Mientras Trump repite sin cesar su deseo de anexar Canadá a Estados Unidos, una significativa porción de americanos (uno de cada cinco) desearía que su Estado devenga una provincia canadiense, según revela una reciente encuesta de la firma canadiense Léger, realizada entre el 21 y el 24 de marzo, con un margen de error de 2.45 % para la muestra canadiense, y 3.08% para la muestra americana.

Cabe destacar, que el deseo de que su Estado devenga una provincia canadiense sube a un 30% entre los jóvenes americanos de 18 a 34 años.

Entre los canadienses, en cambio, menos de uno de cada diez desearía que se materializara el sueño del 51 Estado de Trump, tan improbable como el deseo de los americanos de que su Estado devenga una provincia canadiense.

Siendo ambas cosas muy poco probables, mi comentario podría ser visto como una pérdida de tiempo, pero considero interesante responder brevemente a esta pregunta: ¿por qué tantos americanos desearían que su Estado devenga una provincia canadiense? Pienso que por las mismas razones que los canadienses rechazan ser anexados a Estados Unidos. Veamos.

  • No quieren formar parte de un país de tanta desigualdad social.
  • Tienen un fuerte apego a los valores democráticos, culturales y sociales que han desarrollado a lo largo de su existencia como nación.
  • No tienen planes de instaurar un sistema de atención médica privada y pagada, donde tanta gente se abstiene de ir al médico por falta de dinero.
  • Rechazan la idea de que los jóvenes sean obligados a reembolsar deudas de estudios hasta la edad de pensionarse.
  • Quieren conservar sus centros de la pequeña infancia, donde sus niños comienzan a recibir el pan de la enseñanza, así como sus largos períodos de ausencia laboral pagada, durante su temprana edad.
  • Se oponen a recular en materia de igualdad hombre-mujer, equidad salarial, derecho y acceso al aborto, derecho a la libertad sexual de los LGBTQ+ y medidas contra la discriminación racial.
  • Consideran un horror el restablecimiento de la pena de muerte, abolida desde hace muchas décadas.
  • Quieren conservar sus estrictas leyes en materia de tenencia y porte de armas de fuego, para no vivir con el miedo de verse en medio de una balacera en cualquier lugar.
  • Valoran los esfuerzos dirigidos a la protección del medioambiente y a hacer frente a los desafíos del cambio climático.
  • Quieren conservar sus derechos lingüísticos (su condición de país bilingüe, inglés-francés) y preservar las culturas autóctonas.
  • Rechazan la idea de que sus medios de comunicación y plataformas numéricas caigan en manos de los multimillonarios americanos y restrinjan su libertad de pensar, debatir, producir y difundir conocimientos y opiniones diversas, por incómodas que estas sean. Valoran su condición de sociedad diversa y tolerante.

En fin, no quieren renunciar a sus conquistas económicas, sociales y culturales.

Carlos Segura

Sociólogo

Master en sociología, Université du Québec à Montréal, estudios doctorales, Université de Montréal. Ha publicado decenas de artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras, sobre inmigración, identidad y relaciones interétnicas. Es coautor de tres obras sociológicas, La nueva inmigración haitiana, 2001, Una isla para dos, 2002 y Hacia una nueva visión de la frontera y de las relaciones fronterizas, 2002. También es autor de tres obras literarias, Una vida en tiempos revueltos (autobiografía) 2018, Cuentos pueblerinos, 2020 y El retorno generacional (novela), 2023.

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