Tema: Un ensayo sobre la revalorización de lo originario (3-3)

La obra La utopía filosófica como faro de la justicia se presenta como una profunda crítica a las estructuras de dominación epistémica, cultural y espiritual impuestas a los pueblos originarios de América Latina a través de la colonización y su posterior prolongación en la modernidad. En sus capítulos se lleva a cabo una reconstrucción teórica del pensamiento desde una perspectiva integradora que no parte de los márgenes del mundo académico europeo, sino de las raíces mismas de los pueblos americanos. La propuesta es clara: repensar la filosofía desde, con y para América.

El texto no se limita a una revisión histórica ni a una denuncia del colonialismo. Se erige como un manifiesto utópico que propone una filosofía de la liberación basada en la revalorización de los mitos, las creencias ancestrales y la racionalidad originaria. A través de conceptos como la Teo/realitas-topía, la Latino-topía y la Taíno-topía, se construye una cartografía conceptual que permite al lector comprender que la justicia no es una meta abstracta o ideal occidental, sino una construcción colectiva vinculada a la identidad, la memoria histórica y la autodeterminación.

En el apartado «Teo/realitas-topía», se plantea que toda explicación mitológica de los fenómenos naturales no es sinónimo de ignorancia, sino una expresión originaria de la racionalidad simbólica. Los dioses, los mitos y las leyendas no son únicamente invenciones religiosas, sino estructuras explicativas que conformaron una cosmovisión coherente con su tiempo y contexto. Esta idea cuestiona la noción eurocéntrica que considera que la filosofía nace únicamente con la razón griega. Por el contrario, se sugiere que la filosofía ha estado presente en todas las formas de búsqueda de sentido, incluso en la representación animista de la realidad. La ignorancia en el sentido socrático no deslegitima estas expresiones culturales, sino que las convierte en punto de partida para una comprensión más profunda del ser humano.

Posteriormente, en «Latino-topía», se cuestiona la herencia colonial y sus consecuencias en la configuración del pensamiento latinoamericano. Aquí se denuncia cómo la colonización no solo fue física, sino también epistémica: se impuso una lógica de dominación que condenó a los pueblos indígenas a la categoría de «no-ser», excluyéndolos de la racionalidad y de la historia oficial. La modernidad, lejos de representar un avance, se revela como un proceso de apropiación violenta que arrebató la posibilidad de una identidad auténtica. Sin embargo, también se reconoce que, en medio de esta opresión, se gestó una resistencia: la necesidad de pensar por nosotros mismos. Latino-topía es, por tanto, la reconstrucción de un proyecto cultural propio, un deseo de autenticidad en diálogo con la memoria ancestral.

La Taíno-topía, por su parte, aborda la especificidad de los pueblos antillanos. Lejos de la imagen del «salvaje» impuesta por el colonizador, se presenta al taíno como un ser social, político, artístico y espiritual con una cosmovisión rica y estructurada. Su organización en cacicazgos, su relación simbiótica con la naturaleza y su arte ceremonial revelan una civilización compleja y coherente. La destrucción de esta cultura no solo supuso la pérdida de vidas y territorios, sino también el aniquilamiento de una forma distinta y legítima de entender el mundo. Frente a este drama, el texto propone un acto de justicia histórica: rescatar esas voces silenciadas y reinsertarlas en el presente como fuente de sabiduría.

El capítulo final, «Theoría/Integritas/Eutopía», es la culminación del proyecto filosófico presentado. Aquí se articula una visión integral del ser humano como sujeto consciente, histórico y proyectivo. Se plantea que la filosofía no puede seguir siendo un ejercicio contemplativo, ajeno a la realidad. La teoría debe integrarse con la práctica, con la historia y con la comunidad. Esta eutopía —una utopía posible— es la aspiración a una sociedad justa donde los pueblos se reconozcan en su diversidad, se valoren en su historicidad y se liberen de toda forma de subordinación cultural.

A lo largo del texto se critica duramente la idea de que solo lo occidental puede producir conocimiento válido. Se desmonta el prejuicio de que los pueblos que no produjeron sistemas racionales al estilo cartesiano o aristotélico carecen de filosofía. Por el contrario, se propone ampliar el concepto filosófico, entendiendo que toda cultura que reflexiona sobre su existencia, sus valores y su mundo está haciendo filosofía. Este pensamiento crítico no pretende rechazar todo lo europeo, sino descentrarlo; es decir, dejar de considerarlo como la única medida de verdad y racionalidad.

