Hace años que me lo pregunto.
La próxima semana, el liderazgo dominicano se reunirá sobre nuestra situación excepcionalmente grave. Sin contradecir o disgustar al majestuoso primer círculo nacional, ¿QUIÉNES se ocupan de las relaciones entre Haití y la República Dominicana, en el gobierno o en esos grupos de amigos del gobierno más poderoso que el propio gobierno? De acuerdo con las costumbres de Haití, debe haber una o más oficinas, llenas de poderosos asesores, creadores de decretos magníficos, cada vez más copiados de la legislación internacional, con capacidad para responder a todas las preguntas. En realidad, la dura realidad, donde están los resultados…
Siempre es importante destacar que el jefe del gobierno dominicano había designado ya el 27 de febrero de 2025 «como organizaciones terroristas a las bandas que devastan Haití con violencia, criticando al mismo tiempo la incapacidad de la comunidad internacional para hacer frente a la crisis de su vecino». Esta designación fue consecutiva a las disposiciones del 2 de octubre de 2024, fecha de la puesta en marcha de un plan «para expulsar cada semana 10.000 haitianos sin papeles». En octubre de 2024, como en el 2 de mayo de 2025, todavía me pregunto: ¿QUIÉNES se ocupan de las relaciones entre la Haití y la República Dominicana?
En el momento de preparar este artículo, la mayoría de los haitianos solo tienen una idea superficial de lo que les espera a través de todas las ventanillas de los servicios de inmigración del planeta. La gran mayoría de las futuras víctimas de interrogatorios discriminatorios no tendrán capacidad ni encontrarán un foro propicio para quejarse. Tras la decisión del Departamento de Estado de los Estados Unidos (Terrorist Designations/Marco Rubio), el viernes 2 de mayo de 2025, automáticamente pertenecemos a un grupo bajo microscopio en puertos y aeropuertos de los 5 continentes.
En España, yo pertenecía al grupo étnico "marroquí". Desde mi llegada me lo declararon sonriendo. Al hacer mi caminata matutina, los vecinos me saludaban como "marroquí". El día de mi regreso a Haití, tuve (en español) -con sonrisa- en el aeropuerto de Barajas (Madrid) el interrogatorio que la inmigración destinaba a los árabes. Porque mientras tanto España se había aliado con Estados Unidos contra el Iraq de Saddam Hussein. Unas semanas más tarde, mi compañera (española y cubana) que conoció al mismo oficial de inmigración cuando viajaba de Madrid a Miami me informó que me enviaban saludos. El acercamiento se hizo a partir de nuestra dirección en Puerto Príncipe (rue Baussan).
Mucho aprendí de los diferentes servicios de inmigración de América Central y sus dispositivos fronterizos. Además de los servicios estratégicos de la zona del Canal de Panamá, la embajada estadounidense en Pavas, San José, controlaba toda Centroamérica a fines de los años 80; sin olvidar la majestuosa base militar de Soto Cano, en Comayagua, Honduras. En las proximidades de las bases militares de los Estados Unidos, la inteligencia migratoria ha sido tradicionalmente aguda. Es en esta parte del mundo que he constatado que el servicio que la línea aérea Copa ofrecía en los otros destinos era cualitativamente diferente al que recibían nuestras millonarias comerciantes, todas proporciones respetadas. Ya entonces los servicios de inmigración de esa región tenían sus prejuicios contra los nacionales haitianos. Este extraño país donde la administración pública, las fuerzas del orden y la diplomacia están al servicio de unos pocos individuos. Acaban de recibir una terrible paliza. Con un pasaporte diplomático o de servicio de un país terrorista, el nivel de blindaje de inmunidad diplomática es muy bajo. Ciertamente la administración Trump invita a la Dirección de Inmigración y Emigración haitiana a redefinirse.
A mediados del decenio de 1990, muchas de nuestras instituciones diplomáticas eran sucursales de organizaciones populares. Los servicios de inmigración del mundo saben que apenas estamos representados. En 2007 (Hotel Intercontinental, antes V Centenario), durante un seminario sobre seguridad hemisférica en la capital dominicana, aprendí a pensar como un oficial de inmigración: se dispone de unos segundos para penetrar el alma del viajero; luego viene la electrónica… Nunca olvidemos que todos los servicios del planeta están relativamente interconectados.
No puedo olvidar la mirada de un oficial de inmigración del MIA (Aeropuerto Internacional de Miami) cuando se dio cuenta de que yo esperaba su señal para cruzar la línea amarilla y presentarme ante su magistratura. Su única pregunta era por qué no había avanzado. Le respondí que mi profesor de derecho internacional, el Dr. Serge Fourcand, había enseñado a nuestra generación que "el visado le autoriza a presentarse en la línea amarilla. El funcionario de inmigración le autoriza a entrar en el país."
Termino con esta preocupación transformada en cuestión: ¿QUIÉNES se ocupan de las migraciones haitianas hacia la República Dominicana?
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