Ante este panorama, surge una pregunta: ¿cómo podemos despertar el interés de las nuevas generaciones por la radioafición?

A nivel mundial, y la situación en República Dominicana no es la excepción, las estadísticas revelan una inclinación clara: la mayoría de los radioaficionados activos tienen más de 50 años. Lo común es encontrar a alguien con años de práctica, amor por la electrónica y amplio conocimiento adquirido sobre propagación. No obstante, para los jóvenes que han crecido con lo digital, este mundo puede sonar distante y poco interesante.

La diferencia de edad se manifiesta tanto en la forma de hablar como en la manera de usar la tecnología.

En muchos casos, la radioafición se ve como un pasatiempo obsoleto, complicado y con pocas perspectivas. A esto se añade su poca presencia en redes sociales, el uso de jerga muy técnica y la falta de modelos juveniles visibles en este ámbito. Conseguir equipos puede ser caro, aunque cada vez más hay opciones de entrada a precios asequibles, pero si no hay comunidades activas o gente dispuesta a guiar, el interés inicial del joven se desvanece fácilmente. Además, la radio no compite con lo visual, lo inmediato ni lo interactivo como sí lo hacen otras plataformas digitales.

Sin embargo, la radioafición actual comparte muchas cosas con lo que les interesa a los jóvenes en tecnología: módulos digitales, satélites, SDR, proyectos y pruebas con Arduino o Raspberry Pi. El aspecto de construir uno mismo sigue siendo un atractivo para explotar: hacer antenas, medir señales, automatizar contactos. Del mismo modo, plataformas como YouTube, Instagram, Discord, etc., pueden servir para formar, conectar y motivar a nuevos radioaficionados.

En algunos países, grupos de radioaficionados colaboran con colegios y centro educativos. En los Estados Unidos, por ejemplo, clubes juveniles han conseguido entrelazar la radio con iniciativas STEM (que ya hemos mencionado en entregas anteriores). Igualmente, se han preparado concursos para jóvenes, operaciones al aire libre y campamentos con temáticas que instruyen desde cómo montar antenas hasta el manejo de herramientas digitales.

En la República Dominicana y el Caribe, podríamos incluir la radioafición en ferias de tecnología, impulsarla como una actividad fuera del horario escolar o incorporarla en programas de capacitación técnica. Los clubes de radioaficionados tienen que tomar un papel de educadores, ser proactivos y acoger a los estudiantes.

Ideas como dar premios a los operadores jóvenes, desafíos por contactos o talleres prácticos pueden despertar el interés y darle vida al asunto. Pero también debemos refrescar nuestra forma de hablar, nuestra imagen y cómo nos mostramos en internet para comunicarnos con los jóvenes en su onda.

El porvenir de la radioafición depende de nosotros. La radioafición no solo debe crecer en lo técnico, sino también en lo cultural. Si aspiramos a que los jóvenes se sientan parte de la radioafición, debemos enseñarles que la radio sigue siendo un lugar para explorar, crear y conectar de verdad. No es cuestión de obligar, sino de animar.

Te invitamos a conocer más en www.sdra.do.

Santiago Mejía Ortiz

Radioaficionado

Abogado y profesor. Graduado de Derecho de la Universidad Iberoamericana (UNIBE) con especialidad en Derecho Aeronáutico y Aeroportuario y Derecho Societario. Es radioaficionado activo y actual presidente de la Sociedad Dominicana de Radio Aficionados Inc. (SDRA).

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