Hace algunos años, cuando estudiaba psicología, mis amigos asumían que tenía el poder de leer la mente. Con el tiempo, este prejuicio no ha cambiado. A menudo escucho comentarios como: “Cuidado, puede leer tu mente” o “Lizardo te psicoanaliza en minutos”. Es como si los psicólogos tuviéramos habilidades sobrenaturales.

Recuerdo a un paciente que llegó a su primera sesión visiblemente nervioso. Tras unos minutos de conversación, preguntó seriamente: “¿Usted puede leer mi mente?”. Sonreí y respondí: “No, pero puedo ayudarle a entender mejor su forma de pensar”. Luego, al completar su historial, expresó su temor de ser visto como “loco” por acudir a terapia. Le expliqué que buscar ayuda psicológica no significa estar loco, sino querer conocerse mejor y mejorar su bienestar. Con el tiempo, comprendió que la salud mental es tan importante como la física.

Otro caso fue el de una joven que, tras decir su nombre, confesó su preocupación: “¿Y si me juzgan?”. Le aseguré que este era un espacio seguro y que mi labor no era juzgarla, sino ayudarla a encontrar respuestas. Poco a poco, se sintió más cómoda y compartió sus pensamientos sin miedo.

Mi favorito fue un señor de unos 60 años que, al acomodarse en el sofá, preguntó: “¿Me van a hipnotizar? Sería un peligro, tengo muchos secretos y no quiero contarlos”. Le expliqué que la terapia no funciona así y que hay muchas técnicas sin necesidad de hipnosis. Con el tiempo, terminó compartiendo sus secretos y sintió un gran alivio, como si se hubiera quitado un peso de encima.

En contraste, de la visita al psicólogo, tenemos la visita a otros especialistas, por ejemplo, recuerdo una oportunidad que visité el cardiólogo y los  pacientes masculinos hablaban abiertamente sobre la cantidad de marcapasos que tenían, como lo habían obtenidos y otras cirugías del órgano de su corazón como si fueran medallas olímpicas.

Si alguna vez se siente triste, confundido o simplemente quiere conversar sobre su vida, atrévase a ir al psicólogo. Le garantizo que no se arrepentirá.

Merliz Rocio Lizardo Guzman. Aprendiz de la conducta Humana

Merliz Rocio Lizardo Guzmán

Aprendiz de la conducta humana. Merliz Rocío Lizardo Guzmán. Hija del escritor y profesor universitario Luis F. Lizardo Lasocè y de la doctora en medicina Idaliz Guzmán Suárez. Licenciada en psicología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, con estudios relacionados en la Universidad de NYU y Hackensack, New Jersey donde cursó estudios en PTSD, además, Maestría en Sexualidad Humana. Actualmente es Profesora, por más 15 años en el área de psicología de la UASD y Terapeuta del Hospital Marcelino Vélez Santana. Asesora de estrategia de Marketing empresarial de grandes empresas nacionales y multinacionales.

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