En declaraciones emitidas a principios de este mes de diciembre, el presidente estadounidense Joe Biden,  sin ambages ni tapujos,, manifestó que asegurarse del financiamiento de la guerra en Ucrania y la asistencia a Israel eran asuntos de primer orden para su administración por lo cual estaría dispuesto hacer concesiones al ala más radical del Partido Republicano en rubros como la migración.

Es decir, que el mandatario Biden en su cinismo y falta de ética se dispondría a sacrificar el tema migratorio en aras de complacer a la derecha a fin de que esta ceda, allane el camino y voten a favor de la liberación de los fondos presupuestales destinados tanto a Ucrania como hacia Israel.

Su inopinada declaración, no solamente representó un balde de agua fría hacia sus votantes, quienes pensaron que bajo su mandato la nueva administración revertiría las múltiples medidas draconianas emitidas durante la administración Trump, sino que, además, utilizó la nueva solicitud de asistencia militar como acicate sugiriendo que la misma habría de revitalizar la base industrial en materia de defensa en la nación.

La petición por más de 100 mil millones de dólares adicionales habrá de incluir unos 50 mil millones de dólares en contratos militares para empresas estadounidenses localizadas en distintos estados del país. La derecha republicana se ha negado aprobar más fondos para el conflicto en Ucrania si no se concretan medidas adicionales para la reducción del número de migrantes que diariamente intenta cruzar la frontera.

Los republicanos han externado que el Congreso debe erogar más fondos para un incremento en las contrataciones en el número de agentes fronterizos, más restricciones a los solicitantes de asilo y más flexibilidad y celeridad en los procesos de deportación de los inmigrantes apresados.

Con la cercanía de las vacaciones de Navidad, se teme que, en aras de acelerar dicha ayuda, los congresistas simplemente y a la carrera den su visto bueno a un acuerdo pragmático. De ser así, la administración Biden estaría plegándose a los designios racistas y xenófobos del partido republicano. Qué lástima…

Aunque en el discurso formal la actual administración demócrata se tilda de compasiva y progresista, los hechos han mostrado que durante la presente gestión el actual mandatario ha mantenido una suerte de fantasma trumpiano sin la execrable presencia del exmandatario en la Casa Blanca.

Desde marzo del 2020 hasta la fecha, el país ha deportado 2.8 millones de indocumentados. El pasado mes de octubre, la administración Biden derogó 26 leyes federales que extendieron permisos para la construcción de 32 kilómetros de obstáculos al tránsito fronterizo entre Texas y Tamaulipas (México).  Lo más deplorable fue inclusive el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, quien ante los periodistas defendió la requerida asistencia militar aduciendo que la ayuda brindada hasta el momento “ha frenado el avance de Rusia en Ucrania, ayudado a Ucrania a lograr victorias militares significativas…y, al revitalizar nuestra propia base industrial de defensa, ha impulsado y ampliado líneas de producción y apoyado a empleos bien remunerados a través del país”.

Y claro, Wall Street no ha dejado de celebrar las erogaciones presupuestales al gasto presupuestal. En uno de sus titulares desplegados en su publicación nos decían recientemente que las “acciones de defensa se benefician de la guerra” al afirmar que desde el 7 de octubre las expectativas de ganancias en el S&P se han incrementado. Pero también lo afirmó Jason Aiken, ejecutivo financiero de la firma General Dynamics, (empresa armamentista) al declarar que la guerra de Ucrania ya había elevado la demanda por los productos de su consorcio.

Así las cosas, nos enfrentamos a una tragedia por partida doble. Por un lado, de consolidarse este siniestro acuerdo entre ambas bancadas estaríamos sacrificando el bienestar, porvenir de millares de indocumentados que habrán de ser negativamente impactados por el desenlace de estas nefastas políticas, mismas que impedirán la mejoría de sus condiciones de vida al aspirar ingresar y ser acogidos en el país.

Por otro lado, el país seguiría alimentando la industria armamentista de la muerte al través de la prolongación de una guerra de la OTAN contra Rusia, y el exterminio de los palestinos en los territorios ocupados por Israel.

Por un lado, los ucranianos continuarán siendo utilizados como carne de cañón en un conflicto que solo beneficia a los intereses occidentales, y en el del Medio Oriente provocando un holocausto a plena luz del día en la franja de Gaza y cuya única solución es la retirada por parte de Israel de los territorios ocupados a los palestinos.

Qué lástima que en este contexto de crisis global y hasta civilizatoria, en donde nos enfrentamos a conflictos armados, tragedias globales como la migración forzada, la actual limpieza étnica en Palestina y en donde la llamada comunidad internacional, en respuesta a sus intereses políticos o geoestratégicos, ha decidido cruzarse de brazos en vez de arribar a acuerdos humanitarios sólidos y duraderos que faciliten la convivencia y la paz global que tanto anhelamos. Qué lástima…