Las dos clasificaciones tradicionales de las formas de gobierno son las formuladas por Aristóteles y Montesquieu, según sostiene Caetano Mosca en su reconocida Historia de la Doctrina Política.

En ese sentido, el referido maestro italiano del derecho constitucional inicia el capítulo La Teoría de la Clase Política explicando que la clasificación de las formas de gobierno formulada por Aristóteles se dividía en monarquías, aristocracias y democracias, según que los poderes soberanos se hallasen concentrados en una sola persona, en una clase restringida o bien en la totalidad de los ciudadanos.

Asimismo, Mosca sostiene que la clasificación de las formas de gobierno de Montesquieu definía como despóticos aquellos regímenes en que la voluntad del único soberano no tenía freno alguno en las costumbres, en los privilegios locales y de clase o en la ley que él mismo dictase, como monárquicos, aquellos en que junto al monarca funcionaban los frenos señalados, y como república, aquellas organizaciones políticas en las que no existía un jefe de Estado hereditario y en que la soberanía correspondía o a una parte de los asociados, como ocurría en las repúblicas aristocráticas, o en su totalidad, como era el caso de la democracia.

Partiendo de esta antigua clasificación de las formas de gobierno, Mosca, reconoce que es imposible que un solo monarca gobierne a millones de súbditos sin el auxilio de una jerarquía de funcionarios, es decir, una clase dirigente, y que es imposible también el funcionamiento de una democracia si la acción de las masas populares no es coordinada y dirigida por una minoría organizada, o sea por otra clase dirigente.

No importa que se trate de la antigua clasificación de las formas de gobierno, o de las modernas, que se dividen en monarquía parlamentaria, república presidencialista, república semipresidencialista, república parlamentaria, Estado autoritario y Estado totalitario, el poder siempre estará en manos de una minoría: la clase política.

Mosca divide las sociedades en dos grupos: la minoría gobernante y la mayoría gobernada. La primera es una élite cohesionada que ejerce el poder gracias a su organización, su acceso a los recursos y su capacidad de influir en las decisiones, mientras la segunda carece de esa organización, por lo que acepta pasivamente el dominio de la élite.

Para el autor que nos ocupa, esta clase política no solo se mantiene en el poder a través de la fuerza o la ley, sino también mediante mecanismos ideológicos, control de instituciones y redes de influencia. Mosca señala que el liderazgo político no es accidental ni depende únicamente de la voluntad del pueblo, sino que es el resultado de una estructura social en la que unos pocos concentran el mando.

Además de Mosca, otros pensadores, como Vilfredo Pareto y Robert Michels estudiaron la clase política. Pareto plantea, por ejemplo, que siempre existe un recambio dentro de la élite, lo que él llama la “circulación de las élites”, mientras que Michels formuló su célebre “ley de hierro de la oligarquía”, según la cual, incluso en las organizaciones más democráticas, una minoría termina controlando las decisiones.

No obstante que la participación política es ahora más amplia, es recomendable que las decisiones de las élites reflejen los intereses de la mayoría y no de una minoría privilegiada.

Eddy Olivares Ortega

Abogado

Licenciado en Derecho y Postgrado en Derecho Penal, Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Magíster en Derecho Constitucional y Derechos Fundamentales, Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y Maestría en Derecho Constitucional y Derechos Fundamentales, Universidad de Castilla La Mancha (UCLM), España. Desde el año 2006 Miembro Fue miembro titular de la Junta Central Electoral (JCE) hasta el 2016.

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