La obra también entabla un diálogo con importantes pensadores latinoamericanos, como Enrique Dussel, Leopoldo Zea y Augusto Salazar Bondy. De ellos toma la preocupación por una filosofía situada y comprometida con los problemas reales del continente. Sin embargo, va más allá de la mera reivindicación política: plantea una filosofía profundamente espiritual, enraizada en el simbolismo, en la comunidad y en la utopía como horizonte.

En síntesis, La utopía filosófica como faro de la justicia es una invitación a pensar desde otra perspectiva: desde lo popular, lo marginal, lo ancestral. Es un ejercicio de justicia epistémica que pretende devolver la dignidad filosófica a los pueblos que han sido históricamente excluidos. No se trata de negar la razón, sino de ampliarla; no de idealizar el pasado, sino de aprender de él para construir un futuro más justo.

Frente a la indiferencia de los sistemas filosóficos dominantes, esta obra recuerda que pensar también es un acto político, que teorizar es asumir una responsabilidad ética y que el pensamiento auténtico no se impone desde arriba, sino que emerge desde abajo, de la historia, de la comunidad. En este sentido, la utopía no es una fantasía irrealizable, sino una guía, un faro que orienta el camino de los pueblos hacia la justicia.

Conclusión: «La urgencia de una justicia epistémica para la autodeterminación de los pueblos latinoamericanos»

La situación planteada en esta obra no solo interpela nuestro pensamiento, sino que exige una respuesta inmediata. No podemos seguir aceptando, con indiferencia o comodidad intelectual, la exclusión sistemática de los pueblos originarios del ámbito del saber legítimo. La historia ha sido escrita por vencedores que impusieron su razón como única forma de conocimiento válida, negando así la riqueza simbólica, espiritual y filosófica de las culturas ancestrales. Esta omisión no es un simple error del pasado, sino que sigue teniendo efectos concretos en nuestras estructuras sociales, educativas y políticas. Es urgente repensar la filosofía desde nuestros propios contextos, no como un ejercicio de nostalgia, sino como una acción necesaria para cerrar una herida histórica aún abierta.

Nos encontramos en un punto crítico en el que el olvido es una forma más de violencia. Si no asumimos el desafío de construir una filosofía latinoamericana auténtica, corremos el riesgo de perpetuar la dependencia cultural y epistemológica que nos ha despojado de nuestra dignidad como pueblos pensantes. Esta obra nos invita a actuar: a recuperar nuestras voces, a validar nuestras narrativas y a reconocer que sin justicia epistémica no puede haber justicia social. El momento de la contemplación ya pasó; ahora es el momento de intervenir, de descolonizar el pensamiento y de asumir con urgencia nuestra responsabilidad histórica.

Pedro Cruz

Pedro Alexander Cruz, nacido en 1987 en Santiago de los Caballeros. Es un destacado filósofo y escritor. Su trayectoria literaria incluye títulos como La utopía filosófica como faro de la justicia, El hombre y su profunda agonía por el saber y La maravillosa significancia inicial del libro de Lucas. Manual práctico de introducción a la lógica formal. (Epítome): Manual. La filosofía y la construcción del ser: Manuela de filosofía para niños. Política y Ciudadanía. : Intención de transformación. Estas obras reflejan su interés por temas filosóficos, teológicos y sociales, destacándose por su profundidad analítica. Además de su faceta como autor, Cruz es un apasionado de la enseñanza. Actualmente imparte las asignaturas de Filosofía y Pensamiento Social, así como Ciudadanía y Democracia Participativa, en el Colegio La Salle de Santiago. Su enfoque pedagógico busca formar ciudadanos críticos y conscientes de su rol en la sociedad. Su formación académica incluye estudios en Teología en el Seminario Bíblico de la Gracia y actualmente estudia Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), con cursos realizados en la misma Universidad como: Proética. Tutor Virtual. Taller de verano de Filosofía. Neuroética entre otros. Esta sólida base académica le ha permitido combinar su interés por la filosofía con una comprensión profunda de la espiritualidad y la cultura. Actualmente, Cruz sigue residiendo en Santiago de los Caballeros, donde continúa su labor como docente y escritor, contribuyendo al desarrollo del pensamiento crítico en su comunidad.

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