En ocasión del Jubileo del Mundo Educativo, el papa León XIV ha hecho un conjunto de valiosísimas reflexiones a partir de las cuales deberíamos [re]pensar la función de la educación y de los maestros en nuestras sociedades. Lo que sigue es un breve repaso de éstas para tratar de aproximarnos a las lecciones que podemos extraer desde nuestra perspectiva de alumnos y profesores.

Para León XIV, la educación “nos enseña a mirar hacia lo alto, cada vez más alto”. Es la educación, “un telescopio”, como el de Galileo Galilei, que nos “permite mirar más allá” y así descubrir “nuevos mundos” y todo lo que por nosotros mismos no seríamos capaces de ver. “Educar es un acto de esperanza y una pasión que se renueva porque manifiesta la promesa que vemos en el futuro de la humanidad”.

Por eso, “la educación no es solo transmisión de contenidos, sino aprendizaje de virtudes”. Ello implica una educación centrada en la persona para permitirnos “descubrir el sentido de la vida, la dignidad inalienable, la responsabilidad hacia los demás”. Para formar “ciudadanos capaces de servir y creyentes capaces de dar testimonio, hombres y mujeres más libres, que ya no están solos”. En este mismo sentido, dirigiéndose a un grupo de estudiantes, el papa se ha referido a los viajeros de tierra y océanos que se guían por las estrellas. Y ha dicho:

“Como ellos, ustedes también tienen estrellas que les guían: sus padres, maestros, sacerdotes, los buenos amigos, son como brújulas para no perderse en los acontecimientos felices y tristes de la vida. Como ellos, ustedes están llamados a convertirse a su vez en testigos luminosos para quienes les rodean […] Así son ustedes: cada uno es una estrella y juntos están llamados a orientar el futuro. La educación une a las personas en comunidades vivas y organiza las ideas en constelaciones de sentido. Como escribe el profeta Daniel, ‘los que hayan enseñado la justicia a muchos brillarán como las estrellas para siempre’ (Dn 12,3). ¡Qué maravilla! Somos estrellas, sí, porque somos chispas de Dios. Educar significa cultivar este don”.

En virtud de este carácter estelar de todos los participantes en el proceso educativo, León XIV, en la homilía de la misa durante la cual el Pontífice proclamó a san John Henry Newman “Doctor de la Iglesia”, nos invita a hacer realidad concreta y manifiesta el mandato apostólico “brillen como haces de luz en el mundo” (Flp 2,15), “gracias a la autenticidad de su compromiso en la investigación coral de la verdad, a su coherente y generoso compartir, a través del servicio a los jóvenes, particularmente a los pobres”.

Es misión esencial de la educación, por tanto, liberarnos de la oscuridad del nihilismo, del pesimismo y del miedo, a través de la “guía” de la “luz amable” a que se refiere san John Henry en su himno Lead, kindly light, desarmando “las falsas razones de la resignación y la impotencia” y difundiendo “en el mundo contemporáneo las grandes razones de la esperanza”.

Debemos, por tanto, contemplar y señalar “esas constelaciones que transmiten luz y orientación en nuestro presente oscurecido por tantas injusticias e incertidumbres”, haciendo “de las escuelas, las universidades y toda realidad educativa, incluso informal y callejera, los umbrales de una civilización del diálogo y la paz”.

Eduardo Jorge Prats

Abogado constitucionalista

Licenciado en Derecho, Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM, 1987), Master en Relaciones Internacionales, New School for Social Research (1991). Profesor de Derecho Constitucional PUCMM. Director de la Maestría en Derecho Constitucional PUCMM / Castilla La Mancha. Director General de la firma Jorge Prats Abogados & Consultores. Presidente del Instituto Dominicano de Derecho Constitucional.

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