Recientemente el ministro de Educación, Luís Miguel De Camps, anunció que a partir del próximo año escolar se incluirá en el currículo una materia de educación moral y cívica. La primera reacción justa sería celebrar esta buena noticia, pero para no crearnos falsas expectativas pasemos revista al panorama que antecede y origina este anuncio.
- En las últimas 3 décadas la educación cívica, moral y ética desapareció de los diagnósticos, las reformas, planes y pactos educativos, del currículo, de la formación docente y de la función de las escuelas, principalmente las públicas.
- La materia Formacion Integral, Humana y Religiosa que fue introducida en la última reforma curricular hace 9 años, para llenar ese vacío, no ha cumplido con su propósito ya que está mal diseñada, no despierta interés, carece de maestros especializados y no muestra impacto positivo.
- Al contenido de formacion ciudadana se le dedica apenas el último capítulo de la materia Ciencias Sociales que, por cierto, es la que muestra menor rendimiento, por debajo del cincuenta por ciento, en todas las evaluaciones.
- Actualmente, los métodos de enseñanza y los resultados esperados en estas materias son totalmente teóricos y de exclusiva responsabilidad de un docente no especializado; no involucra a la totalidad de la escuela, ni a la familia o la comunidad.
- Los docentes activos en el país son producto de ese sistema que excluyó por décadas la cívica, la moral y la ética en todos los niveles de la educación.
- En las universidades nacionales, las carreras docentes no asignan especial importancia, ni ofrecen especialidad en formacion cívica, moral o ética.
Hay que saludar la buena disposición del ministro, pero cualquier anuncio que no se sustente en una base realista, rápidamente podría perder la confianza y frustrar las expectativas. La educación preuniversitaria depende de la universitaria para la formacion de su personal docente, pero esta es una de las áreas del nivel superior con mas atrasos, masificada y al margen del progreso.
Este panorama es muy difícil que pueda ser cambiado a corto o mediano plazo, por lo que el ministro corre el riesgo de que su promesa caiga en el vacío de un sistema que se ha acostumbrado a operar sin preocuparse por los resultados.
La formación ciudadana, la moral, la ética, las virtudes y valores que deben sustentar una sociedad, conforman un área del conocimiento que requiere de una base filosófico-cultural, unos métodos pedagógicos y una práctica personal y social que no se obtiene con una orden ejecutiva, ni con una rápida capacitación, ya que quien no tiene integrado a su vida esas condiciones no las puede enseñar, por el contrario, puede hacer mas mal que bien.
Este panorama no nos debe conducir al desaliento, sino a diseñar algo completamente innovador. No sería eficiente retrotraernos a los métodos antiguos que en su momento dieron buenos resultados, porque las sociedades han cambiado y las situaciones adversas son muchas.
Todo el sistema educativo, las autoridades y las escuelas en su conjunto necesitan reeducarse para emprender la tarea de devolverle a nuestra educación la función que le corresponde en la formacion de los ciudadanos y ciudadanas que requiere el país. No se haría nada con agregar una materia más a un currículo sobrecargado que no está dando resultados y a un cuerpo docente que no está preparado, que no puede con esta tarea.
Se trata de experimentar con metodologías diferentes, que involucren a todos y devuelvan vida y entusiasmo a un sistema que está cansado y avanza a paso de tortuga. Este país ha dado muestras de ser resiliente y creativo en muchos aspectos, como en la economía. Hace falta un liderazgo activo y comprometido para que lo seamos también en educación.
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