después de un largo período de ayunar y sentir la necesidad de comer para satisfacer el hambre, fue tentado para convertir piedras en panes; pero Jesús contestó: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino también de toda palabra que sale de los labios de Dios” (Mateo 4:4). La tentación insinuó “usar el Poder Divino”, para convertir las piedras en panes. Esto parece absurdo, sin embargo, es una presunción de utilizar el poder de Dios para satisfacer una condición física (hambre).

Otros ejemplos usuales de tentaciones que prevalecen en todo el mundo, entre estas: dar demostración y asumir creencias mágicas para sanar enfermos, ejercer rituales de sanidad y dominar males diabólicos engañando con vaticinios y consultas en horóscopos; así como hacer malabares de tipo espectacular, que dan la impresión de ser un” Superman”. Este ejemplo se asemeja a la segunda tentación en esta narración bíblica de Mateo 4: 5-6. Llevar a Jesús a Jerusalén e insinuar que se tire del lugar más alto de templo, “porque Dios mandará que sus ángeles te cuiden”. Pero el Nazareno supo rechazar esta insinuación y respondió diciendo: “No pongas a prueba al Señor tu Dios” (Mateo 4: 7b).

Tal vez una de las tentaciones más comunes o conocidas, aparece narrada en Mateo 4:8, cuando Jesús es llevado a un cerro muy alto de donde podía contemplar todos los países del mundo y la grandeza de ellos; allí percibió la insinuación de: “Yo te daré todo esto, si te arrodillas y me adoras” (Mateo 4:9). Jesús respondió diciendo,” Vete, Satanás, porque las Escrituras dicen: “Adora al Señor tu Dios, y sírvele solo a Él”.

Por ahora y siempre, hagamos oraciones para rechazar las funestas tentaciones, y líbranos Señor de todo mal e iniquidad; del pecado; de las astucias y asaltos del diablo; y de la condenación eterna.

Telésforo Isaac

Obispo Emérito de la Iglesia Anglicana

Obispo emérito Iglesia Episcopal/Anglicana. Escribe tratados y artículos en español e inglés sobre asuntos bíblicos, religiosos y sociales. Tiene maestría y doctorado en Teología Cristiana. Enseña en el Centro de Estudios Teológicos de la Iglesia Episcopal Dominicana. Vive en Santo Domingo.

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